martes, 2 de noviembre de 2010

No existe alternativa al capitalismo.

Uno de mis maestros esenciales en el tema de la posmodernidad, es sin lugar a dudas, Guilles Lipovetsky. Inclusive lo invitamos a México a impartir un seminario en la universidad acerca de su obra fundamental: "La era del vacío", publicada en el año de 1983.

Lipovetsky, profesor de filosofía en la Universidad de Grenoble, Francia, critica fuertemente a los colegas filósofos que no quieren ver el presente y lo inmediato, como si eso no fueran sustancias del ser humano actual.

Cuando impartía clases de filosofía a nivel universitario, maestría, puse a mis alumnos a leer a Lipovestky, en ese tiempo un intelectual francés desconocido para muchos, causó grandes polémicas no solo el ensayo sobre lo frívolo y efímero que aborda en "la era del vació", sino lo que vino después como avanzada teórica del posmodernismo: "El imperio de lo efímero" y "La moda y su destino", posteriormente sigió escribiendo en esa línea crítica de la sociedad posmoderna tan centrada en el individuo, tan narcisista, y tan consumista hasta el extremo del delirio.

Hoy El País, nos ofrece algunas ideas expuestas por ese filósofo tan acucioso en el estudio de la posmodernidad.

"Si los empresarios españoles pueden utilizar aunque sea una pequeñísima idea de lo que digo para mejorar las cosas, no me sentiría en absoluto molesto", explica Gilles Lipovetsky (París, 1944).

El filósofo francés, célebre teórico de la posmodernidad que describió hace casi tres décadas en La era del vacío, entiende que el capitalismo es indefectible, y que por ello no hay que negarse a mostrar a los dirigentes las bondades que tiene, por ejemplo, no exprimir demasiado a los empleados.

"En Francia hay una tradición secular de extrema izquierda".

"Yo no demonizo ni al capitalismo ni a la empresa", relata, poco antes de intervenir en Santiago en la convención de directivos de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD).

El filósofo tranquilizó a los asistentes, llegado su turno, sobre los efectos de la crisis en los hábitos de consumo: serán pocos, pues la tendencia al hiperindividualismo es irrefrenable. "Nuestra época no dispone de ningún sistema alternativo creíble a la mercantilización total de los modos de vida", aseguró vehemente.

Aunque suele declinar pronunciarse sobre cuestiones políticas concretas -"yo soy un observador", repite- Lipovetsky sí accedió a opinar sobre el retraso en la edad de jubilación en Francia y las protestas que la medida ha ocasionado en las calles.

"Era inevitable modificar la legislación con el aumento de la esperanza de vida", defiende, y achaca el rechazo de la población a renunciar a las conquistas sociales a la "tradición secular de extrema izquierda, que no es electoralmente poderosa pero ejerce una presión moral sobre la izquierda gubernamental que hace imposible aprobar reformas".

Del presidente francés, Nicolas Sarkozy, Lipovetsky dice que es un "hijo de la televisión". "Donde Mitterrand podría citar a Balzac o Maupassant, Sarkozy cita a Clark Gable", resume, y añade: "En sí mismo sí es un hiperpresidente, pero su forma de querer condensar los poderes es más una tradición francesa que un rasgo de la hipermodernidad".

Pero si Lipovetsky se dice liberal, rechaza la vertiente extrema de la ideología. "El ultraliberalismo puede representar una amenaza para la democracia, porque recompone las desigualdades de clase", señala, al tiempo que reivindica el papel de los Gobiernos: "Hace falta que el Estado controle la locura del mercado; si no, solo estarán los poderosos y los otros".

"La era del vacío", es una obra fundamental para todos aquellos interesados en desentrañar qué es eso de la posmodernidad y con qué se come.

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