En la literatura hay un elemento esencial, que es la creación del personaje, o los personajes. La ficción nos permite construir al personaje basados en unos cuantos rasgos de su personalidad o de su aspecto físico. También por sus acciones singulares o ideas diferentes al resto de los demás seres humanos.
Mucha gente ordinaria, común y corriente, puede trasformarse en un auténtico personaje porque así lo ha decididó el escritor.
Todos nosotros podemos perfectamente encajar en un personaje gracias a la imaginación de un novelista.
Dejemos de lado, por un momento, la invención de los personajes literarios.
Ahora adentrémonos en el mundo de los personajes reales, esos de carne y hueso, que circulan por todos lados, mostrando al mundo su peculiaridad del ser y el estar.
Cuando uno decide, por alguna extraña motivación, adificarse como un verdadero personaje, creible para sí mismo, es cuando interviene la conciencia del ser, aunque el inconsciente suele formar parte del engranaje del personaje también.
El primer paso consiste en que uno debe creerse su personaje, que se sienta verdadero, que sea una pose natural.
Ser un personaje requiere mucha creatividad para poder singularizarse, dentro de un mundo masivo, donde todos se parecen tanto en cómo se visten o cómo piensan.
Los personaje que mejor identificamos como tales, son aquellos que tienen un rasgo físico único, una característica que los hace seres irrepetibles. Por ejemplo, una cicatriz en pleno rostro, una cojera evidente, un ojo de vidrio, un mechón de pelo cano en medio de una cabellera negra, una estatura grande o pequeña, una musculatura descomunal, unos senos gigantescos, unas caderas monumentales, una ceguera obvia, la falta de un brazo o una pierna, un ojo verde y el otro azul, una obesidad o una delgadez extrema. Unos tatuajes hermosos.
Esos personajes, se notan en el mundo, aunque uno no los conozca personalmente, son evidentes.
Hay personajes que tienen algo suyo muy particular, por ejemplo sus ideas, su manera de hablar, su oratoria, su modo de escribir, su hambre voraz, su manera de beber alcohol o de fumar, su ser enamorado.
Aparte, se le puede agregar al personaje construido, un estilo de vestir y calzar. Por ejemplo, el uso del sombrero, cierto calzado, ciertas telas, ciertos escotes, los accesorios sobre el cuerpo,
El Gran Gatsby, Marlyn Monroe, Brigitte Bardot, Rock Hudson, Elvis Presley, Madonna, Olga Brinsky, Tongolele, etcétera. El mundo artístico exige a sus integrantes el ser diferente a los demas, por ello menciono los ejemplos obvios.
¿Quiere ser usted un personaje para los demás?
¿O, solo para usted mismo?
Imagínese, sueñe, con "su" personaje, y hágalo real. Es fácil, solamente eliga adecuadamente la vestimenta y hágala su estilo personal. Vea qué manera de caminar le resulta más interesante, y qué modo de reírse se adapta mejor a su personalidad. Nose olvide de manejar algunas ideas brillantes, originales (ojalá leyera bastante, eso ayuda), cultive el sentido del humor o de plano vuélvase un gruñón amargado. Puede elegir entre ser simpático o antipático.
Cuando encuentre ese personaje que ha deseado ser toda la vida y no se atrevía a mostrarlo al mundo, pues salga a la calle y exhíbalo con toda su amplitud.
Atrévase, no pasa nada grave si resulta usted ser un personaje insulso, al menos intentó ser diferente por un momento. !!Ánimo¡¡
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