El panorama político después de las elecciones legislativas de julio de 2009 dejó al Partido Acción Nacional (PAN) con una perspectiva a futuro “poco prometedora”, y al presidente Felipe Calderón, ex dirigente de su partido, “abrumado e inseguro acerca de qué ruta seguir para aterrizar sus proyectos políticos”. Es la descripción que hace el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, en un cable fechado el 4 de diciembre de ese año (09MEXICO3423).
Mientras los panistas cruzan este “periodo de desafíos” –dice el diplomático–, “el opositor PRI va en ascenso, gestionando una unidad ilusoria en un esfuerzo para ganar las diez elecciones para gobernadores estatales” de 2010, “y cuidadoso para evitar cualquier paso en falso que pudiera poner en riesgo su posición de delantero para las elecciones de 2012”.
Este es el panorama político que se presentó al subsecretario de Asuntos Hemisféricos en el Departamento de Estado, en su visita del 6 al 8 de diciembre de ese complicado año.
En aquellos meses, la popularidad de Calderón había bajado abruptamente 10 puntos; según las encuestas, el nivel más bajo desde su llegada a la Presidencia en 2006. Más preocupante aun era que el apoyo de la sociedad a su estrategia de seguridad, que había sido hasta entonces una de sus posiciones fuertes, registró una pérdida de ocho puntos.
“Es evidente –señala el análisis– que Calderón cree que un repentino éxito en su lucha contra el narcotráfico dará un impulso a su situación política. Esto explica hasta cierto punto su renovado interés en ampliar nuestra cooperación dentro del plan Mérida y de dar pasos decisivos en la frontera. Son bien conocidos los retos en este terreno: un estamento militar de mentalidad insular y resistente a su modernización; un sistema político estrictamente compartimentado que inhibe cualquier cooperación interagencias; un sistema legal que requiere urgentemente una reforma y una estructura federal débil, que frustra la colaboración entre las autoridades de los tres niveles”.
Pascual, politólogo de formación, diplomático de carrera especializado en Euroasia y especialista en estados fallidos, sin experiencia previa en Latinoamérica (salvo por el dato biográfico de que nació en La Habana), llegó a esas tajantes conclusiones cuando apenas llevaba cuatro meses en México.
Con el paso de los días, la percepción del embajador estadunidense sobre el Presidente y sus opciones en el ajedrez político no mejora.
Así, en su siguiente despacho (09MEXICO3557) del 16 de diciembre, la embajada se centra en las posibilidades que tiene la iniciativa de reformas calderonista frente a un Congreso que le es adverso.
“Las propuestas de Calderón: su potencial y sus sueños de opio”, lo titula. Para Calderón, señala en el cable, el paquete de reformas ha significado “una forma de recuperar la iniciativa” después de sus reveses electorales.
Sólo cuatro meses después de asumir el cargo de embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual llegó a tajantes conclusiones sobre la debilidad del gobierno de Felipe Calderón y su partido. En la imagen, el jefe del Ejecutivo federal en un acto en Los PinosFoto Carlos Cisneros
Una iniciativa ambiciosa; una agenda oculta
Pero advierte que lo ambicioso de su iniciativa y lo controvertido de las reformas que se propone “han dejado a muchos observadores rascándose intrigados la cabeza” ya que, frente a una legislatura más antagónica que la anterior, “el Presidente no parece tener el mínimo apoyo necesario”. Y cita como ejemplo la reforma energética “muy diluida” que logró después de fuerte cabildeo.
Los intentos presidenciales de reformar las leyes –continúa la observación diplomática– “tocan prácticamente cada sector (fiscal, energético, laboral, educativo, telecomunicaciones, política), pero hasta ahora ha sido simplemente un ejercicio retórico mediante el cual se hacen llamados a dejar atrás los debates estériles y dar los pasos necesarios para avanzar hacia la modernidad”.
Finalmente, intenta explicar la agenda oculta de Calderón detrás de este esfuerzo sin muchas posibilidades reales.
“Puede ser que espere que al presentar este paquete de reformas al Congreso, en caso de fracasar, pueda más adelante culpar a los legisladores y al intratable PRI. En caso de lograrlo, se acreditará este éxito y aprovechará para exacerbar las divisiones entre sus opositores más significativos, los priístas.”
Los observadores de la misión diplomática siguen el tema, y a la siguiente semana, 21 de diciembre de 2009 (cable 09MEXICO3596), describen en detalle la reforma política calderonista que el mandatario había anunciado en un discurso en Palacio Nacional. Sobre esa iniciativa, comenta el embajador: “El diablo está en los detalles”.
A pesar de que Calderón retomó el tradicional reclamo del PAN sobre la necesidad de realizar una reforma política, sus palabras “no provocaron mucho entusiasmo ni en la opinión pública ni en la clase política”.
No obstante que el plan de reformas de Calderón no tuvo eco, el secretario de Gobernación de entonces, Fernando Gómez Mont, aprovechó buena parte de su encuentro con el subsecretario Arturo Valenzuela para hablar del asunto. De lo cual Pascual concluye:
“Es claro que Calderón está intentando recuperar la iniciativa política, distraer la atención del paquete fiscal y el aumento de impuestos que empezarán en 2010, y del estado de la economía. Intenta además mejorar las opciones de su partido para las elecciones que tendrán lugar en 10 estados el año que viene”.
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