Hoy 22 de septiembre del 2010 se cumplen 100 años de la refundación de la UNAM. El artículo 1 de la Ley Constitutiva de la Universidad Nacional de México, de 1910, establecía como su finalidad la de realizar en sus elementos superiores la obra de la educación nacional, tarea de interés público que ha cumplido con creces, entretejiendo su propia historia con la historia política, social, científica y cultural del país.
El carácter de autónoma lo adquirirá más adelante, con la Ley Orgánica de 1929, lo que es reconocido como principio distintivo de su identidad. La aprobación, en diciembre de 1944, de la Ley Orgánica que actualmente la rige, va a confirmar finalmente las reglas de su relación con el Estado, quien es garante financiero de sus funciones para brindar educación, llevar a cabo investigación y extender la cultura a la sociedad. Labor que la ha convertido en polo literario, filosófico, científico, jurídico, médico, artístico, musical y arquitectural de México, y por la cual acumula múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.
Pero hay también otra historia, la de una institución transformada en una universidad de masas, siempre con una oferta de espacios rebasada por la demanda, que rechaza cada año a miles de jóvenes que desean estudiar el bachillerato o una licenciatura en sus aulas; que debe contra argumentar, con hechos, la necedad de sus críticos nacionales que ven en ella a una universidad sin calidad; que debe batirse, año con año, por recursos públicos para seguir cumpliendo con su labor, entre otros muchos problemas. Así, bajo el compás de una historia también plagada de refutaciones, difícil de narrar en pocas líneas, es que la UNAM ha dado forma a su labor durante 100 años, para obtener resultados a veces modestos, las más de las veces buenos, y otras veces extraordinarios.
En el discurso inaugural de reapertura, Justo Sierra señalaba que la Universidad Nacional de México debía mantenerse íntimamente ligada a la problemática social, siempre abierta a nuevos hallazgos para producir un conocimiento nacional que permitiera fincar un saber mexicano y, al mismo tiempo, reconocía que debía mantener siempre una posición internacional
El orgullo de pertenecer a la UNAM es lo que caracteriza a muchos intelectuales y profesionistas , que hoy se encuentran dedicados a la enseñanza universitaria, a la investigación científica y la promoción y difusión de la cultura.
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