jueves, 10 de marzo de 2011

No es lo mismo amor seguro que sexo seguro.

Hay que diferenciar amor seguro de sexo seguro"
Por: Pablo León

A Ton de Jong (Rotterdam, 1955) le van las mujeres: mujeres en igualdad de derechos, mujeres con SIDA, mujeres dependientes, mujeres emancipadas... Considera que el empoderamiento (una disonante palabra con un significado muy noble: dar poder) femenino es, aún, uno de los retos de las mujeres en el siglo XXI.

En ONU Mujeres, la agencia de Naciones Unidas dedicada a igualdad de género y creada en julio de 2010, el sector masculino representa poco más del 15% de la plantilla. Él es uno de los pocos hombres que trabaja bajo las órdenes de Michelle Bachelet, directora del organismo. Su misión “seducir a los países donantes para que aporten dinero”.

Ardua tarea en tiempos de crisis. Entre las múltiples reuniones que tiene en Madrid encuentra un rato para sentarse en uno de los sofás de la Secretaría de Estado de Igualdad y practicar el español que, durante una misión de la diplomacia holandesa, aprendió en Bogotá. Un sofá, dos hombres y las mujeres como motivo de reflexión. No es raro que los hombres hablen sobre mujeres; es interesante que lo hagan con la igualdad de género como punto de partida.

Pregunta. ¿Cómo acaba un profesor de instituto de geografía e historia a la derecha de Michelle Bachelet en ONU Mujeres?

Respuesta. Sentí la necesidad de cambiar de profesión cuando conté el mismo chiste dos veces en una clase. El cambio fue muy interesante y mi experiencia en el instituto, una buena preparación.

P. Eso es porque los políticos son un poco adolescentes

R. (Risas) No, no.. Las clases te enseñan a ser paciente, aprendes pedagogía y te acostumbran a hablar en público.

P. ¿Qué prefiere: el aula, La Haya o la sede de la ONU?

R. La ONU sin duda. La diplomacia, donde trabajé entre 1983 y 1997, tiene otro estilo, mucho más formal; la ONU es mucho más grande y una organización muy multikulti. Además, viajar y trabajar era uno de mis sueños. Al recorrer el mundo puedes ver los problemas y los retos a los que te enfrentas cara a cara.

P. Desde el pasado julio tiene uno bastante grande..

R. El lanzamiento de ONU Mujeres ha sido algo muy positivo. Había un problema con la estructura de género de Naciones Unidas: la fragmentación. Teníamos cuatro entidades dedicadas a ello; dos al trabajo de campo y otras dos a la parte más normativa. Pensamos que era mejor combinar todas las áreas para tener más coherencia. Además, faltaban recursos económicos. Al unirlas es más fácil gestionarlas.

P. Justamente esa es su tarea, los recursos ecnómicos

R. Y no es nada fácil. Los países siempre tienen excusas o piensan que vamos a lograr igualdad de género solo por hablar sobre el tema. Le dan una prioridad teórica pero no práctica. Eso está cambiando poco a poco. Ahora mismo manejamos 200 millones de dólares y queremos llegar a los 500 millones. Si con la crisis no podemos, lo lograremos al año siguiente pero lo vamos a conseguir.

P. Y ¿qué dice Bachelet?

R. Ella es dinámica, inspiradora e inteligente. Estimula la discusión y lleva toda la organización adelante. Su experiencia política en un país machista y su carisma personal la hacen muy valiosa. Hemos tenido mucha suerte de tenerla a ella como directora ejecutiva y esperamos obtener un perfil más alto para la organización. También fue muy interesante trabajar en UNIFEM bajo el liderazgo de Inés Alberdí. Ha sido una buena sucesión.

P. Ahora mismo, ¿los países se preocupan por algo más que por el dinero?

R. Es complicado pero sí que lo hacen. Por ejemplo España que, en los últimos años, se ha posicionado como líder en igualdad. Junto con Noruega es una de la naciones más importantes por su aportación política y económica. Y el liderazgo de España está animando a países como Holanda, Dinamarca, Australia o Inglaterra a aumentar su aportación. Tenemos la ilusión de que este movimiento va a continuar .

P. España, líder en igualdad pero también en violencia machista

R. Las estadísticas de violencia de género son altas porque España se ha preocupado de investigar. Nos dan datos que antes no se conocían. Hay cifras muy precisas y por eso parece que el nivel es más alto aunque puede estar equiparado al de otros países. Al sacar los datos a la luz se percibe más el problema.

España está poniéndose al día. Era un país muy tradicional y represivo. Ha superado eso pero cambiar una sociedad toma tiempo. No pasa de un día para otro. Es algo de más educación, paciencia, tiempo y hay que involucrar a los hombres. La violencia machista es un tema tabú y un cáncer de la sociedad. La única manera de atajar el problema es tomar el toro por los cuernos.

P. ¿Qué tenemos que hacer los hombres?

R. Definitivamente en la lucha por la igualdad los hombres tienenque estar implicados. En ONU Mujeres solo hay 15 % de la plantilla y se dedican a temas de administración, recursos humanos o financiación. Tenemos ganas de cambiar eso. Tenemos que dar ejemplo con lo que predicamos y contar con un 35 o 40% de hombres en la organización.

P. ¿Qué retos tienen las mujeres en el siglo XXI?

R. En realidad son retos de todos: empoderamiento político, económico y liderazgo global. Si miras a los parlamentos de manera global ves que sólo hay un 19% mujeres trabajando en ellos; las mujeres que lideran compañías representan el 2% y en las juntas de empresas no están muy representadas. Hay que dar a las mujeres un rol más importante.

P. Eso en Occidente.. ¿en el resto del mundo?

R. Las circunstancias son diferentes pero los principios son los mismos. La base de todo es la ausencia de un tratamiento igualitario y de oportunidades. Frecuentemente las mujeres dependen de los hombres y no tienen autonomía. Hay que empezar por la educación y a partir de ahí avanzar.

P. ¿Qué oportunidad representan las revueltas en el mundo árabe para la mujer?

R. Creo que estos levantamientos han tenido lugar gracias al papel activo de las mujeres. Ayer estuve con una mujer de Túnez que había sido un referente en la red durante las protestas. Esperamos que después de la transición, las mujeres hayan ganado derechos y que sus pretensiones de igualdad no se pierdan en el camino. Porque también existe el riesgo de volver a posiciones más retrógradas. Es un tema muy interesante.

P. El SIDA fue una gran preocupación en los noventa. Veinte años después, la epidemia se ha controlado, en el mundo desarrollado, pero ahora las infecciones en mujeres aumentan, ¿qué pasa?

R. El descubrimiento de que, a nivel mundial, el ratio de infecciones aumentaba en las mujeres heterosexuales fue devastador. Biológicamente son más vulnerables pero además está el problema del empoderamiento: en algunos países las mujeres no pueden negociar el uso de condones en sus relaciones.

Eso es algo muy complicado porque hay muchos hombres que se van con una prostituta, no usa condón y luego se acuesta con su pareja alegando: “si me quieres no necesitas condón”. Hay que establecer una diferencia entre amor seguro y sexo seguros. Pero eso viene de la educación y la sexualidad es tabú en muchos lugares.

Muchos padres no hablan de ello a sus hijos y muchos profesores no pueden explicarles a sus alumnos. La educación sexual tiene que formar parte del curriculum académico. El sida es otro reto para las mujeres del siglo XXI y queremos coordinarnos con ONU SIDA [agencia con la que trabajó en Haití] porque hay muchas áreas en las que podemos actuar juntos.

P. Mucho que hacer con poco dinero

R. La crisis ha sido muy dura pero la parte de oportunidad que entraña cada cambio, es interesante. Nuestra organización creció y sigue creciendo. Los países nos piden, como es lógico, más recursos e intervención. Eso nos hace más fuertes.

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