viernes, 11 de marzo de 2011

Crónicas cerebrales/F. Campbell.

Que un pueblo de Sonora produzca un primera base de los Medias Rojas de Boston o
un pitcher de los Dodgers no le llama la atención a nadie. También puede no
sorprender que en el Sáric el el Sásabe sobresalga algún aventurero del mal o
que una de las ciudades sonorenses haya sido la cuna de tres presidentes de la
República. Pero reconocer que uno de sus pueblos haya dado un gran científico sí
es como para llamarse a asombro y refrendar el orgullo regional.

Es ese el caso de Ures y de uno de sus hijos, Ranulfo Romo Trujillo, que el
miércoles 9 de marzo leyó su conferencia de ingreso a El Colegio Nacional a la
que puso por título “Crónicas cerebrales”.

El neurofisiólogo Ranulfo Romo nació el 28 de agosto de 1954 en Guadalupe de
Ures, Sonora. Estudió la preparatoria en la Universidad de Sonora, en
Hermosillo, y fue cuarto bat de los Cuervos, en la liga municipal.

Estudió medicina en la UNAM y obtuvo su doctorado en ciencias por la
Universidad de París en 1985. Desde entonces —como lo hizo Arturo Rosenblueth al
final de su vida— decidió hacer investigación en México y no en el extranjero.
Desde 1989 es investigador titular del Instituto de Fisiología Celular de la
UNAM, donde comenzó el montaje de un laboratorio de neurofisiología.

También se formó en la Universidad de John Hopkins (Baltimore), en el Collège de France (París) y pertenece a sociedades científicas como la Mexicana de Ciencias
Fisiológicas y The Society for Neuroscience. En 2010 fue considerado en
Estocolmo como candidato al premio Nobel de medicina.

Hizo en su conferencia (a la que no asistieron los literatos del Colegio
Carlos Fuentes, Ramón Xirau, Gabriel Zaid, Enrique Krauze, ni el rector de la
UNAM, el doctor Narro) una crónica de su carrera como investigador en París,
Baltimore, Friburgo, alrededor de la neurobiología de la percepción.

Su objeto de investigación, pues, ha sido el cerebro humano y especialmente
los mecanismos cerebrales que determinan la percepción sensorial, campo en el
que su equipo de investigadores en la UNAM es considerado uno de los primeros
del mundo.

A partir del establecimiento de que el cerebro y el sistema nervioso de los
primates se asemeja mucho a los de los humanos, Romo y sus colaboradores han
trabajado con nuestros “primos hermanos”, los chimpancés.

En sus estudios sobre la memoria ha descubierto que los atributos físicos del
estímulo sensorial son memorizados por las neuronas de la corteza prefrontal.
Este hallazgo abre la posibilidad de investigar cómo el cerebro memoriza
estímulos multidimensionales y a la búsqueda de una explicación más amplia del
mecanismo cerebral de la memoria.

Hasta hace todavía pocos años, el cerebro se consideraba terra incognita. Sin
embargo, lo que hemos sabido del cerebro en los últimos cincuenta años es mucho
mayor de lo que se sabía siglos atrás.

La neurofisiología avanza a un ritmo que no tuvo antes. Nuestra vista, nuestro tacto, nuestro oído, dependen del cerebro. También la toma de decisiones.

No existiría el mundo sin la memoria. Sin embargo, mucha gente descubre lo importante del funcionamiento del cerebro cuando ya no oye bien, ni ve bien, ya no memoriza o ya no puede moverse. Sigue siendo, pues, el cerebro humano una de las más enigmáticas maravillas de la vida en la Tierra.


Nuestra percepción subjetiva del tiempo también ha merecido la atención del
doctor Romo Trujillo. Siempre estamos hablando en pasado, dice. Mientras
escuchamos lo que nos dicen transcurren milésimas de segundo para procesarlo y
al contestar ya ha pasado el tiempo. El cerebro es nuestra identidad. Y lo que
llamamos persona resulta una narración de nuestra memoria.

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