Me niego tajantemente a volar a los Estados Unidos, ni siquiera en tránsito hacia Europa. Me enfada tremendamente la paronoia de los gringos y la seguridad excesiva y absurda después del 11 de septiembre aquel. Los escáners por los cuales tiene que pasar los pasajeros y "desnudarse" frente a las autoridades del aeropuerto me parecen indignantes e inaceptables.
La polémica saltaba el sábado pasado cuando John Tyner, un californiano de 31 años, plantó cara a la seguridad del aeropuerto de San Diego y se negó a someterse a un escáner corporal que retrata a los pasajeros desnudos.
Cuando el agente de seguridad le ofreció realizar el cacheo en una habitación privada (cacheo que comporta el tacto directo de pechos, genitales y trasero incluso por dentro de la ropa), Tyner respondió desafiante: "Podemos hacerlo aquí mismo, pero si me tocas mis partes voy a hacer que te detengan". Todo ello lo grabó el propio protagonista desde la cámara de su teléfono.
Por supuesto, fue arrestado, perdió el avión y se enfrenta al pago de una multa de más de 8 mil euros. Según las reglas de la Agencia de Seguridad en el Transporte (TSA), una vez que el pasajero ha sido seleccionado para los nuevos cacheos ya no tiene derecho a dar marcha atrás, incluso si decide renunciar al vuelo y abandonar el aeropuerto, como pretendió Tyner.
El vídeo que colgó en Internet solo aporta el audio de la conversación, ya que la cámara quedaba a su espalda, pero ha servido como testimonio de la "humillación" a la que se somete a los pasajeros en los aeropuertos de Estados Unidos.
Otra víctima de estos controvertidos controles de seguridad fue una estudiante de 21 años de Amarillo (Texas) cuyos pechos quedaron expuestos a la vista de todos durante el cacheo y encima tuvo que aguantar las risotadas de los agentes de seguridad. Cuando volvió a pasar por el control con lágrimas en las mejillas uno de ellos lamentó "haberse perdido el show". "Tendré que ver el vídeo", exclamó.
Por ahora, el Gobierno se resiste a renunciar al nuevo sistema que introdujo el Secretario de Seguridad Nacional Michael Chertoff, que tiene como cliente de su empresa privada de seguridad a uno de los fabricantes. Y aunque su sucesora Janet Napolitano defienda lo inocuo del sistema, la revuelta ha llegado también al Congreso, donde una comisión interrogaba al jefe de la TSA, John Pistole.
El diputado Ted Poe advirtió en el hemiciclo de que la nueva tecnología viola la cuarta enmienda constitucional que protege contra registros abusivos. Desde luego, la polémica ha llegado hasta la más alta esfera norteamericana, ya que tanto el mismísimo Obama como Hillary Clinton se muestran comprensivos con las quejas de los ciudadanos y hasta rechazan el sistema.
Filtración de imágenes
Supuestamente, las fotografías que toman los escáneres de los pasajeros al desnudo no quedan almacenadas en ninguna parte, según la TSA. Sin embargo, el portal Gizmodo publicó 35.000 imágenes, tomadas en el aeropuerto de San Diego, California. Esto sucedió a pesar de que la Agencia de Seguridad en Transporte aseguró desde el principio que era imposible que los escáners guardaran las imágenes.
Estos escáners son capaces de ver a través de la ropa, para poder detectar a fondo si los pasajeros traen consigo material explosivo o algún tipo de arma. Quienes reciben la imagen, en una habitación separada, son capaces de ver, con todo detalle, la anatomía de las personas.
Radiaciones nocivas
Un estudio realizado por la Universidad de Arizona viene a echar más leña al fuego ya que asegura que pueden producir más muertes, debido a la radiación, que un ataque terrorista. Los científicos de la Universidad de Arizona han asegurado que la probabilidad de morir por la radiación de un escáner de cuerpo entero y por un ataque terrorista son iguales: una de cada 30 millones.
Los expertos aseguran que el haz que emite el escáner es de bajo nivel y ofrece una pequeña dosis de radiación en el cuerpo pero debido a que el haz se concentra en la piel, uno de los órganos más sensibles a la radiación del cuerpo humano, la dosis puede ser hasta 20 veces más alta de lo que se había estimado inicialmente.
Incluso es más preocupante la radiación de las máquinas cuando están averiadas que cuando están en funcionamiento, ya que "una avería en el aparato podría aumentar la dosis de radiación", asegura uno de los científicos que participan en el estudio,
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