La Brenda ha dormido demasiadas horas desde que llegó a Guatemala, está deprimida evidentemente.
Cuando vivimos juntos, esos ciclos de depresión le duraban bastantes días, y a veces semanas enteras, pero lograba seguir funcionando en lo laboral a medio gas. En el amor de plano se incapacitaba por completo. Ahora que la vi sin ánimos de lucir sus coquetas prendas de lencería francesa, la desconocí por completo.
La Brenda aunque esté abatida por la depresión no pierde el glamour y su sex appel. Cuando abrió los ojos a eso de las dos de la tarde, me pidió que le consiguiera una cita en el Salón de Belleza del Hotel Barceló, para arreglarse el cabello, las uñas de pies y manos, y que le apliquen una mascarilla de pepino en el rostro.
Dejó sobre la cama un precioso baby-doll que no se alcanzó a vestir para lucirlo ante mi. Se acostó a dormir con un atuendo deportivo, elegante eso si, en color verde pistache, no pudo despojarse de él, el sueño la venció por completo. Yo me quedé para acompañarla y no pude dormir por la inquietud de verla sufriendo, lo que le ocurre tan de vez en cuando.
Le revisé su necesser para verificar que trajera consigo los medicamentos que toma regularmente, y sí estaban todos ahí: Lithium, Valproate, Carbamazepine, que son los estabilizadores. También venía el Haloperidol, Fluphemazine, que son los antisicóticos de costumbre.
Lo sorpendente es que La Brenda quiso desayunar fuerte en el dormitorio, aunque ya eran las dos de la tarde, ordené los alimentos y enseguida llegaron hasta la mesa del dormitorio.
Por la tarde salimos a dar una vuelta por la ciudad, en un taxi privado que ella alquiló desde México, conducido por Don Fernando Ligorría, un viejo gordo y poco simpático, que nos condujo por el Centro Histórico durante dos horas. Nos bajamos en el Mercado Central, que se localiza atrás de la Catedral Metropolitana de la ciudad de Guatemala, para que La Brenda probara un rico atole de haba tostada, un arroz con leche, tamalitos de chipilín, rellenitos de plátano y frijol negro. De todo probó, pero apenas unos leves mordiscos.
Después se lanzó hacia los puestos de artesanías típicas, básicamente de textiles multicolores y objetos de madera labrada finamente. Ella compró de todo lo que su gana le indicó.
Hoy cenamos comida mexicana en un restaurante llamado Los cebollines, en la zona 10, la zona elegante de la capital. Ella se comió un filete a la tampiqueña, al mejor estilo del distrito federal y sus infaltables cubas libres. No debía beber pero lo hizo.
Cuando llegamos al hotel,le obligué a que tomara los medicamentos indicados, muy a su pesar se los tomó como una niña obediente.
El efecto de uno de esos medicamentos produce vértigo y se tuvo que acostar de nuevo, sin poder lucir sus trajes de noche para impresionar a gente como yo.
Mañana se va de nuevo a México, ya vi el boleto que tiene con Iberia, se va por el filo del mediodía.
Esta ha sido la peor de la veces en que La Brenda se siente de la fregada. Cariño recibió de mi, pero ella necesita medicarse o internarse unos días en alguna clínica especializada en problemas de bipolaridad.
Le pongo mis labios en la frente, ella ya duerme plácidamente, y le dejo un beso tierno.
Me acuesto a su lado, y viene otra noche en vela.
No le pude enseñar casi nada de mi país, salvo un veloz recorrido por el Centro histórico, quedó pendiente una visita a la Antigua Guatemala, ya será en otra ocasión.
Extraño a La Brenda, la loca de euforia, la que no para ni un minuto, la que me conquistó de inmediato...
Bueno...que se le hace, no todo sale como se espera y a nuestros años se entiende perfectamente el tema de las expectativas. Pobrecita la Brenda tan llena de vida ella...al menos aparentemente.
ResponderEliminarEspero que el gordito Ligorría les haya entretenido con su bla bla bla que ya te digo no a todos entretiene (que gracia me hizo).
Que cocktail de medicamentos toma la despampanante mujer. Habrás cuidado de que no se le crucen los cables.
Tenía días de no leer sobre ella. Ahora me toca ponerme al día un poco con tus escritos.
Definitivamente no es la Brenda, parece un trapo. Nadie creería que detrás de esa mujer con tanta personalidad, feliz, aventurera y llena de vida, haya esta otra tan desolada.
ResponderEliminarVenir a este país quizá no fue lo indicado, para los viajes que hace ella a esos maravillosos países donde puede salir a caminar por cualquier lado, ver vitrinas y comprar lo que le llena sus vacíos, lo que acá se encuentra es totalmente diferente.
Hay tanta persona bipolar hoy en día que asombra.
Da pena ver esa cantidad de medicamentos a los que tiene que esclavizarse.
Que pena que no la pude conocer esta vez, me gustaría conocerla pero mejor en otro país que no sea este..