La periodista guatemalteca Alejandra Marroquín Rey Rosa, escribió este artículo sobre el país.
¿Cómo podemos entendernos los guatemaltecos? Este es un país fragmentado, dividido profundamente. Entre mayas, ladinos, blancos, ricos, pobres, canches o negros, citadinos o pueblerinos. No se encuentra mucho entre nosotros el orgullo de ser guatemalteco. Por eso Guatemala esta tan mal. No hay visión de país, porque no hay amor al país tampoco.
Le dejamos toda la responsabilidad al Gobierno, porque es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que reconocer nuestras debilidades, pero finalmente todos somos parte del problema y de la solución; por ello, deberíamos hacernos responsables.
¿Qué queremos los guatemaltecos? ¿Justicia, paz, orden, seguridad, equidad? Creo que la mayoría diríamos que sí, que eso es lo queremos. Pero eso no se logra por arte de magia. Cuando todo está en crisis, como nos está pasando, es el momento de hacer cambios profundos.
Tenemos leyes sin dientes y un Congreso corrupto que legisla para defender intereses privados o personales y los responsables de promover cambios legislativos son precisamente los cuestionados diputados.
Para promover la legislación necesaria, primero tendrían que amar a su país, y luego ser honestos y valientes. Mucho me temo que son muy pocos los parlamentarios que reunen esas cualidades, y ello nos debe llevar a pensar bien por las personas que debemos votar en las próximas elecciones.
La corrupción y la impunidad están demasiado arraigadas en nuestro país y no estamos haciendo los esfuerzos necesarios para terminar con estos dos males que tanto afectan nuestras vidas.
Nuestros próximos gobernantes ya violaron la ley al arrancar campaña antes de tiempo, los próximos gobernantes ya nos dieron la primera prueba de quiénes son y cómo se hacen las cosas en este país.
Hoy ya se sabe que lo único que hay que hacer aquí es pagar multas (pinches, además) y continuar violando la ley. ¿Por quién vamos a votar? En sus campañas prometen seguridad y el fin de la impunidad, pero si fueran a cumplir esas promesas, se estarían condenando a pagar las consecuencias de sus actos pasados; no creo que pase en el corto plazo.
La comidilla de políticos y civiles de los últimos años ha sido la CICIG: qué bien porque metió a Portillo preso, qué mal porque ahora persigue a Giammattei y a Vielmann, qué regular por el caso Rosenberg y en fin; cuando nos conviene los queremos, cuando nos afecta o amenaza los criticamos, pero en el fondo parece que el guatemalteco no supiera en realidad qué quiere.
No podemos esperar que el ente rector de la seguridad y la justicia ni la promueva ni la cumpla; de eso nos quejamos todo el tiempo.
Si yo quiero exigir justicia, primero tengo que ser justa. Un país con la crisis como la que estamos viviendo, no es responsabilidad sólo del Gobierno, actual o pasado. Todos los guatemaltecos estamos sumidos en el estupor, la violencia, la corrupción y la impunidad. Está en nuestro sistema.
Desgraciadamente el desquebrajamiento de este país es algo que viene de tiempo atrás, así que no es fácil.
Constantemente estamos, diciendo que tenemos que hacer algo. Pero si no empezamos por nosotros mismos no vamos a llegar muy lejos. Tenemos que repensar nuestras actitudes y conscientemente cambiar todas aquellas que de tan familiares, ya ni las consideramos. Pero por supuesto habrá quién no esté de acuerdo...
Si no, hay que preguntarse: ¿qué quiero?
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