miércoles, 16 de marzo de 2011

Una breve historia de amor.

El la miró de lejos, ella estaba con alguien hablando, él se acercó y saludó a la otra persona; esa persona se fue de improviso y los dejó solos. Intercambiaron breves frases de cortesía, la atracción fue mutua, él le pidió sus datos y ella de inmediato accedió.
La clave de todo esto fue el que ella puso también su número telefónico en el papel, además del correo electrónico. El pensó que esa era una buena señal. El la vio a los ojos y entendió que sí era posible establecer una relación. El se encaminó aprisa hacia la salida de la reunión, ella lo persigue corriendo detrás de él. En la calle intercambian varias palabras, y algunas sonrisas. El le dice te escribo ahora mismo, nada más llego a casa.

El llega a casa y de pronto le inspira escribirle a ella. ella recibe la nota y se alegra. El encuentro inicial fue el martes, y ella propone un encuentro cara a cara, después de recibir esa oferta de él. Tres días después, se citan lejos de la ciudad y conversan por espacio de 7 horas sin parar. La atracción es palpable para él; ella sonríe y cierra los ojos cada cierto tiempo. Se toman unas fotografías con su cámara, que nunca la suelta, y él se siente complacido por eso. Un dolor en su cuerpo la descompone por completo, él la abrazó y le acarició la cabeza sin decir palabra alguna, ella se alivió un poco con esos mimos.

La siguiente cita para un encuentro es el domingo, dos días después de la primera cita, y ellos hablan varias horas por la tarde en un café. en un momento preciso, él le dice a ella, vente junto a mi, ella se acerca y él le toma la mano con cariño. El se acerca a su rostro y le planta un beso en la boca. ella se siente complacida e incómoda por el beso en público. Deciden salir del sitio y se van en el auto de ella a otro lugar lejano, en el cual se detienen y se besan apasionadamente, protegidos por los vidrios polarizados de su auto.

Ella suspira emocionada esperando que pase pronto el tiempo para que celebren su primer mes de amantes. Y todavía faltan 15 días.

En el breve espacio en que ha transcurrido este tórrido romance, ya pasó de todo, menos el tiempo necesario, que es lo que le aflige a ella.

Ella se rige por el tiempo cronológico, ese tiempo inventado por el hombre; él, en cambio, vive en otra dimensión temporal, la de la física cuántica.

Para ella, con gran aflicción sólo han pasado unos cuantos días; para él, en cambio, lo ha vivido como una eternidad. Pero son felices cada uno a su modo.

Unos se guían por el reloj para vivir, y otros viendo las estrellas en el firmamento...

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