lunes, 8 de noviembre de 2010

La Brenda ¿Espiritual?

Me habla La Brenda para contarme que ya se convirtió en una mujer espiritual, bueno un poquito nomás, gracias a que participó en un retiro de tres días, dedicados a la meditación y la práctica de la yoga, en el pintoresco pueblo de Tepoztlán, Morelos, México.

Además, me dijo, "¿que crees negrito hermoso?, me metí en un temazcal para una purificación del cuerpo y del alma. Me estaba sofocando por el intenso calor de las piedras ardientes que emanaban vapor. Pero estuvo padrísimo todo".

La Brenda y sus amigas, La Renata, La Beatriz y La Déborah, son inseparables, van juntas a todas partes, ya sea de parranda, al cine, a bailar y a cursos de cosmetología. Juntas las cuatro asisten desde hace mucho a un Spa de San ángel, un sitio elegantísimo para gente de la alta sociedad, ubicado en una casona que fue de un famoso banquero poblano multimillonario.

A ese Spa Acude La Brenda y sus amigas, al menos dos veces por semana, para recibir masajes, mascarillas faciales, tratamientos para el cabello, y poderse meter al sauna a cotorrear, cubiertas solo con una toalla blanca de fino algodón con el logo del Spa.

En una de esas visitas al Spa, al salir se dieron cuenta del anuncio de un curso de meditación que se ofrecía en Tepoztlán, un pueblo mágico, con una energía particular, durante tres días; La Brenda fue la que tomó la iniciativa
de participar y convenció a todas, aunque el curso era bastante caro, valía la pena según ellas, por lo que me relataron después.

Me describió La Renata toda la experiencia en "Tepoz", porque La Brenda tiene alergia por la computadora y se niega a escribir en ella, por ello siempre le pide a alguna de sus amigas que me escriban y cuenten todo.

El sitio de la reunión fue en un hotel propiedad de un médico naturista muy famoso en la región, quien posee también el mejor temazcal del pueblo dentro del hotel.

En la camioneta nueva, blindada, de La Déborah, se trasladaron de la ciudad de México a "Tepoz" las cuatro amigas inseparables, y en otro vehículo viajaron las maletas, cada quien llevaba cinco malestas para tres días, pensando en que se iban a cambiar de ropa unas tres veces al día. Todas son unas "fashion de marca"; además acaban de volver de shopping de Nueva York, así que querían estrenar algunos trapos exclusivos. Y pensaron que ésta era la ocasión propicia.

Se presentaron todas a la sesión informativa en uno de los bellos jardines del hotel, para su sorpresa todo el grupo era formado por mujeres solamente, eso sí de la "alta sociedad" como les gusta definirse a ellas.

Todas ellas perfectamente arregladas para un retiro espiritual, de blanco absoluto de pies a cabeza pero con ropa de marca adquirida en boutiques del extranjero. La Brenda fue la única que se presentó ataviada de blanco con un sari de seda, integrado por un pantalón holgado y el famoso blusón hindú, además se puso en la frente el lunar rojo, en lugar de la cinta roja que había pedido la guru que dirigía el retiro.

Al día siguiente fueron levantadas todas a las 5 de la mañana, para dar inicio a las actividades. La Brenda batalló para levantarse, ella suele levantarse todos los días con el fresco de las 10 de la mañana. Esto es un crímen, se quejó luego conmigo.

Los tres días fueron intensos para todas, se levantaban de madrugada y se tenían que acostar a las 9 de la noche: Las comidas fueron ligeras y escasas: mucho yogurt, pepinos, lechugas, tomate, rábano, zanahoria, berro, granola, semillas de girasol en abundancia, te de hierbas medicinales.

El resto del día se dividía en dos largas sesiones: una por la mañana y la otra por la tarde. Siempre sentadas en círculo y en posición de flor de loto, las 20 mujeres tuvieron que aprender a "callar el loro interno que tienen en la cabeza y que no para de hablar", esto fue mediante ejercicios de respiración y relajamiento provenientes de la yoga que practica la guru que dirigió el retiro, Ayurveda.

Lo que fue demasiado complicado para las participantes es que les prohibieron hablar durante los tres días, salvo a cierta hora por la noche, y eso solo lo indispensable, nada de cháchara sin sentido. Para La Brenda eso fue un verdadero suplicio, porque ella habla hasta por los codos, y, aparte, mal comida, y como es ella de tragona, todo se le hizo insuficiente para sostener su metro ochenta de estatura. Me dijo: "negro lindo, me moría de hambre en las noches, ya aullaba como perra. Eso es un un acto de tortura demasiado elevado para tan poca espiritualidad que logré en esos tres días".

Además, comentó La Brenda: "no sirvió de nada haber llevado tantas maletas con ropa nueva, nunca nos pudimos cambiar más que una vez al día. Eso no es justo, verdad mi vida?

El último día, en grupos de 7 mujeres, se fueron metiendo al Temazcal (casa de piedras calientes, en nahuatl), en sesiones de 4 horas cada una.

A La Brenda y a sus amigas les tocó juntas en el primer grupo, que ingresó al Temazcal a las 4 de la mañana. Todas se pusieron muy monas con sus divinos trajes de baño, La Brenda con su infaltable bikini azul turquesa, las otras muy normales. Pero les indicó la guru a todas, que se despojaran de sus trajes de baño para entrar desnudas al Temazcal, cosa que la mayoría reaccionó con pudor y verguenza, y eso que solo eran mujeres.

Les explicó la guru que hay dos clases de baños de Temazcal, uno es curativo y otro es ceremonial, y que el que harían ahora es ceremonial. Ese lleva más tiempo y muchos rezos en nahuatl dirigidos a los 4 rumbos, se canta y se "reza" ahí dentro.
La Brenda muy sofocada con el intenso calor y el penetrante olor a hierbas medicinales cocidas, quiso salir corriendo a respirar aire puro afuera y no se lo permitieron, en esa extrema oscuridad las mujeres entraron en una especie de catarsis emocional, todas se pusieron a sollozar inconsolablemente, mientras la guru seguía cantando una melodiosa canción en nahuatl. A las 4 horas de estar metidas dentro del Temazcal, fueron saliendo una a una, y se fueron acostando en unos petates especiales para descansar y unas colchas para envolverse y no perder el calor del cuerpo, y luego les dieron a beber grandes cantidades de te medicinal.

La Brenda se levantó al poco rato, se fue a la habitación se puso un precioso bikini verde y salió a nadar a la piscina, estaba un tanto fastidiada de esas prácticas espirituales que no le permitían ni hablar ni comer como la gente.

Cenaron todas las mujeres juntas, ya podían hablar, y no pararon, parecía que nadie escuchaba a los demás, los monólogos eran intensos y vehementes. Ahora si la cena fue esplendida, frutas frescas de entrada, carne asada, pastas italianas y muchos postres deliciosos, café capuchino y un vino blanco para celebrar la "graduación" de ellas.

La Brenda tomó el micrófono, como siempre, y se puso a cantar a capela todo su repertorio de canciones rancheras, para eso ya se había ataviado con un hermoso vestido comprado en Nueva York, y todos los accesorios eran del mismo color. Se veía espléndida como artista de la televisión, algunos creían que ella era la Maribel Guardia.

Ya de regreso a la ciudad de México, relata la Dévorah, todas no pararon de hablar de la experiencia vivienciada durante los tres días del retiro, coincidiendo en que sí les había cambiado un poco la visión de la existencia misma y que estaban dispuestas a ser más espirituales de ahora en adelante.

La Brenda desde el asiento de atrás levantó la voz y dijo: "No sé a qué putas vinimos aquí, comimos mal, dormimos mal, no pudimos hablar a gusto, y todo el santo día sentadas oyendo pendejadas, ya tenía las nalgas dormidas y las piernas entumecidas por estar sentadas así. A mi la espiritualidad me vale madres, yo seguiré con lo mio, y lo mio es gozar la vida y lo demás son chingaderas".

Las carcajadas estruendosas salieron de la camioneta blindada que ya iba a toda velocidad de regreso a la ciudad México. Al rato todas cayeron dormidas profundamente, el chofer solo oía los ronquidos de las señoras, tan modositas ellas...

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