Por Julio Muñoz
Uno de los aspectos en los que se expresa la crisis global del sistema capitalista es el de las limitaciones de la ciencia hegemónica para ofrecer soluciones a muchos de los problemas actuales más importantes. Es por ello impostergable hacer una crítica profunda de lo que ha sido la ciencia moderna, sus métodos, conceptos, preceptos y al tiempo que se rescate aquello que sea salvable de ese esquema, se descarte todo aquello que no sirva.
Algunos de los supuestos de esta ciencia tradicional que deben ser cuestionados en esta revisión y sobre los que debe fundarse una nueva ciencia son:
1. La separación de las partes entre sí y de éstas con el todo.
Cada vez va quedando más claro que el método cartesiano, que consiste en reducir el sistema de estudio a las partes más simples, separar éstas unas de otras y del todo, y expresar el comportamiento del sistema como la suma de sus partes, no funciona para la interpretación de los fenómenos en sistemas más complejos que los usados por la física clásica, como los fenómenos de biología evolutiva, de salud o procesos sociales. El todo no es igual a la suma de las partes. Tanto éstas como aquél tienen que ser comprendidos no como esencias, sino como relaciones. Las relaciones implican transformaciones cuantitativo-cualitativas, cuyo resultado es la aparición de nuevas relaciones, parte-parte, parte-todo, todo-parte, todo-todo y comprensibles sólo a partir de reglas correspondientes a esas nuevas formas de relación.
2. La separación de las causas y sus efectos.
La ciencia cartesiana tradicional ha aceptado las tesis de que en un sistema de estudio las causas preceden siempre a los efectos, que cada causa actúa separadamente de las demás, que produce uno y sólo un efecto y que los efectos son siempre posteriores a las causas. Estas condiciones no se cumplen en los sistemas complejos. Las causas pueden tener muchos efectos, un efecto puede tener muchas causas y los efectos pueden y de hecho son también causas de otros procesos.
3. La separación entre lo externo y lo interno.
Esto no representó nunca un problema en los estudios de astronomía del siglo XVII o de la termodinámica del XVIII. En todos, las interacciones e intercambios de materia y energía dejan claro cuál es la parte interna y cuál la externa del sistema de estudio. Sin embargo, es equivocado pensar que la metodología usada para el estudio del movimiento de planetas y satélites es aplicable al estudio de los ecosistemas, de la genética molecular o del cambio climático. En estos casos no puede delimitarse una frontera entre lo que está dentro y lo que está fuera del sistema en cuestión.
4. La multidimensionalidad.
El filósofo Jean Piaget expresó: “Ninguna ciencia se desarrolla en un solo nivel: cada una comprende varios niveles de conceptualización, de estructuración”. Para la física o la química clásicas, esta tesis estaba ausente, pues parecía que todo movimiento o actividad en la naturaleza podía comprenderse en un espacio y un lenguaje representables en un solo plano y como procesos unidireccionales. Pero las ciencias de la vida, especialmente desde la teoría darwinista de la evolución, han venido trastocando esto. Las dimensiones del análisis no pueden comprenderse claramente si no es en un complejo espacio-tiempo, con múltiples dimensiones que se traslapan, intersectan, separan y unen en nuevas y novedosas relaciones.
5. La capacidad ilimitada de predecir.
El paradigma kepleriano-galileano-newoniano de la física clásica, basado en el cálculo de los movimientos de objetos simples, como astros, junto con el método inductivo baconiano, ayudó a construir una imagen de la ciencia como actividad capaz de predecir cualquier fenómeno con precisión milimétrica. De ahí se desprende una concepción determinista inaplicable a organizaciones complejas como los ecosistemas, los sistemas polimoleculares, los procesos mentales o las relaciones económico-sociales, en los cuales las interacciones y relaciones causa-efecto se mueven en tantos planos y direcciones que hacen difícil la predicción puntual.
Lo mencionado aquí no es nada nuevo. Las bases de estas metodologías fueron puestas por algunos de los revolucionarios del, conocimiento desde hace mas de 150 años y en adelante: Marx, Darwin, Freud, Einstein. Desde hace ya varias décadas, un número creciente de científicos y filósofos de la ciencia ha comenzado a reflexionar sobre estos problemas a partir de diversas formulaciones, que van desde la teoría de sistemas, la dialéctica o el holismo. En la actualidad, frente a los retos que la sociedad enfrenta, la modificación profunda de los métodos y supuestos de la ciencia, es algo impostergable si deseamos que la ciencia sea capaz de colaborar en la solución de los problemas más acuciantes.
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