jueves, 3 de marzo de 2011

Amor, ya está lista la cena.

Cecilia se casó con el hombre más guapo y apuesto de su barrio, el mentado Ricardo.

Ricardo era un gran seductor, aun estando casado. Era realmente un Adonis, parecía una estatua griega, perfecto su perfil. Y, su cuerpo no se diga.

Cecilia se enfurecía con frecuencia por las andanzas de su marido adorado. Y decidió actuar para frenar los ímpetus libidinosos de Ricardo, ideando un plan perverso que fuera definitivo.

El plan entró en funcionamiento de inmediato. Desde ese mismo instante Cecilia decidió atender bien a su marido, desde el punto de vista culinario. Ya que la sexualidad estaba cancelada, él prefería hacerlo con otras.

Tomó varios cursos de comidas étnicas: italiana, francesa, tailandesa, china, japonesa, brasileña, polaca. Y se graduó como chef Cordon Bleau.

Ricardo fascinado con las atenciones de su esposa en la buena mesa, invitaba a sus amigos frecuentemente a comer con él. Todos degustaban esos platos variados y exquisitos. Las cenas eran abundantes y grasosas.

Un buen día, Ricardo despertó sudando frío y gritó: !Cecilia, me ahogo¡ su corazón latía a toda velocidad y su pulso estaba a punto de explotar en una embolia.

Ricardo nunca supo en qué momento pasó de pesar 70 kilos a 140 kilos. Y en qué momento las mujeres ya no le hacían el menor caso. Todo fue en un plazo breve.

Cecilia vive ahora muy feliz, y le apodan cariñosamente sus amigas: la viuda alegre.

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