sábado, 5 de marzo de 2011

Muere el compañero de viaje del Che.

Alberto Granado, el legendario amigo y compañero del guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, con quien recorrió en moto buena parte de Sudamérica en un viaje iniciático que, en cierto modo, marcó la historia del continente, murió este sábado en su casa de La Habana a los 88 años.

Nacido en Cordoba (Argentina), Granado fue el mejor amigo de juventud de Guevara y su contraparte y cómplice en el proceso de transformación en revolucionario durante aquel viaje que duró nueve meses y en el que recorrieron más de 14.000 kilómetros, desde Argentina hasta Venezuela, pasando por Chile, Perú y Colombia.

Basada en los diarios que ambos escribieron de aquella experiencia, su aventura, con el nombre de Diarios de motocicleta, fue llevada al cine en 2003 por iniciativa de Robert Redford, con Walter Sales como director y los actores Gael García Bernal, como el Che, y Rodrigo de la Serna, como Alberto.

Al comenzar el periplo en su moto, una Norton 500 bautizada como La Poderosa, él tenía 29 años y ya era bioquímico. Guevara, que no había terminado de estudiar Medicina, tenía 23. "Íbamos a conocer mundo, pero el viaje nos cambió a los dos. Ernesto se hizo un ejemplo, empezó a ser Che; yo aprendí que en vez de conocer el mundo había que transformarlo", recordaba Granado en una reciente entrevista con este diario.

Solía repetir que las injusticias que vieron entonces y lo que vivieron juntos aquellos meses marcaron para siempre sus ideales. También sellaron una amistad que para él siguió "viva" hasta el último momento. "Pese al tiempo transcurrido, cuando tengo una duda aún me pregunto qué pensaría de eso el pelado. La respuesta siempre es fácil: como siempre te llevaba por la parte dura, por la de la honradez y los valores, pues es sencillo qué hacer", afirmaba.

Granado era un hombre afable, con un gran sentido del humor y amante del vino tinto y de la buena conversación. Fue entrevistado por más de mil periodistas, que le preguntaban más o menos lo mismo, aunque no se molestaba. "Mejor, así no me pongo nervioso", decía.

Sesenta años después de la aventura, recordaba muchos detalles de aquel viaje. "Fue un 29 de diciembre de 1951; no salimos el 28 porque era Día de los Inocentes y la gente hubiera pensado que no iba en serio... Pero con el Che, de guasa, nada".

El recorrido terminó en Venezuela, el verano de 1952, donde se separaron. Granado regresó a Argentina y trabajó como bioquímico. Ernesto siguió su camino revolucionario y fue a dar a la Guatemala de Jacobo Arbenz, y después a México, donde conoció a Fidel Castro y se embarcó en el yate Granma y en la aventura —esta sí, con tiros— de la revolución cubana. Tras el triunfo de los guerrilleros, el Che, convertido ya en el comandante Guevara y nacionalizado cubano, lo invitó a viajar a la isla.

Se instaló en La Habana en 1961 y durante años trabajó como profesor en la Escuela de Medicina. Después pasó al Centro Nacional de Salud Animal, donde se jubiló en 1994. "Cuando uno lleva 30 años dirigiendo un departamento se convierte en un freno, debe irse para dar paso a los jóvenes...", comentaba. Fue guevarista y revolucionario hasta el último día de su existencia.

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