Hosni Mubarak se aferra al poder y parece resistir a las multitudinarias protestas en Egipto, pero está cada vez más aislado y está perdiendo los apoyos internacionales sobre los que ha podido contar durante sus 30 años en el poder. Con un goteo constante de declaraciones diplomáticas en las ultimas horas, continúa la presión de la comunidad internacional sobre un presidente cada vez más acorralado.
Trinidad Jiménez, titular española de Exteriores, ha insistido hoy en que deben ser las fuerzas políticas y sociales egipcias las que dirijan el proceso de cambio en su país. Jiménez, en una entrevista en la cadena SER, ha indicado que la comunidad internacional debe "recomponer las relaciones" con Egipto. Tras justificar el papel poco activo de la UE, ha explicado que "los egipcios, sin injerencias, deben ser los que decidan si Mubarak dirija o no la transición" y ha añadido que la comunidad internacional debe combinar el «acompañamiento institucional» con el económico y financiero después.
Por su parte Francia considera prioritario "que la sangre deje de correr" en Egipto, donde se han registrado 300 muertes desde el inicio de las protestas contra el Gobierno del presidente Hosni Mubarak. "Hay demasiados muertos, demasiados heridos", ha afirmado un portavoz del ministerio galo de Exteriores, que ha considerado que "detener la violencia debe ser previo a los cambios en el país".
El portavoz diplomático ha negado que haya discrepancias entre Francia y Estados Unidos sobre Egipto, aunque ha reconocido que Washington pide una transición y París reformas y diálogo. "Estamos de acuerdo en los objetivos, que pasan por que las aspiraciones del pueblo egipcio de libertad y democracia tienen que ser tenidas en cuenta", ha señalado el funcionario, reiterando que hay diferencias en cómo lograrlo.
El Gobierno británico ha asegurado hoy que los últimos cambios introducidos en el Ejecutivo egipcio son "decepcionantes", en la medida en que el presidente Mubarak no ha introducido a miembros de la oposición que promuevan el cambio que demanda la población. Un portavoz del primer ministro del Reino Unido David Cameron ha subrayado que es "importante" para las autoridades egipcias "escuchar las demandas de su pueblo". Para Londres, el "cambio real significa una transición con una administración "de amplio espectro que incluya a personas de la oposición". "Está claro tras la designaciones que el cambio aún no se está produciendo, y lo consideramos decepcionante", ha dicho el portavoz de Downing Street.
A las críticas europeas se ha añadido con contundencia el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que ha recomendado hoy al presidente egipcio que "escuche las demandas de sus ciudadanos" y ha afirmado que "la solución tiene que pasar por las urnas". Erdogan ha dicho que "se ha acabado el tiempo en que los Gobiernos sobreviven con la represión" y ha pedido que se convoquen elecciones libres y transparentes en Egipto para mostrar su carácter de "país civilizado". En una frase, que parece ser mezcla de aviso y consejo a Mubarak, el primer ministro ha recordado que "todos estamos de paso, y todos seremos juzgados por lo que hemos hecho" y que "ningún Gobierno puede sobrevivir contra la voluntad de su pueblo".
El senador norteamericano John Kerry ha pedido a Mubarak que reconozca que "es la hora de marcharse" en un artículo de opinión publicado hoy en el diario The New York Times. Kerry, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense, se suma así a las presiones que la diplomacia americana empieza a ejercer sobre Mubarak, tradicional aliado de Washington en el tablero de Oriente Medio.
Como voz discordante en este coro de criticas a Mubarak, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha reiterado hoy que el interés de su país es mantener la paz con Egipto y ha pedido a la comunidad internacional que actúe en ese sentido. Netanyahu considera que "la comunidad internacional necesita pedir a cualquier Gobierno egipcio que mantenga los acuerdos de paz con Israel". Tel Aviv observa con preocupación las protestas populares en el país vecino y teme que la posible caída de Mubarak pueda resultar en un ascenso al poder de los islamistas Hermanos Musulmanes.
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