sábado, 18 de septiembre de 2010

18 de septiembre 1990, Santiago de Chile.

El día 18 de septiembre es la fiesta de Independencia de la hermana república de Chile. Ese día las fuerzas armadas de Chile despliegan a sus fuerzas por las grandes avenidas de Santiago, demostrando su poderío e influencia política en la vida nacional. No hay que olvidar, que recién en este año se da inicio a la vida democrática en ese noble país, con la llegada al poder del demócrata-cristiano Patricio Alwyn.

Ese 18 de septiembre de 1990, los chilenos asisten a la celebración de las fiestas patrias, por primera vez después de 18 años de feroz dictadura, en un clima más relajado.

El sitio de reunión es el Parque Bernardo O´Giggins, tradicional campo para exhibiciones de prácticas y desfiles militares. Pero ahí también se montan carpas y puestos de comida tradicional chilena con motivo de las fiestas de la independencia.

Este año de 1990, los mexicanos residentes en Chile nos convocamos para presenciar, el desfile militar, sin Pinochet de Presidente de la República, pero sí como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de Chile.

Salgo temprano de mi residencia, Carlos Antúnez esquina con Tobalaba, en el residencial barrio de Providencia, para asistir a dicha celebración festiva. Todos los edificios públicos y todas las viviendas del país tienen la obligación de colocar la bandera chilena en las ventanas y puertas, sin excepción alguna so pena de recibir una cuantiosa multa por desobedecer.

hay expectación, es la primera vez en muchos años en que las fiestas patrias tiene otro sabor, eso está por verse, es muy temprano y el frío cala los huesos, todos abrigados nos dirigimos al Parque O´Giggins en metro.

Veo el desfile de los militares en sus tres ramas: naval, aviación y ejército, además del infaltable cuerpo de Carabineros (policía). Marchan gallardamente, acompañados por sus múltiples bandas de guerra.

A mi lo militar me produce repugnancia, pero no puedo evitar observar lo que sucede en ese primer desfile sin Pinochet de Presidente de la República. En realidad, todo fue una calca de lo de siempre. No hubo cambios. Todo cambió para seguir igual (Gatopardo).

Al final del desfile, nos encaminamos a los puestos de comida y antojitos chilenos, con muchos mexicanos degustamos las famosas empanadas de pino (carne), de queso, de choclo (maíz), mote con huesillo, una bebida fría que consiste en mote (trigo tierno) y huesillos que son albaricoques, cocidos ambos para dar como resultado una bebida refrescante, a la cual se le agrega clavo y cáscaras de naranja a la hora de cocinarlo y adquiere un sabor dulzón.

LO más atractivo son las ventas de "chicha", que es ese vino tempranillo, de uva oscura, dulzón y pegador, que nos trajo a todos los mexicanos eufóricos todo el día.

Celebrabamos entonces, la apertura de las relaciones diplomáticas entre México y Chile, suspendidas por 18 años.

De ahí nos encaminamos al Cementerio General, a rendir un homenaje al Presidente Salvador Allende, un tributo sencillo de unos mexicanos con alma socialista.

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