Decenas de miles de yemeníes se han manifestado en Saná a favor y en contra del presidente Ali Abdalá Saleh, en un pulso que refleja las divisiones del país y su frágil estabilidad. Soldados que responden al general Ali Mohsen, alineado desde el lunes con el movimiento pro reforma, dispararon al aire para evitar que los partidarios del presidente avanzaran hacia la plaza donde se concentran quienes exigen que deje el cargo.
Saleh volvió a declararse dispuesto a entregar el poder de forma pacífica, pero horas antes rechazó una propuesta en ese sentido del general Ali Mohsen y su tono desafiante contradecía esas intenciones.
Los críticos del presidente volvieron a darse cita en la plaza de la Universidad donde una semana antes un tiroteo atribuido a partidarios del Gobierno acabó con la vida de 52 personas. La Coalición Cívica por la Revolución Pacífica había convocado un Viernes de la Despedida, haciéndose eco del camino seguido por los egipcios para forzar la salida de Mubarak. Acosado por la creciente presión interna, Saleh también movilizó a sus seguidores que calificaron la jornada de Viernes de la Tolerancia y se echaron a la calle con pancartas en las que se leía "No al caos, sí a la seguridad y la estabilidad".
"Estamos dispuestos a dejar el poder, pero tenemos que entregarlo a manos seguras, no a revanchistas o corruptos", afirmó Saleh ante sus simpatizantes congregados en una explanada cercana al palacio presidencial.
El jefe del Estado, cuya rara aparición pública fue transmitida por la televisión estatal, también se manifestó "en contra de disparar una sola bala" y dijo que las concesiones que había hecho buscaban evitar un baño de sangre. Desde que empezaron las protestas a finales de enero, Saleh ha tratado de salvar su presidencia renunciando a volver a ser candidato cuando concluya su mandato en 2013, ofreciendo una nueva Constitución e incluso adelantando las elecciones a enero de 2012. Todo ha sido en vano.
Casi a la misma hora que el presidente comparecía ante sus seguidores, se filtraba a la prensa el fracaso de un intento de atajar la crisis por parte del general Ali Mohsen. Al parecer, el número dos del Ejército, que el lunes declaró su apoyo a la oposición, habría propuesto a Saleh que ambos dejaran sus cargos, salieran del país con sus familias, y dieran el relevo al vicepresidente, Abd Rabbo Mansur, o a un consejo civil. La agencia Reuters asegura que las conversaciones contaban con los auspicios de EEUU y, según France Presse, la reunión se llevó a cabo en casa de Mansur, en presencia de los presidentes de ambas cámaras del Parlamento.
"No podemos ceder el poder a una ínfima minoría", señaló Saleh minimizando el peso de una oposición que crece por momentos. "Es a vosotros a los que corresponde entregar el poder y no a los demagogos y los anarquistas", alentó a sus seguidores. "Nos mantendremos firmes y les haremos frente con todo el poder que tenemos", añadió.
Sus palabras fueron recibidas con gritos de apoyo de los asistentes, en su mayoría miembros de tribus que permanecen leales al presidente. "El pueblo quiere a Ali Abdalá Saleh", coreaban parafraseando el lema que se ha convertido en el marchamo de las revoluciones árabes, "el pueblo quiere la caída del régimen", que es lo que coreaban unos kilómetros más al sur sus oponentes.
Desde la matanza del viernes pasado, una oleada de deserciones de jefes militares, miembros del partido gubernamental y otras personalidades ha aumentado el aislamiento de Saleh y reforzado a los acampados en la plaza de la Universidad. Pero hoy el temor a una nueva intervención de los progubernamentales mantenía la tensión alta. Soldados favorables a los manifestantes patrullaban el perímetro de la plaza y cacheaban a quienes querían acceder a ella, según relató por teléfono uno de los presentes. Dentro, conscientes de la atención de los medios de comunicación, miles de tarjetas rojas exigían "eryal" (vete), en un árabe coloquial y directo.
A la vista de su discurso, no está claro que Saleh haya entendido el mensaje. Mientras, tanto EEUU como Arabia Saudí, sus principales aliados, siguen atenazados por el temor a que Al Qaeda pueda sacar partido de un eventual vacío de poder. El secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, dijo el jueves que su país no ha hecho planes para un Yemen post Saleh. Sin embargo, según medios locales, Riad ha formado un gabinete de crisis con militares, personal de inteligencia y analistas políticos para debatir la situación y establecer contactos con todas las fuerzas ante la eventual salida del hombre que ha presidido Yemen durante los últimos 32 años.
Por otra parte, la Coalición Internacional que se ocupa de vigilar las rutas navales y de la lucha contra la piratería en la zona "está tomando medidas adicionales para garantizar la seguridad de la fuerza naval y del tráfico marítimo en el Golfo de Adén y otras áreas próximas a Yemen", según confió una fuente militar en Manama, donde tiene su cuartel general.
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