La Brenda ha vuelto a Vitoria, en el País Vasco, después de una luna de miel por Suecia, Noruega y Dinamarca, abordo de un crucero muy elegante.
Hemos hablado horas por teléfono, porque ella quiere contarme todo al detalle, esto lo hace a escondidas de su marido José Ignacio, que al parecer resultó más celoso de lo que él admitía. Lo entiendo, no es fácil ser marido de La Brenda, siendo ella tan espectacular por su belleza y atractivo.
La Brenda le tiene pavor al mar, y en este viaje en barco por el Mar Báltico, les tocó mal tiempo, mucho frío y grandes oleajes que cimbraban la nave. Razón por la que ella se encerró en su camarote y casi no salio a cubierta, además de pasarse todo el tiempo con la sensación de mareo y asco.
La vida en el barco, de bandera noruega, era fascinante todo se encuentra dentro del barco; boutiques, buenos restaurantes, pistas de baile, piscinas cubiertas y con agua caliente, etcétera.
La Brenda pudo lucir sus atuendos de invierno, los finos abrigos de piel, los trajes de lana, los gorritos soviéticos, las botas de cuero muy altas. Aunque, conociéndola, ella hubiera preferido un crucero por el Caribe y ponerse su enorme colección de bikinis, para deleite de los caballeros ahí presentes.
A La Brenda le encanta llamar la atención no solamente de los caballeros sino también de las mujeres, sus congéneres, porque es provocativa en su arreglo personal, la estatura le ayuda mucho, mide 1.80, y aparte usa tacones altos, lo que la convierte en una mujer gigante pero bien proporcionada. Los que se sorprenden con su belleza muy mexicana, es porque sus grandes ojos verdes, no son comunes, y su tez morena clara y su cabello negro intenso le hacen resaltar su atractivo físico, además suele reírse un poco fuerte, lo que atrapa la atención de todos a su alrededor.
Yo no pregunto nada cuando estoy al habla con La Brenda, ella no deja un espacio libre para intercalar ni siquiera un suspiro mio, habla y habla de corrido, sin respirar.
Me comentó en confianza, me dijo: "aquí entre nos, la luna de miel con José Ignacio fue un desastre, es un impotente sexualmente hablando, y un aburrido hombre de negocios, solo de eso conversa conmigo". "Cómo extraño los viajes contigo, siempre muertos de la risa los dos, divertidos hasta el cansancio", me dijo casi llorando.
El viaje por el Mar Báltico en ese majestuoso barco de lujo, le dejó a La Brenda un nuevo y vistoso guardarropa de invierno, para cuando vayan al Polo Norte algún día.
De las ciudades que visitó, me dice: "de esos lugares luego te platico, no me gustaron nada, inclusive fuimos a Leningrado y me resultó sosa la ciudad, no hay nada qué hacer ahí para unos turistas ignorantes como nosotros".
"No me quejo nada de lo generoso que es conmigo José Ignacio, tengo carta abierta para mis gastos con las tarjetas de American Express que el me obsequió. Gasto a manos llenas, porque creo que lo valgo, si el quiere tener una mujer como yo, cuesta mucho dinero; tú lo sabes bien, mi negrito lindo".
"Ahora viene lo peor para mi, dice La Brenda. Tengo que acostumbrarme a la vida en España y a mi, México no lo puedo olvidar ni un minuto. Y a ti tampoco,negrito consentido".
"Tengo una linda casa de campo, que José Ignacio acaba de adquirir para nosotros, pero el problema es que él desea que sus hijas, solteras ambas, vivan con nosotros. Me opongo terminantemente a esa propuesta descabellada. No, no y no".
Me suplica La Brenda: "Negrito, ¿qué hago? Dime, aconséjame, cuál es el camino".
Me pongo a cavilar sobre las palabras y deseperanzas de La Brenda, después de la "fantástica" luna de miel por El Báltico y el regreso a la realidad cotidiana, a la rutina de siempre, ella jamás ha sido una ama de casa ni lo intenta. Siempre fue una mujer emprendedora y exitosa para los negocios, por algo representó a la casa francesa de cosméticos más importante del mundo.
No me imagino a La Brenda, toda perfumada ella, elegantísima con un delantal encima del traje sastre de Dior, haciendo su quehacer de la casa armada con tremenda escoba y recogedor. Imposible.
El aburrimiento mata siempre a La Brenda, ella quiere siempre lo novedoso, la aventura de vivir cosas nuevas y sorprendentes todo el tiempo. Y creo que José Ignacio no es el tipo de hombre adecuado para esos jaloneos imprevistos de La Brenda.
Algo me huele mal. La Brenda abandonará el barco, no el del crucero elegante, sino el barco de su matrimonio actual, para largarse a México de nuevo, a lo suyo, a su ambiente de negocios. Esto es lo que puede suceder a corto plazo, conociéndola como la conozco yo.
Finalmente, La Brenda que es muy sensible, se echó a llorar como descocida al teléfono, lamentándose de cosas que hizo y que ahora se arrepiente mucho.
Como siempre me pide que la salve ahora de esta situación matrimonial, diciéndome: "Negrito, basta una llamada tuya y yo me vuelvo a México y me voy a vivir contigo."
Una amiga querida, me dice que se sorprende del poder que tengo sobre La Brenda, la verdad es que no hay tal poder sobre ella, es la menos indicada para asumir el papel de esclava o autómata. No. Es una mujer libre e independiente, pero necesita mucho amor y comprensión, como muchas otras tantas mujeres.
Yo lo he dado a La Brenda cosas intangibles, que no pasan por las chequeras o las tarjetas de crédito, le he dado simplemente...
Mmmmmmm Brenda!! Ya me olía que no todo era color de rosa. Muy inquieta , no para pertenecer a un lugar ni a un solo hombre, menos para estar casada. Como que el gran corazón de alguien que conocemos la recibirá de vuelta.
ResponderEliminarRealmente parece ser una mujer muy interesante la Brenda. Se ve que ejerce muy bien ese sutil arte de mantener el deseo circulante. Será siempre una mujer vigente ella si así se lo propone. No me la hago con un señor vasco; aunque no quiero generalizar, noté un poco de seriedad en las formas de ellos...y Brenda...tan vivaracha ella.
ResponderEliminarYo le deseo una vida llena de esos sobresaltos que puede que sean su mera comida, como decimos los chapines.
Estaré atenta a tu próximo relato sobre sus ires y venires.