martes, 8 de marzo de 2011

Mujeres diplomáticas.

Mujeres que dan la cara por un país
Los manuales sobre diplomacia dicen que los representantes de una nación deben tener cinco virtudes: calma, buen carácter, paciencia, modestia y lealtad. Excélsior reunió a 14 embajadoras y descubrió que tienen dos adicionales: son grandes mujeres y aman a sus familias

APUNTE: Entre las 14 embajadoras entrevistadas por Excélsior está Susanne Rumohr, de Dinamarca, en cuyo país se sembró, hace 101 años, la semilla de lo que hoy es el Día Internacional de la Mujer. Fue en 1910, en Copenhague, cuando se realizó la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en la que se proclamó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La propuesta fue aprobada por cien mujeres provenientes de 17 países.

CIUDAD DE MÉXICO, 8 de marzo.- Hace poco menos de un siglo se debatía en Inglaterra si una mujer sería capaz de dirigir una sede diplomática. Hoy recordar esta interrogante provoca risas entre 14 embajadoras extranjeras en México. Dos de cada diez representantes diplomáticos en nuestro país son mujeres.

“Si fuera muy atractiva provocaría el caos”. “Si fuera muy intelectual, sería insoportable para los hombres”. Son los argumentos que se escuchaban en los años treinta y que recordó Judith Macgregor, embajadora de Reino Unido. Hasta 1971, sólo las inglesas solteras podían ser embajadoras.

Cuarenta años después, en la sede diplomática de Costa Rica en México, sólo existen mujeres. En 1926 llegó la primera embajadora de la historia del mundo al puerto de Veracruz. Venía de la Unión Soviética. Con su gran sombrero y su traje sastre bajó del barco La Fayette. Su nombre: Alejandra Mihalova Kollontai. Como a Lenin le pareció demasiado feminista para su gabinete, la envió primero a Noruega y luego la alejó a más de 10 mil kilómetros.

A 85 años de esa anécdota, Excélsior reunió a las embajadoras extranjeras en México y a Margarita Zavala, esposa del presidente Felipe Calderón, en el hotel Camino Real, para que contaran cómo se logra ser la cara de una nación, cuando se tiene hasta cinco hijos, un marido y una casa que atender.

Ellas son las principales promotoras de la política y del intercambio tecnológico y comercial con nuestro país. Contribuyen a que haya exportaciones como la de Reino Unido, que en 2008 superaron los 31 mil millones de pesos. O las de Suecia que alcanzan siete mil 500 millones de pesos, en 2007.

Pero aún se enfrentan a algunas limitantes: “Por ser mujer te ven con una cara diferente, como para ver si eres capaz. Es como estar en un examen constante”, afirmó Gabriela Jiménez, embajadora de Costa Rica.


Sus acciones las colocan más allá de los prejuicios: es el caso de la embajadora de Guatemala, Rita Claverie de Sciolli, que atiende una agenda bilateral que incluye supervisar la seguridad de 956 kilómetros de frontera común, hasta lo que ocurre con los 136 migrantes guatemaltecos que atraviesan a diario por México rumbo a EU.
Entre sus labores también está comprender al país en el que viven y proporcionar herramientas que les permitan a sus gobiernos establecer mejores negociaciones con éste, de acuerdo con Christine Bogle, embajadora de Nueva Zelanda.


“Siempre estamos ocupadas, leyendo los periódicos, quizá demasiado estresadas por hacer bien las cosas”, dijo Manuela Vulpe, embajadora de Rumania.

Son mujeres que están disponibles 365 días, alertas a cualquier eventualidad o emergencia que ocurra; lideran al personal de su sede y como en la diplomacia va implícita su buena imagen, lucen impecables de la mañana a la noche.
Otra parte del perfil que debe tener un embajador, de acuerdo con La evolución del método diplomático, del británico HaroldNicolson es: veracidad, precisión, calma, buen carácter, paciencia, modestia y lealtad.

“Si te reúnes con tus amigos en un lugar privado, observan cómo te comportas, cómo te vistes… Creo que la gente no ve mucho a la persona y ven todo el tiempo a la embajadora”, confesó la representante de Rumania.

Éste es un momento histórico de la diplomacia en el país. Hace seis años había tres embajadoras extranjeras en México y actuamente son 19. Había nada más 12 embajadoras mexicanas en el extranjero y hoy son 37, según cifras de Inmujeres.

Este 2011 se cumplen 55 años de la primera vez que el gobierno mexicano designó a una mujer como su representante en el extranjero. Amalia Caballero de Castillo León fue la mexicana que abrió camino, porque antes las únicas funciones que podían desempeñar en este medio eran taquigrafía, mecanografía y traducción, aseguró Nora Ramírez Flores, del Anuario Mexicano del Derecho Internacional.


“Nosotras estamos a la altura del reto”, dijo Delrose Montague, de Jamaica.
A pesar del avance de las mujeres en la vida diplomática, los prejuicios continúan. Cuando llegan acompañadas por sus esposos a las reuniones a veces a quienes les rinden pleitesía es a ellos, confundiéndolos con embajadores, tal como le ocurrió a Katrina Cooper, embajadora de Australia, el día que se celebrara el día nacional de su país en su residencia.

“La mayoría de los invitados supusieron que mi esposo era el embajador, así que a medida que iban llegando los invitados felicitaban a mi esposo, muchos invitados se limitaron a saludarme brevemente… no fue sino hasta que me dirigí al atril para dar mi discurso que aquellos invitados que habían dado por hecho que mi esposo era el embajador se percataron de su error.”

Quien se confundió, pasó por alto que la diplomática es una connotada abogada australiana, que hace una década dirigió la Unidad de Desarme Biológico de su nación. Éstas son las historias detrás de estas 15 mujeres.


Desde que las embajadas comenzaron a estar en sus manos, la vida en las sedes diplomáticas cambió. Dejó de ser rígida y adquirió mayor calidez, porque ellas tienen esas habilidades femeninas de sonreír y establecer conversaciones más rápido.
“Le damos un valor más humano. Vamos al fondo de la cuestión y no damos tantas vueltas, porque tenemos los tiempos escasos y tareas que atender como mujeres y madres”, compartió Patricia Vaca, embajadora de Argentina.


Y mientras todas estaban reunidas fue evidente que se expresaron con franqueza y crearon un ambiente de confianza. Después del discurso de bienvenida de Margarita Zavala, Anne Lindstedt, de Suecia, y Judith McGregor, de Reino Unido, caminaron en grupos como grandes amigas hacia otro salón y lograron romper con los protocolos de las ceremonias diplomáticas.

Una vez reunidas, formaron entre todas un círculo para ponerse al tanto de las experiencias de sus colegas.

A pesar de haber nacido en países muy distantes y con realidades diversas, sus anécdotas son bastante parecidas. Manuela Vulpe, quien representa a Rumania, platicó cómo su madre la acompañó por todas las embajadas que pisó cuando su hijo era pequeño, pasando por Londres, Canberra, etc. Sin la ayuda de ella, no hubiera podido cuidarlo.

Con nostalgia habló de que su hijo de ahora 23 años no reconoce sus habilidades como madre o ama de casa. Y recordó que para él fue difícil adaptarse a los nuevos países, pues llegó a sufrir bullying en una primaria londinense por ser extranjero y no hablar inglés.

Rodica Radian-Gordon, de Israel, y Ulla Väistö, de Finlandia, coincidieron en que lo más difícil para sus hijos, al tener una mamá diplomática, fue dejar atrás a sus amigos de la infancia y mudarse a un país desconocido sin hablar el idioma.

“Y lo bueno para ellos fue ver otros mundos, aprender varios idiomas y conocer otras culturas, aunque no tengan amigos de toda la vida”, reflexionó Randa Nabulsi, de Palestina. En promedio estas 15 mujeres tuvieron tres hijos, uno más que la mexicana actual.

Otras como la danesa Susanne Rumohr, tuvieron hasta cinco hijos. Para poder atenderlos se tuvo que olvidar de sus ratos libres: “Cuando no estoy trabajando, estoy con mi familia, no tengo hobbies, no juego Golf ni tenis como otros colegas”.
La vida para sus hijos pequeños de nueve y 11 años tampoco ha sido fácil en México. Mientras en Dinamarca podían andar libres por la calle, aquí siempre van a bordo de un coche, conducido por un chofer.

Aunque la sueca Ann Lindstedt nació en uno de los diez mejores países para ser mujer, según el ranking de Naciones Unidas, no se ha salvado de que sus hijos también le reclamen por sentirse solos, debido a su exceso de trabajo. “Pero mamá, entre semana no te vemos, estás fuera todas las noches”, repetía uno de sus cuatro pequeños.

Margarita Zavala, mamá de tres hijos, también narró una anécdota de cómo uno de ellos, Luis Felipe, ha padecido por tener unos padres tan ocupados. Cuando le preguntaban qué quería ser de grande contestaba de inmediato: “nada”. “¿Cómo que nada?”, respondían admirados los adultos, y el niño insistía: “nada, para que de grande pueda estar con mis hijos”.

Algunas confesaron que sólo cambiarían una cosa en su vida: tener más tiempo para ver crecer a sus hijos.

Ya es costumbre que las esposas de los embajadores se reúnan y convivan por lo menos un par de veces al año, pero los cónyuges de estas diplomáticas todavía no lo han hecho. Unos porque se rehúsan y otros porque se quedaron en sus países de origen.
El machismo y los prejuicios también los persiguen. “No es fácil para los esposos adaptarse a tu trabajo”, comentó Anne Lindstedt de Suecia. Su marido, por ejemplo, tuvo que abandonar la carrera de profesor para acompañarla a México. Ahora es él quien cuida a la familia.

Mientras la pareja de Susanne Rumohr, de Dinamarca, quien fue político en su país, dejó su prominente carrera y ahora se dedica a investigar desde su casa para atender a los niños.

Sus esposos, además, deben tolerar que en algunos países no se les permita trabajar a las parejas de los diplomáticos, porque así se estableció en una normatividad la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, de acuerdo con Nora Ramírez Flores, del Anuario Mexicano del Derecho Internacional.
“Realmente lo que hace la ventaja en una mujer profesional es un marido solidario”, dijo Margarita Zavala.

A ella, por ejemplo, cuando estuvo embarazada de María y Luis Felipe, iba Felipe Calderón a sustituirla cuando era profesora.
A las embajadoras les gustaría que sus esposos fueran sus aliados en las recepciones que ofrecen en sus residencias, comentó Anna Niewiadomska, de Polonia, cuidando los pormenores y asegurándose de que los representantes de países enemigos jamás se sienten juntos.

“En ocasiones tengo la sensación de que todos los diplomáticos necesitamos a alguien muy dedicado en la casa, parece broma, pero así es”, concluyó.
Judith Macgregor, de Reino Unido, es de las pocas que pueden decirse afortunadas por haberse casado con otro embajador, porque nadie como él entiende su trabajo.

Así sea a media noche, sin el menor reparo, puede despertarlo para pedirle un buen consejo. Estas embajadoras dieron el mérito a sus familias por el éxito que han tenido. No recorrieron solas el camino, a su lado siempre estuvieron sus maridos, hijos o padres.

A través de sus anécdotas, las representantes revelaron cómo a México aún le falta mucho por avanzar en equidad de género. Dos de estas 14 embajadoras le rinden cuentas a una presidenta: Laura Chinchilla, en Costa Rica, y Cristina Fernández, en Argentina.

La mitad del Parlamento está representada por mujeres en Suecia, Reino Unido y Costa Rica, y en Argentina 43 por ciento; cuando en México a penas superan 25 por ciento.
La polaca Anna Niewiadomska, narró cómo desde principios del siglo XX, mientras los hombres siempre estuvieron al frente de la guerra, las mujeres asumieron el control de la vida pública, del gobierno y de las fábricas, para sacar adelante a su país.
Pero lo más importante, agrega, es que con su trayectoria diplomática, demostraron que los ingleses de los años treinta estaban equivocados, porque ni su belleza provocó un caos en sedes ni su inteligencia fue insoportable para los hombres.

Zavala pide equidad en lo doméstico
Para Margarita Zavala, acabar con los prejucios y la cultura machista que hay son dos de los principales retos en el país para lograr equidad de género. “El fondo está en la vida familiar. Todos tenemos que trabajar en términos de vida diaria, porque falta mucho por hacer en la equidad de trabajo doméstico”, afirmó la esposa del presidente Felipe Calderón, en entrevista con Excélsior.

Y las cifras de Inmujeres sustentan su teoría: mientras una mujer invierte en labores domésticas más de un día completo a la semana, sus parejas sólo diez horas. Lo mismo ocurre con la limpieza de las viviendas: ellas pasan nueve horas a la semana fregando pisos, lavando baños y sacudiendo mesas, y sus maridos sólo tres.
Margarita Zavala convivió con 14 embajadoras acreditadas en nuestro país. Ellas son la cara de un gobierno, las que negocian, acuerdan y estrechan las relaciones entre países.

El propósito de la convivencia que organizó Excélsior fue reunirlas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, pero en el diálogo surgieron espontáneamente los temas que son comunes a todos los países ahí representados: ser madre, mujer, esposa y una profesional con igualdad de oportunidades. Zavala es una gran promotora de que las mujeres salgan y tengan todas las posibilidades para trabajar.

“Lo más importante es que existan todos los instrumentos y las políticas públicas para las que decidan hacerlo. Yo creo que la sociedad sí necesita que salgan a trabajar, a votar y a desarrollarse”.
Consideró que un tema a vencer es el cáncer de mama y cérvico-uterino, la tercera causa de muerte en las mexicanas, porque muchas veces las dificultades para atenderlas se deben a que ellas mismas anteponen la de sus hijos a la propia.
“Aquí también existen prejuicios”, aseguró.

Lo más importante de conmemorar un Día Internacional de la Mujer, dijo, es que “obliga a un Estado y a una población a revisar lo que se está haciendo”.
Aún existen deudas con las mujeres, explicó la esposa del Presidente, como las complicaciones que tienen ellas para solicitar a un abogado y tener acceso a la justicia, en comparación con los hombres.

Margarita, la abogada, se interesa por que se persiga y castigue a quienes hacen de las mujeres las principales víctimas en delitos como la trata de personas.
Sin embargo, no quiso escatimar los logros que han tenido las mujeres en los últimos años, porque este día, dijo, “también sirve para presumir las conquistas”.
Ya tienen el mismo nivel de escolaridad que los hombres: nueve años en promedio; cada vez más mujeres visitan a un ginecólogo y 41 por ciento son económicamente activas.

A Margarita Zavala le preocupa el bienestar de la familia, se interesa por la salud de las mujeres, el desarrollo de los niños y ahora promueve una campaña para prevenir adicciones. Pero su gran lucha, la define el perfil de su Twitter: “Defensora de la equidad de género”.

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