martes, 1 de marzo de 2011

Cómo nacen las cosas, los inventos.

Engelbart apenas consiguió 10 mil dólares por inventar el ratón para el ordenador que luego supo sacarle provecho el creador de Mac, Steve Jobs. O Walter Hunt, inventor del imperdible, vendió su objeto para pagar una deuda de 15 dólares y hoy en día este producto sigue dando beneficios. Éstas son algunas historias que se recogen en el libro ‘Así nacen las cosas’ (Editorial Electa) del diseñador y arquitecto Juli Capella. El autor desvela el origen y la evolución de 40 objetos cotidianos, como el clip, el reloj de pulsera, la cafetera o el váter. Muchos inventos de los que algunos nacieron por error, como el post-it, y otros gracias a una colleja, como la aceitera antigoteo de Marquina.

-¿Cómo nació su libro 'Así nacen las cosas'?
- Nació hace exactamente 35 años. Fue un verano de…(sonríe)

- ¿De veras?
- Siempre ha estado rondando en mi cabeza destripar cómo nacen las cosas. De hecho, cuando llegaban los Reyes Magos, en vez de salir corriendo a jugar con los juguetes, mi especialidad era desmontarlos.

- ¿A usted le hubiera gustado ser inventor?
- Cuando acabé los estudios fui a la Universidad a preguntar dónde se estudiaba la carrera de inventor. Entonces se pusieron a reír y me dijeron que esa carrera no existía. Con lo importante que es inventar cosas me sorprendió mucho que no hubiera una carrera de inventor. Entonces estudié diseño industrial. Y eso me gustó. Hice unos cursos y con gran satisfacción los profesores me echaron. Me dijeron al acabar el curso que iba muy bien pero que hiciera algo serio, ingeniería o arquitectura. Les agradezco mucho el consejo porque sin duda arquitectura me dio una solidez para poder entender muchas cosas.

- ¿Los diseñadores son los inventores de hoy en día?
- No. Al principio las invenciones tenían muy poco que ver con el concepto actual de diseñador como el que da forma a las cosas. Más bien era gente ingeniosa, perseverante, obsesiva que estaban enfrascados en lo que podemos llamar la eclosión de la revolución industrial. Con la industrialización, en el siglo XVIII, nace un nuevo oficio que realmente es el de inventor pero con una voluntad clarísima de resolver cosas para un mercado masivo.

- Así que esa imagen de romanticismo que se tiene del inventor es un tópico, ¿no?
- No es un inventor romántico ni artista sino que es un tipo pragmático que tiene que resolver cosas para el máximo número de gente y hacerlo de la forma más automatizada posible. Sobre todo que se pueda fabricar. Por eso, muchas veces el inventor en realidad es el propio fabricante o va de la mano de un fabricante. Y no es hasta los años 20 del siglo XX que nace la profesión de diseñador industrial. Y tiene su eclosión apoteósica en el consumismo de los años 60. Hoy en día sin el diseño no se entiende ningún objeto.

- En su libro analiza un total de 40 objetos cotidianos, desde las gafas de sol hasta el clip o la silla. ¿Quién está detrás de estos objetos?
- Con este libro pretendo contagiar al lector de mi pasión por el diseño pero de una forma simpática y positiva. Cuanto usted ha ido esta mañana al lavabo, la taza del váter alguien la diseñó. Y el papel resulta que lo diseñó una empresa militar para aprovechar unos excedentes de celulosa, que era el sustituto del algodón para las heridas de guerra. Como acabó la guerra y sobra excedente de ahí nació el kleenex y después el támpax …

-Interesante…
- Como la historia de la cremallera. ¡Hace falta más de cien patentes para llegar hasta la cremallera de la bragueta que hoy se utiliza! Fíjese que todo lo que le rodea le da servicio y le hace la vida un poco más feliz gracias al esfuerzo del ser humano que su función es diseñar.

-¿Hoy en día está todo inventado o diseñado?
-No. Afortunadamente está todo por inventar. Hay muchas cosas para mejorar y resolver en el diseño de la vida cotidiana. Por tanto, yo creo que tiene que haber un campo infinito para mejorar las cosas y nunca se llega a un diseño perfecto.

-¿No hay límites inventivos?
- Las cosas no mueren sino que se van perfeccionando y mejorando. Siempre se puede introducir una mejora a un producto.

- Por ejemplo…
- Alguien podría decir que el clip es perfecto y no se podría perfeccionar más. Mentira. Existe una cosa que se llama clip labial para que entre mejor el papel. Tampoco hace falta una gran tecnología para crear algo nuevo. Un ejemplo es el post-it. Tiene sólo unos 30 años.

- Un invento que curiosamente nació por error. Como dijo Mark Twain: 'Accidente es el nombre del más importante inventor'. ¿Es así en muchos casos?
- Sí, pero yo te añado una cosa. Siempre y cuando el que ve el accidente sea un tipo muy listo y preparado. Te cuento la anécdota de cómo nació el velcro. Un ingeniero suizo, George de Mestral, iba de paseo por el campo con su perro. Era primavera y en el camino se le iban enganchando en la ropa unas pequeñas semillas con ganchitos. Se da cuenta que cuesta mucho sacarlas y piensa en un sistema muy bueno de adhesión. Es un accidente observado por alguien capacitado.

- Si algunos objetos han nacido por error, otros al final han tenido otro uso al inicial, ¿no?
- La viagra estaba hecha para un tema circulatorio y entonces resulta que lo que producía es una erección y se acaba utilizando para eso. Otro ejemplo simpático es el del Frisbee, el disco volador. Era la bandeja de los pasteles de universitarios que cuando acaban de comerlos se entretenían tirando las bandejas. Luego se perfecciona. En el libro intento desvelar el origen pero también el ingenio que ha habido detrás de cada una de estas piezas.

- A veces este ingenio ha sido incomprendido. ¿Leonardo da Vinci sería un ejemplo?
- ¡Leonardo da Vinci era la bomba! Ejemplariza el genio que se adelanta. Él hizo de todo. Inventó el primer aparato volador, el primer tanque, catapultas defensivas, casi una especie de submarino e incluso un váter que se parece mucho al que al final hemos tenido. Aunque quizás el váter es uno de los objetos más complejos del libro, no triunfó en su momento. Un invento no cuaja hasta que la sociedad no está preparada.

- ¿Qué otros ejemplos tiene?
- Un ejemplo que me gusta mucho es el del científico norteamericano Engelbart, el diseñador del ‘mouse’. Su proyecto lo rechaza la NASA, Xerox o HP. Al final Steve Jobs, el fundador de Apple, hace una visita en Palo Alto al centro de investigación de Xerox y le mostraron la herramienta experimental del ratón. Entonces se da cuenta de su potencial y desarrolla uno nuevo y más sencillo para el Mac. Han pasado 20 años. En temas tecnológicos es una eternidad. Yo creo todavía no estaba maduro el tema. Engelbart sólo cobró unos 10.000 dólares por su creación.

- En este caso el inventor no tuvo mucha suerte…
- Yo también me pregunto quién es realmente el padre de un invento y la respuesta es que en realidad se concibe un poco de forma familiar. No he visto ningún objeto que sea de solo una persona.

- En el libro también incluye un objeto de origen español, ¿no?
- Cristóbal Colón lo descubrió en el Nuevo Mundo, de donde procede la planta del tabaco. Cuando llegó a Cuba en su primer viaje los nativos se le acercaron en canoas y le ofrecieron diversos presentes, entre los que se encontraban unas hojas secas que no entiende y las tira por la borda ya que él va a buscar oro. Entonces dos de sus marineros ve a los indios fumar y de ahí nace el tema del tabaco. Lo plantan primero en los monasterios como cosa medicinal y después cuando la monarquía ve el potencial que tiene el tabaco hace un monopolio. Y otros países también empiezan a comercializarlo. Pero las hojas llegan a Sevilla, que tiene el monopolio del comercio.

- ¿Todo empezó desde Sevilla?
-En Sevilla se creó la primera Real Fábrica de Tabacos para centralizar la elaboración y distribución de este producto. Y es allí donde al parecer se liaron los primeros cigarrillos de la historia. En cualquier caso, es evidente el origen español de la palabra cigarro y su diminutivo cigarrillo, y que en todos los idiomas se usa un derivado fonético de la palabra española que se afrancesó como ‘cigarrette’ y luego se extendió al mundo anglosajón. El cigarro debe su nombre a su semejanza con la cigarra y el nombre del insecto es muy diferente en otros idiomas, por ejemplo, en inglés es ‘cicada’ y en francés ‘cigale’.

-De los objetos que se han inventado últimamente, ¿cuál es el más revolucionario?
-El iPhone es la cumbre del objeto del siglo XXI. Es un teléfono, una cámara de fotos, un ordenador, un calendario, un bloc de notas, una radio, un juego de ajedrez…y además todo esto es posible llevarlo en una cosa diminuta. Es brutal.

- ¿Cómo serán los inventos del futuro?
-Creo que serán biorgánicos y tecnológicos. Estoy convencido de que ya no llevaremos un reloj en la muñeca, será una cosa primitiva. Nos miraremos la palma de la mano y aparecerá la hora. Llevaremos en la oreja una cosa diminuta y cuando nos hablen en el idioma que sea ese micro aparato irá traduciendo la conversación al idioma que queramos.

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