Bernard Schwartz, alias Tony Curtis, era hijo de judíos húngaros radicados en el barrio bravo del Bronx, en Nueva York, fue uno de los actores más talentosos y guapos del cine norteamericano, murió ayer a los 85 años de edad.
Tony curtis se casó seis veces y tuvo seis hijos, fue prolífico como padre de familia y también en su filmografía, participó en más de 100 películas, unas memorables, la mayoría perfectamente olvidables.
Los contemporáneos mios recordarán con agrado Una Eva y dos Adanes, con Jack Lemmon y Marlyn Monroe, y por supuesto Tony Curtis.
Fue amigo cercano del otro rostro bello masculino del cine norteamericano, Rock Hudson, el primer actor muerto por efectos del SIDA, cuando eso era una novedad en el mundo del cine hollywoodense.
Tony Curtis escribió un libro titulado " Un príncipe americano: memorias", en el cual narra sus inicios en el cine y su vida miserable al lado de su familia paterna. Su padre era un sastre remendón de la ciudad y su madre, una esquizofrénica que maltrataba a todos sus hijos.
Recuerdo una película que me impactó de niño, donde actuaba Tony Curtis en el papel protagónico: "Houdini", la vida de un ilusionista que nos maravilló a todos en esa época con actos de magia insólitos.
Tony Curtis pidió que su epitáfio fuera: "Nadie es perfecto", frase de una de sus películas más entrañable para él.
Con la desparición de Tony Curtis, se va también una época dorada del cine norteamericano, antes de que entrara en decadencia por la falta de buenas historias.
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