Hace más de 22 años que Elena del Rivero (Valencia, 1949) vive y trabaja en Nueva York. Allí se trasladó por amor, y hasta ahora. Sus trabajos inspirados en los atentados del 11-S la consolidaron como una de las artistas más importantes en Estados Unidos. Perfeccionista, reflexiva, autoexigente y comprometida, entiende que el arte tiene que ir por delante de la sociedad, ser un heraldo de lo que va a venir tanto en la política como en el mundo de las emociones.
Con Rembrandt y Picasso ("su exposición dedicada a la guitarra en el MoMA me ha hecho llorar", confiesa) en su Olimpo creativo, habla con lástima de cómo el arte contemporáneo está sometido por completo a las órdenes del mercado. "El afán por vender y ganar más y más dinero", explica, "hace que los artistas sean manipulados. Lo que se produce no es consecuencia de una reflexión profunda. Y eso es incompatible con pasar a la posteridad".
Expone en Madrid y en septiembre lo hará en dos museos neoyorkinos
Elena del Rivero ha venido a Madrid para exponer con su galerista española desde hace más de 14 años: Elvira González. "Es difícil una relación profesional entre galerista y artista. En Estados Unidos prefiero moverme con varios. No quiero exclusividad. Pero aquí me siento arropada y valorada". La exposición, Flying letters, consiste en una serie de trabajos sobre papel inspirados en las plumas de ave. Plumas de diferentes procedencias y nidos auténticos sirven para hablar de un mundo en el que todo está conectado y nada es casual.
Cuenta la artista que todo surgió hace un par de años, una mañana soleada, mientras leía en el parque próximo que hay junto a su vivienda en el Village neoyorquino. "De repente, una pluma cayó entre las hojas. Me la subí a casa. La limpié, desinfecté y empecé a hablar de ella con todo el que me escuchaba. Fui a una tienda de indios cherokees que me descubrieron todo un mundo sobre el carácter sagrado de las plumas. Con ellas conocí una manera de estirar el hilo y conectar las cosas".
Papeles, hilos y plumas dan forma a los paneles hechos con papiros y papel de ábaca fabricado a mano en los que la artista trata de desvelar las conexiones ocultas que mueven el mundo cotidiano. Pintora en origen, Del Rivero se muestra encantada con esta forma artesanal de trabajar, "con el mismo sentido del humor que Marcel Duchamp", bromea.
En septiembre expondrá su obra Chant en el New Museum de Nueva York; una pieza que ya mostró en el IVAM de Valencia y en el Patio Herreriano de Valladolid. La obra surgió a partir del atentado contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001. Ese día ella se encontraba en Madrid.
Cuando regresó a su estudio situado junto al World Trade Center lo encontró destruido, lleno de polvo blanco y papeles. Recogió 3.100 papeles y grabó 100 horas de vídeo, mientras todo el edificio estaba precintado. "Me recuerdo cámara en mano. Durante la noche. Sin saber siquiera qué es lo que estaba filmando. Creo que quería rescatar la memoria de lo ocurrido y de lo que había sido aquello".
La reinstalación de la pieza va a ser un homenaje a la memoria de lo ocurrido "en Nueva York y en otros lugares del mundo. Es un duelo que hago extensible a muchos horrores que suceden y también a la situación que vive hoy el arte contemporáneo".
Con las 100 horas de material filmado y en colaboración con la cineasta Leslie McCleave ultima la película Cedarliberty, que se proyectará en varios escenarios, entre ellos el State Museum de Albany. La película tiene una duración de 30 minutos y se proyecta simultáneamente en cinco pantallas en las que se podrán ver partes diferentes: el polvo blanco del estudio mezclado con perlas y pan de oro; los trabajadores, la noche, la tormenta que iluminó con sus rayos el estudio y el río Hudson.
Un documental de 13 minutos completa la pieza. "Será un poema visual en el que aún no hemos encontrado la esencia de lo que queremos contar. Leslie cree que hemos terminado, pero no es así. Nunca remato nada de cualquier manera. Esta vez, tampoco".
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