Finalmente la ola de WikiLeaks se metió de lleno en la XX Cumbre Iberoamericana, que comenzó ayer en esta ciudad. Los faltazos de cinco presidentes y una postura radicalizada contra la diplomacia de los Estados Unidos por parte del denominado eje bolivariano, liderado en este caso por el ecuatoriano Rafael Correa, alimentaron una división entre los países de la región.
Ayer comenzó formalmente la cumbre, a la que llegaron 16 de los 22 jefes de Estado de Iberoamérica, entre ellos, el rey de España, Juan Carlos I.
Todos hablaron en público del lema convocante de la cita ("Educación por la inclusión social"). Pero, subterráneamente, el cablegate logró fracturar en dos la cumbre, ante el intento de los países anti-Washington, que exigen incluir en el documento final una condena al gobierno de Barack Obama por las filtraciones de cables diplomáticos que afectaron las relaciones entre Estados latinoamericanos.
No era éste ni remotamente el objetivo del gobierno de Cristina Kirchner, que apeló a todos los malabares de la diplomacia posibles para que el affaire WikiLeaks no ingresara en la cumbre.
Se logró incluso instalar un acuerdo en torno a una "cláusula democrática" para repudiar los golpes de Estado. Pero no hubo caso. Incluso en ese tema hubo discrepancias porque no se obtuvo un texto amplio de defensa a la democracia con represalias comerciales incluidas, como pedía Ecuador.
A pesar de que varios cancilleres y ministros se encargaron de justificar las ausencias de Raúl Castro (Cuba), Hugo Chávez (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua), Evo Morales (Bolivia) y José Luis Rodríguez Zapatero (España), quedó en claro que, por lo menos en el caso de los presidentes latinoamericanos, había cierto malestar hacia la Argentina, Brasil, Chile y México por no ser más duros a la hora de responder a la diplomacia norteamericana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario