Cuando uno viaja a otros países la condición de extranjero puede ser temporal o definitiva. Es un hecho que le ocurre ahora a millones de habitantes de los cinco continentes, que nacieron en determinado sitio y radican ahora en otros países distintos al suyo.
El ser extranjero es ser siempre "el otro". El diferente, el distinto, el raro o exótico. Pienso en los árabes o negros que viven en París o Londres.
Mi condición es la de ser binacional: mexicano-guatemalteco. Mis padres eran de México y de Guatemala, tengo las dos raíces en mi ser. Además he alternado muchas veces entre los dos países, por razones de exilio político, estudio o trabajo.
En mi caso particular, a diferencia de mis hermanos, he vivido en México la mayor parte de mi vida, 45 años. Eso me hace pensar en una cultura mexicana dominante sobre la cultura guatemalteca, en mi. Y así lo siento, he vivido y me he formado intelectualmente en México.
Sin embargo, mi ser guatemalteco lo llevo en la sangre y en la identidad también, aquí estudié los años de la infancia y de la adolescencia. Esos años que marcan de manera contundente a los individuos.
Ahora que acabo de cumplir un año del retorno de México a Guatemala, he vivido situaciones que me hacen sentir que me tratan como extranjero en mi propio país.
Aunque tengo en mi lenguaje las formas gramaticales correctas para dirigirme a los demás, hablo correctamente de vos y trato a todos de usted, me dicen siempre: "pero usted no es de aquí, le siento un acento raro".
He cuidado, inconscientemente, no tener ningún acento en el habla que delate mi origen, nunca pude hablar "a lo mexicano", allá en México me preguntaban si yo era cubano, venezolano o caribeño. Lo que sucedes es que mi fenotipo es caribeño, no hay duda, moreno, pelo rizado.
Viví un largo tiempo en Chile, y ellos muy desconcertados siempre me interrogaban acerca de mi origen, porque trabajando para la Embajada de México en Santiago, no daba yo el tipo mexicano, que los chilenos en forma subjetivamente piensan que es el tipo mexicano.
En Europa solían confundirme con árabe o africano.
He vivido el fenómeno de los trasterrados, como diría el poeta español León Felipe, sé lo que es padecer el exilio y el destierro, al final uno se convierte del lugar donde ha vivido más tiempo.
Lo más extraño para mi es ser tratado como extranjero en mi propia tierra, por mis paisanos, pero ellos se llenan de dudas porque habló como chapín, les hago referencias a sitios que no conocen los turistas sino solo los nativos de aquí. Pero hay algo intangible que no les termina de convencer de mi ser chapín.
Después de este largo circunloquio, puedo decir que soy de aquí y soy de allá.
El asunto importante para mi, es que retorno a México en donde ya no me consideran extranjero.
Pero emigro voluntariamente porque en México tengo mayores oportunidades de desarrollo cultural personal. Volveré a Guatemala como turista, me sentiré más cómodo así.
Las paradojas de la vida, sufrí el exilio y enfermé de nostalgia por Guatemala, y ahora que volví ilusionado descubrí que aquí no me hallo ya.
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"Yo soy de allá y soy de acá". Abierto a las posibilidades de pertenencia aunque no se haya cumplido la expectativa. Una manera muy positiva de ver las cosas, sin duda. Es como aquel que ve el vaso medio lleno. Me ha gustado ese decir tuyo.
ResponderEliminarSucedió de manera contraria con mi padre. A mi siempre me dió la impresión de que el siempre se sintió de que no era ni de aquí ni de allá. Extranjero en Guatemala, con una vida hecha acá, una familia, un negocio. Mi hermana María estará de acuerdo conmigo en que nuestro padre no encajaba. No encajaba socialmente y no estoy tan segura que fuera únicamente por su condición de extranjero...debe haber habido algo más. Lo dejo en suspenso porque no me atrevo a aseverar sobre algún desórden de personalidad. Muy poco se dejó conocer él.
Mi suegra es también una extranjera en Guatemala. Con vida hecha acá, con familia y con una desadaptación muy grande.
Quien ha vivido muchos años afuera, como tu, seguramente tiene ese parámetro para comparar idiosincrasias. Se que la nuestra es muy particular, lo reconozco. El guatemalteco es bastante reservado. No es como el guanaco o el nica que te abre su casa. Acá el decir es "Ahí nos hablamos", indefinido. Para alguién que ha vivio afuera es chocante. Así me lo dice mi marido que es también un extranjero en su propio país.
Ja ja ja Meg, nuestros maridos extranjeros hasta dentro de su propia casa, el mio al menos. Se presta a una larga filosofada lo del extranjero como el de Camús.
ResponderEliminarSi, nuestro padre era un extranjero y quizá nosotros hemos sido un poco también o hemos querido serlo porque no nos gustan ciertas cosas y no nos sentimos bien dentro de ciertos círculos.
Lo que a Bolivar le ha afectado es el salvajismo de la Edad Media de este país, las personas inconstantes en todo, la subcultura, la poca autenticidad que hay donde sea.
Conozco a alguien que tiene como 700 amigos en Facebook y hace poco me dijo que quería irse de acá porque no tenía un amigo. Es una persona con tantas cualidades, como Bolivar, que tampoco está bien acá.
Nosotros, Mag, tenemos un poder de adaptación que es digno de estudio, no crees? Ja ja ja.
Da pena que no te valoren Bolivar, sos una persona con un gran curriculum, con una gran cultura, con tantos conocimientos que vale la pena buscar otras posibilidades fuera de acá.
Te deseo muchos éxitos.