El primer ejemplo articulado de la creciente indignación ciudadana contra Silvio Berlusconi se celebra hoy en el Palasharp de Milán. Convocados por la asociación Libertad y Justicia, intelectuales como Umberto Eco, Roberto Saviano, el pianista Maurizio Pollini, la periodista Concita De Gregorio o Paul Ginsborg, historiador inglés y ciudadano italiano, han exigido hoy la dimisión del primer ministro ante unas 9.000 personas que llenaban el polideportivo y otros varios millares que han seguido el acto desde el exterior por pantallas gigantes.
La intervención más irónica y punzante ha sido la de Umberto Eco. "He llegado aquí con gran escepticismo, pensando que por mucho que gritemos, Berlusconi no dimitirá jamás. Creíamos que tenía solo en común con Mubarak una sobrina, y ahora vemos que tiene también ese vicio de no dimitir. Ni aunque el ejército esté en contra", ha bromeado.
"¿Por qué no dimite nuestro jefe de Gobierno?", ha proseguido Eco entre las risas de los asistentes. "Primero porque si lo hace queda en manos de los jueces. Y segundo porque tiene diputados dispuestos a todo, que todavía no han cotizado suficiente para la pensión o no han recibido bisutería suficiente. Está bien apoyado. ¿Qué hacemos aquí, entonces? Hemos venido a defender el honor de Italia", ha continuado entre aplausos.
"Hemos venido para recordar al mundo que no somos un país de proxenetas, que no todos si tuviéramos dinero haríamos lo mismo, que no somos como esos padres que animan a sus hijas a ir a las fiestas para ver qué cae. Quizá somos una minoría, pero no importa. Durante el fascismo solo 11 profesores de universidad no juraron fidelidad al Duce. Pero ellos salvaron el honor de Italia".
El autor de El nombre de la rosa ha explicado también que está harto de recibir reprimendas cuando viaja al extranjero. "Hace meses recibía sonrisas de solidaridad, ahora me miran mal y me dicen 'pero vosotros por qué no decís nada'. Me indigna. No saben que aquí luchamos. Hoy hay periodistas extranjeros aquí.
Finalmente verán que hay italianos que dicen que no, que son diferentes de sus hermanos peores. Ahora solo se trata de aumentar el número de quienes está dispuestos a bajar cada día a la calle y decir no. Nosotros, no. Y no porque seamos de esos que se acuestan pronto. Yo me acuesto tarde porque leo a Kant".
Gustavo Zagregelsky, ex juez del Tribunal Constitucional, ha abierto el acto leyendo el manifiesto Las noches de Arcore y la noche italiana, que explica lo que busca la movilización. "Los italianos quieren legalidad, no connivencia; quieren seguridad, no protección; quieren ser ciudadanos, no clientes. No pueden más de esta situación. No quieren tener que irse fuera del país para no ser humillados".
La emoción ha llegado con la presencia en el escenario de Roberto Saviano. El palacio le ha recibido puesto en pie y gritando "Roberto, Roberto". El autor de Gomorra, de 30 años, ha recordado que "la democracia italiana es rehén de la compraventa de votos que se produce en el sur del país, donde un sufragio cuesta 50 euros, o 15 cuando se trata de primarias".
El escritor ha añadido que es preciso "hablar a la otra parte del país", la que todavía apoya al primer ministro, "para evitar la lógica de la división, y encontrar afinidades sin dirimir quién es más puro. Hace falta reencontrar la unidad del país. Ensuciarse las manos, implicarse, arriesgar. Resistir como hicieron Giovanni Falcone, Paolo Borsellino y otros que lucharon contra la parte del Estado criminal por defender los valores constitucionales".
Saviano ha recordado que la democracia italiana no se parece a los totalitarismos clásicos, pero ha añadido que "quien critica al Gobierno sabe que se enfrenta a la intimidación y la deslegitimación de la máquina del fango. Quien ha usado durante años la extorsión del cotilleo para controlar a sus rivales políticos no se siente amenazado por ninguna revelación. La idea es asentar la idea de que somos todos iguales, pero no es verdad; no todos somos iguales, no todos hacemos lo mismo. Cuando todos somos iguales gana el más 'furbo', el más pícaro".
El pianista Maurizio Pollini ha recordado que lleva muchos años "sufriendo porque Italia ha tenido un Gobierno indigno". Ahora se entrevé un cambio, un futuro distinto, pero incierto, ha advertido: "Aunque nuestro sueño se puede realizar, puede que haya un nuevo plebiscito todavía más peligroso para nuestra democracia. Hemos sufrido hace tiempo por la ceguera, apatía e indiferencia y estupidez que nos rodea.
Nos han contado mentiras una tras otra. Es necesario que la gente reaccione. Pero hay cosas mucho más graves que las fiestas: el presidente ha creado en torno suyo una enorme red de corrupción".
Pollini ha tocado además un tema espinoso: "La mafia ha apoyado siempre a Forza Italia", ha recordado. "Amigos del presidente han sido condenados por complicidad con la mafia. Es posible que la mafia se haya enamorado del presidente y que sea un amor infeliz. Pero no me parece que este Gobierno pueda luchar contra la mafia tanto como necesitamos". Pollini también ha citado también las represalias contra los periodistas".
Susanna Camusso, líder del sindicato mayoritario, la CGIL, ha dado un paso más en la crítica al jefe del Gobierno. "Cuando decimos que Berlsuconi debe dimitir para un país más justo, no pensamos solo en la magistratura, sino también en la justicia social. Su intención constante es dividir: a los trabajadores, a los estudiantes, a los nacionales de los extranjeros, a los jóvenes de sus padres".
Italia necesita palabras antiguas, ha añadido la sindicalista, que lucía una bufanda blanca de luto por la democracia y la libertad: "Derechos, responsabilidad, deberes, respeto, personas, y no cuerpos separados de la mente.
Necesitamos un lenguaje comprensible. Debemos hablar de Berlusconi, no de las chicas de 18 años. No se puede hablar de 'velinismo' para no hablar de la responsabilidad y del riesgo de chantaje al que está sometido el presidente. Tenemos un serio problema en ese país con la sexualidad. Muchos hombres lo tienen. Y no es un chiste. Las mujeres no somos ya personas sino objetos comerciales".
Paul Ginsburg, autor del libro Salviamo L'Italia (Salvemos a Italia), que hace dos años obtuvo la ciudadanía italiana, ha animado por teléfono a los italianos a rebelarse contra "el régimen", a recuperar la democracia y reencontrar una nueva relación entre público y privado: "Berlusconi nos ha invitado a todos a ser predadores de lo público. Ahora debemos recuperar lo público", ha dicho.
A través de un vídeo, el ex presidente de la República Oscar Luigi Scalfaro ha pedido a los ciudadanos que no se rindan, ha reclamado "libertad y dignidad" y ha recordado que la primera premisa de una "democracia es la independencia del poder judicial". "Berlusconi tiene el deber de defenderse ante la magistratura antes que nada para respetar los principios constitucionales".
La noche de la República
El texto de referencia de la manifestación, escrito por el jurista Gustavo Zagrebelsky, ha resumido la impresión de muchos italianos que aspiran a vivir en un país distinto. "No pedimos nada para nosotros sino todo para todos. Ese 'todo para todos' es el estado de derecho, la igualdad ante la ley, el respeto de las instituciones y de la dignidad de las personas, sobre todo de las más expuestas a los abusos de los poderosos: las mujeres; los trabajadores que arriesgan el empleo; los inmigrantes que definimos como clandestinos, la disciplina y el honor de los que ocupan cargos públicos, la autonomía de la política de la hipoteca del dinero y del interés privado en el uso de los poderes públicos; la independencia de los poderes de garantía y control; la equidad social; la liberación de la opresión del clientelismo".
"Somos la sociedad de la fuga física y psicológica", ha añadido el ilustre jurista. "Nos preguntamos por qué las noches de Arcore han explotado como una bomba en un país poco puritano, donde los abusos de los potentes se consideran casi legítimas atribuciones ligadas a su poder. La pregunta no ni es si nos gusta el estilo de vida de ese señor rico y poderoso. No es una pregunta moral, sino una pregunta política: "¿Nos gusta ser gobernados por esa persona?".
"Noooo", ha respondido el público a coro.
Según Zagrebelsky, "entre muros de las residencias principescas se escenifica, en miniatura, lo que sucede en el escenario de la política nacional. Las noches de Arcore son el símbolo fácilmente reconocible, en versión prostibularia, de una realidad más vasta que nos toca a todos. Y nos muestra en síntesis el carácter repugnante de un cierto modo de concebir las relaciones entre las personas".
"¿Acaso los ingredientes en la villa y los palacios no son los mismos?", ha preguntado el jurista: "Antes que nada, una enorme disponibilidad de medios -dinero y cargos- para cambiar la vida de los otros a través de favores; aquí, sobres de dinero negro, bisutería, promoción a impensables papeles políticos distribuidos como si fuesen de propiedad privada; allí, financiación, encargos, protección, carreras en las instituciones constitucionales, en las empresas controladas. De la otra parte, la disponibilidad a ofrecerse, sabiendo que la mano que regala puede en cualquier momento retirarse o golpearte si no cumples los pactos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario