jueves, 23 de diciembre de 2010

Dictador Videla, cadena perpetua.

Entre vítores y gritos de “¡asesino, asesino!”, el dictador Jorge Videla y uno de sus esbirros, Luciano Benjamín Menéndez, escucharon la sentencia que los condenó ayer a cadena perpetua, la que deberá ser cumplida en una cárcel común, según lo dispuso el Tribunal Oral número 1 de Córdoba, 620 kilómetros al norte de Buenos Aires, en un fallo considerado histórico

Videla y Menéndez, junto con otros 16 oficiales y suboficiales, fueron condenados por el secuestro, torturas y el fusilamiento de 31 presos políticos alojados en el penal de San Martín de esa ciudad, entre el 1 de abril y el 30 de octubre de 1976.

“Prisión perpetua e inhabilitación perpetua, ordenando la realización inmediata de exámenes médicos para determinar si se encuentra en estado de salud para permanecer en una cárcel común”, leyó el juez Jaime Díaz Gavier, presidente del tribunal.

Videla, de 85 años, había reivindicado el accionar de su régimen y acusó a la “sociedad de haber apoyado lo que se hizo”, al tiempo que caracterizó de “cómplice” al viejo líder de la Unión Cívica Radical (UCR), Ricardo Balbín, “quien apoyó el golpe de Estado”.

Lo mismo hizo ayer Menéndez, quien en su alegato final dijo que “el propósito de los subversivos era asaltar el poder e instaurar un régimen comunista para que los argentinos dejaran de ser libres de pensar”.

El magistrado debió pedir en casi 10 ocasiones que se hiciera silencio en la sala debido al griterío y los festejos de los familiares y militantes políticos y de derechos humanos presentes en la sala. En las afueras del tribunal, una gran multitud con carteles y banderas siguió por pantallas la lectura del fallo que derivó en una algarabía.

Videla, de 85 años, fue condenado por considerarlo responsable de los delitos de imposición de tormentos, homicidio calificado y tormentos seguidos de muerte, bajo la dictadura que encabezó entre 1976-1981.

El dictador ya había sido juzgado y condenado en otros juicios, también por violación a los derechos humanos en el histórico juicio a las Juntas Militares en 1985. Pero en 1990 recuperó la libertad por un indulto del presidente Carlos Menem (1989-1999). Entre los presentes se encontraban numerosos dirigentes de derechos humanos, como el premio Nobel de la Paz (1980) Adolfo Pérez Esquivel, quien celebró el fallo, al argumentar que “fue tardío pero ejemplar. No hay tiempo ni lugar para juzgar esos delitos aberrantes”.

En el caso de Menéndez, por entonces jefe del segundo cuerpo de Ejército y “hombre fuerte” en esa provincia, es considerado uno de “los más sanguinarios jefes militares de la dictadura”. Ayer, juntos, fueron condenados y pasaron en su condición de reos comunes, mientras al ex presidente de facto lo espera un nuevo juicio en su condición de máximo responsable” del genocidio en la norteña provincia de Santiago del Estero, donde, casi con seguridad, volverá a revindicar la guerra sucia y recibirá otra dura condena.

En tanto que otra veintena de represores, entre militares retirados, ex policías y civiles, recibieron penas que van de los seis años a cadena perpetua. La única mujer en el banquillo, la ex policía Mirta Graciela Antón, fue sentenciada a siete años de prisión. Bajo la dictadura hubo 13 mil muertos según cifras oficiales, mientras organismos de derechos humanos denuncian 30 mil víctimas.

“Esto es lo único que nos queda en la vida. Nuestros hijos no aparecen, no sabemos nada de ellos. Por lo menos los asesinos fueron condenados por lo que son”, dijo Nair Amuedo, de las Madres de Plaza de Mayo, que junto a las Abuelas siguieron el final del juicio desde un auditorio de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

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