Estados Unidos y China, ante la primera ciberguerra fría
Obama firmó una orden ejecutiva la pasada semana que le otorga poderes especiales
Antonio Caño
Washington
19 FEB 2013 - 20:06 CET28
La Casa Blanca describió este martes los reiterados ataques
cibernéticos, que una investigación reciente vincula directamente con
una unidad secreta del Ejército chino, como “un serio desafío para la
seguridad y la economía de Estados Unidos”, lo que es la señal de que
una nueva guerra fría, en el desconocido e incontrolable espacio de
Internet, ha comenzado entre las dos grandes potencias que se disputan
la supremacía en el siglo XXI.
Sin acusar directamente a China, por el miedo a la reacción
de ese país, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, aseguró que el
presidente Barack Obama “tomará todas las medidas que sean necesarias”
para atajar ese peligro, al tiempo que pidió al Congreso la aprobación
de legislación más eficaz para hacer frente a esta ciberguerra, ya
inevitable. La semana pasada, Obama firmó, como se hace ante cualquier
amenaza exterior, un decreto que le da poderes especiales para responder a los ciberataques y, como añadió Carney, asistir a las empresas privadas que están siendo el blanco de esta ofensiva.
Para EE UU este es un asunto de importancia estratégica
decisiva porque, no solo se enfrenta al riesgo tradicional de que sus
secretos de seguridad caigan en mano de una potencia extranjera, sino al
peligro nuevo de que, con la intrusión en la red de Internet, China
pueda sabotear la actividad económica del país o inhabilitar servicios
públicos básicos, como los de agua potable o energía eléctrica. Sin
contar con el robo de tecnología que, además de costarle miles de
millones de dólares a este país, aumenta extraordinariamente las
capacidades de China y su competencia de cara al futuro.
El hecho de que sea China el origen de la casi totalidad de
los ataques detectados hace este desafío mucho más peligroso y difícil
de tratar. Aunque Carney aseguró ayer que el Gobierno norteamericano
trata de abordar este problema en cada reunión bilateral, lo cierto es
que las autoridades de Pekín han negado siempre cualquier
responsabilidad en los ciberataques y suelen responder a las
preocupaciones norteamericanas con promesas de investigaciones que nunca
concluyen en medidas prácticas.
No podemos permitirnos que dentro de unos años nos preguntemos por qué no hicimos nada”
Presidente Barack Obama
EE UU, por su parte, trata de desarrollar una política de
cooperación con China, a la que necesita por su fortaleza económica y
por su influencia en regiones clave del mundo, y prefiere abordar la
penetración a través de Internet con prudencia para no desencadenar una
crisis de graves consecuencias potenciales para ambos lados.
Esa prudencia se hace, sin embargo, cada vez más difícil
ante la acumulación de pruebas sobre la responsabilidad directa del
régimen de Pekín en los ataques. La última y la más evidente es el
informe de la compañía de seguridad Mandiant, situada en las afueras de
Washington, que asegura que en los últimos seis años más de 140 empresas y organizaciones, casi todas de EE UU, han sido invadidas desde Internet por la Unidad 61398 del Ejército de Liberación Popular chino.
La Casa Blanca no ha querido calificar los datos obtenidos
por una firma privada, pero es obvio que la presión sobre Obama para
actuar contundentemente ha crecido considerablemente. Como afirma el
congresista Mike Rogers, miembro del comité de Asuntos de Espionaje de
la Cámara de Representantes, “esto confirma la actividad que nuestro
comité ha venido detectando desde hace tiempo”.
El propio Obama, en su discurso sobre el estado de la
Unión, la pasada semana, confirmó que “sabemos que países extranjeros
están atacando nuestro secretos industriales”. “Nuestros enemigos”,
dijo, “están ahora también desarrollando la capacidad para sabotear
nuestra red eléctrica, nuestras instituciones financieras, nuestro
tráfico aéreo. No podemos permitirnos que dentro de unos años nos
preguntemos por qué no hicimos nada”.
Un análisis reciente suscrito por las 16 agencias de espionaje de EE UU citado por The New York Times,
el primer diario que reveló el informe de Mandiant, mencionaba ya a la
Unidad 61398 como la responsable de los ataques sufridos en los últimos
años. Ese diario ha sido una de las víctimas de esas incursiones, que
incluyen compañías tan diversas como Lockheed Martin, el mayor proveedor
de las fuerzas armadas norteamericanas, hospitales o universidades.
La diversidad de los objetivos de esta ciberguerra es una
de las principales razones de la alarma actual. Internet es, por
definición, una red abierta y de comunicación inmediata. A estas
alturas, es casi imposible protegerla por completo manteniendo las
cualidades que la hacen imprescindible en el mundo actual. EE UU estudia
mayores medidas de seguridad, pero cada de esas medidas puede encontrar
en su día un hacker que la deje obsoleta.
Solo una negociación política con Pekín puede resolver eficazmente
este problema. Es posible que Washington tendrá que recurrir a algunas
medidas de presión con el fin de conseguir mayor colaboración de parte
china. Pero, sobre todo, será necesario una evolución del régimen chino
hacia el uso de prácticas compatibles con la legalidad internacional.
Una de las excusas chinas es que también EE UU recurre a la ciberguerra,
como ocurrió en el ataque al programa nuclear de Irán con el virus
Stuxnet.
Dentro de la lógica de la rivalidad entre superpotencias,
EE UU parece aceptar que tendrá que proteger sus secretos nucleares.
Para lo que este país no está hoy preparado es para extender esas
medidas seguridad al secreto de la Coca Cola, uno de los objetivos
chinos.
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