Hoy por la mañana recibí una llamada sorpresiva de La Brenda, me dijo: "negrito lindo, estoy en México". Me quedé estupefacto porque su boda es el próximo miércoles 15 de septiembre en Vitoria, España.
Como La Brenda solamente llamó para indicarme que estaba de vuelta en México y no quiso dar más detalles de ese viaje imprevisto, porque colgó el teléfono después de decirme que me llamaría después. No me queda más remedio que especular acerca de este arranque típico en ella.
Esta sería la segunda ocasión en que La Brenda deja plantado al empresario español, José Ignacio Urquiola. Eso sí, siempre ella ha huido con el vestido de novia que su prometido le compró en París.
La Brenda ha adquirido un enorme guardarropa en esta larga estancia por Europa, claro todo a costa de la billetera del rico industrial español, que gustosamente él se la abre para que ella esté contenta y feliz, a su lado.
Esto me lo platicó La Brenda recientemente, me dijo: "imagínate negrito, que tuvimos que comprar una docena de malestas más en París para meter tantos trapos mios, las hijas de mi prometido no podían dar crédito a lo que sus ojos veían, en verdad me aloqué comprando, ya me conoces.".
No entiendo para qué se vendría La Brenda a México, a unos cuantos días de la boda, a menos que sea una fuga planeada para escaparse del empresario español y que todo haya sido una farsa de parte de ella, para sacarle el jugo a la billetera del prometido. pero no es creíble eso, porque ella tiene suficiente dinero propio para comprarse lo que se le dé la gana, siempre lo ha podido hacer. Cuando fuimos pareja, ella viajaba a Estados Unidos, Nueva York, y siempre traía mucha ropa para ella y algo más para mi. Yo siempre pensé, que ella no sabe qué hacer con su dinero, lo tira a manos llenas, vive para el placer momentáneo. Comidas, viajes, ropa, joyas, diversión, son las prioridades de ella.
Si hasta me ofreció mantenerme por el resto de mis días, oferta que rechacé pese a las protestas airadas de mis amigos, porque ser mantenido por La Brenda es mil veces mejor que ser mantenido por el IMSS. Pero, insisto, mi libertad y autonomía no están a la venta.
El único temor que me invade de repente, sobre todo en las noches cuando doy vueltas y vueltas por la enorme cama en que duermo, es imaginarme a La Brenda en Guatemala de un modo imprevisto, sin invitación de mi parte. Es capaz de hacerlo.
No me gustaría recibirla ahora en mi tierra, porque yo no estoy listo para un encuentro con alguien a quien ya saqué de mi corazón, a quien ya le lloré por la pérdida de su compañía, a quien yo ya le había deseado mucha suerte con su nuevo compañero español.
La mera verdad, es que sé que puedo sucumbir a sus encantos arrolladores, ya me conozco de sobra. Veo esa cabellera negra ondulante, ese mujerón de uno ochenta de alto, y esos ojos verdes como aceitunas, y ese cuerpo escultural vestido de Chanel, pues pierdo los estribos y termino diciendo "lo que tu quieras, amor mio". Así que si existe dios, espero que no aparezca en Guatemala La Brenda, yo ya se lo supliqué al creador, que me escuche en mis peticiones sinceras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario