El mundo de los amantes se divide en dos partes, no necesariamente simétricas, los pasionales y los racionales. Son dos polos que se pueden atraer o rechazar. Así es como encontramos parejas de seres pasionales, locos los dos de amor, y los amantes racionales que todo lo tienen bien pensado y establecido en cláusulas severas que hay que cumplir inclusive una vez terminada la relación. Las posibilidades de relación son múltiples de acuerdo a los dos polos planteados líneas arriba.
Yo me afilié desde muy joven en el bando de los locos y pasionales, he gozado esos amores desquiciados sin brújula. No me imagino negociando mi relación frente a un abogado que escribe las cláusulas de dicho contrato amoroso. Mi "contrato amoroso" lo "negocio" con mi amante, solos frente a frente. Y mi contrato tiene que ver solo con las expectativas que ella me genera y lo hago explícitamente a mi pareja, por supuesto para ir revisándolas y modificándolas a lo largo del tiempo.
¿Aceptas estar conmigo voluntariamente y hasta que la muerte del amor nos separe?
¿Aceptas cuidarme como yo a ti, también?
Eres parte esencial de mi preocupación en la vida, espero lo mismo de ti.
Hay un compromiso ético en la base de esta relación amorosa, que debemos respetar los dos.
Cuando algunos de éstos tópicos cambien radicalmente, nos lo avisamos y a otra cosa mariposa...
Los racionales verán de vez en cuando su contrato firmado ante el abogado y exigirán su cumplimiento cabal so pena de multas y castigos pecuniarios.
Prefiero seguir en la locura del amor, así vivo feliz. Soy pasional e intenso, así he sido desde niño y no quiero cambiar.
Los razonables quieren tener los pies en la tierra, firmes.
Los pasionales queremos tener los brazos arriba tocando las nubes y el sol.
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