La dieta macrobiótica es una opción alimentaria basada en las semillas integrales, frutas y verduras, que son el fuente de vida, básicamente. Y ,últimamente, ha tomado mucho auge en diversas partes del mundo.
Más que una tribu, ya son legión. Nozah Bit Nass (Princesa de Qatar), Svetlana Medvedeva (la esposa del presidente ruso, Dmitri Medvédev), Carmen Lomana, Elsa Pataky, Kylie Minogue, Bimba Bosé, Sara Navarro, David Meca, Nuria March, Teñu Hohenlohe, Carlos Martorell, María León, Ariadne Artiles, Beatriz Cortázar, Fiona Ferrer, Ana Rosa Quintana, Alejandro Sanz, Sandra Ibarra, Juan Ramón Lucas, Naomi Campbell...
Todos ellos han sido, y muchos todavía lo son, macrobióticos por obra y gracia de la familia Bataller, propietaria de Sha Wellness, primer centro en Europa que sigue esta filosofía y, sobre todo, de la Princesa Beatriz de Orleans, su relaciones públicas.
Ella ha sido el motor para convertir este lugar en destino de peregrinaje para quienes se atreven a hacer una pausa con una experiencia diferente.
La macrobiótica utiliza la alimentación como herramienta terapéutica, partiendo de que «somos lo que comemos».
Según explica Michio Kushi, su gurú. «En dos semanas, y bajo los La macrobiótica utiliza la alimentación como herramienta terapéuticadictados de esta dieta, se limpia el 50 por ciento de la sangre; en las siguientes dos semanas, otro 25 por ciento; y en poco más de un mes, toda la sangre estará renovada y limpia», asegura.
La primera neófita fue la propia Béatriz de Orleans.
«Yo ya no tomo carne, ni lácteos, ni azúcar… Cuando sabes que te estás cargando el motor de tu coche, no sigues dándole la gasolina inapropiada —cuenta—. Te cambia el chip y se te quitan las ganas de ingerir algunos “venenos”».
Lo mismo piensa Beatriz Cortázar, que no se concede licencias: «Es una forma de vida. Desde que me he vuelto macrobiótica, además de sentirme bien por dentro, me veo mejor por fuera».
Aunque la dieta macrobiótica no está pensada para adelgazar, rebajar peso suele ser uno de sus efectos secundarios, como le pasó a María León, que perdió casi dos kilos en sólo cuatro días. «Los recuperé en cuanto volví a mi vida normal, porque no me he “convertido”; pero he suprimido los lácteos y he empezado a meditar».
Teñu Hohenlohe, sin embargo, se lamenta pues no ha adelgazado («no puedo prescindir de los dulces), aunque ha aprendido a usar la alimentación para eliminar sus dolencias: «He incorporado a mi dieta algunas algas y tipos de judías para las articulaciones, y me va fenomenal», explica.
Para Nuria March, la macrobiótica ha supuesto hacer una dieta mucho más variada. «Lo primero que aprendí es que no hay que acostumbrar al cuerpo a ingerir los mismos alimentos a diario. Si tomas naranja y plátano todos los días, destrozas las paredes del intestino —advierte—. Además, me he vuelto muy aficionada a las algas».
Kylie, Pataky y Lomana
Las más estrictas son Carmen Lomana, Elsa Pataky y Kylie Minogue. «Yo soy 100 por cien macrobiótica desde hace años», afirma Lomana. «¿Por qué elegí esta forma de alimentarme?... Tengo 62 años, no he cambiado de talla desde que era una adolescente, no tengo un gramo de celulitis y tengo una salud de hierro.
¿Mi dieta? Nada más levantarme, bebo agua caliente con una ampolla de té y alcachofa, pues es depurativo. Desayuno papaya o piña, un zumo de pomelo amarillo, una tostada integral con mermelada con fructosa y té con leche de arroz, soja o avena.
A media mañana, yogur de soja; y al mediodía, un plato de Carmen Lomana: «No he cambiado de talla desde adolescente ni tengo un gramo de celulitis»legumbres, pescado al vapor con verduras y una infusión. Y siempre meriendo, entre otras cosas para llegar sin hambre a los cócteles a los que me invitan».
Esto me hace preguntar si el alcohol está permitido. La respuesta viene de Beatriz de Orleans: «El vino está autorizado, aunque mejor si tiene elaboración biológica o biodinámica». Y Lomana añade que ella toma alguna una copa de champán.
¿No se permite ni una sola licencia? «Alguna vez pruebo el chocolate», confiesa.
Parece fácil seguir estas pautas en en casa, pero ¿qué pasa si se tiene una activa vida social? Carmen Lomana acude a los eventos «cenada», mientras que Beatriz Cortázar «marea» los platos y sólo toma los acompañamientos. Cristina Castañer, sin embargo, tiró la toalla: «Salí del Sha conversa, pero a los diez días empecé a hacer trampas».
Unos se han convertido, otros han reafirmado su fe y los más han desterrado algunos alimentos de su dieta. Pero a todos les ha dejado alguna huella. Algo tendrá.
Grandes placeres, pequeños pecados
En Sha Wellness (arriba) la dieta macrobiótica se cumple a rajatabla. Para quienes quieran seguirla a su manera, he aquí lo que sí y lo que no se puede comer.
ALIMENTOS PROHIBIDOS. Carne, huevos, lácteos y derivados, cereales refinados, azúcar y café. Con el pollo se puede hacer alguna excepción, siempre que sea de corral. Algunos alimentos que pueden parecer sanos dejan de serlo si se toman en exceso, como el tomate, el pimiento y la patata.
Desterrando estos «venenos» de nuestra alimentación, ayudamos al cuerpo a eliminar toxinas.
ALIMENTOS PERMITIDOS. Sí se puede comer pescado, marisco, granos integrales, semillas, frutos secos, legumbres, soja fermentada, algas, té e infusiones, verduras y frutas.
Estas últimas tienen que ser de temporada y del país en el que se vive. Las tropicales sientan mal a los mediterráneos y viceversa. «Es absurdo tomar piña en España, cuando lo que aquí crece es la naranja», aseguran. ¿Un ejemplo de menú macrobiótico? Carpaccio de vieiras, tartaleta de salmón y manzana e infusión de frutos rojos.
Pues yo tampoco he cambiado de talla ni de peso desde adolescente y como tocino, costillas de cerdo, tamales. Como de todo y no me enfermo tampoco.
ResponderEliminarLos fanatismos caen en algo tipo religioso y uno desconfía. Todo son modas y parte del consumismo.