La montaña de Diego López
Tras brillar en octavos y cuartos, el meta encara su primera semifinal de Champions
La elección de Diego López situaría al portero en una zona desconocida. Tiene 31 años, la misma edad que Casillas, pero, a diferencia de su colega, nunca ha disputado unas semifinales de Champions. Su posición recuerda a la del alpinista que explora su organismo en la peligrosa zona por encima de los 8.000 metros, allí donde la dificultad para respirar separa los buenos de los excelentes.
La fractura en la mano izquierda obligó a Casillas a pasar por el quirófano en enero y para sustituirle el Madrid fichó por cuatro millones a Diego López, que venía de cumplir una discreta temporada en el Sevilla. Según fuentes del Madrid, el primer responsable de la elección fue Ramón Martínez, un alto cargo de la dirección de fútbol. Mourinho había pedido otros porteros: Stekelenburg (Roma), Julio César (QPR) o Roberto (Zaragoza). Dicen en el club que a Mourinho le disgustó que no le hicieran caso y que tardó algunos días en mostrarse afectuoso con el recién llegado.
Tres meses después de llegar, Diego López se dispone a atacar la última pared. La lógica deportiva indica que el gigante (1,96m) de Paradela (Lugo) jugará contra el Borussia porque su entrenador apostó por él en los cuartos de final, contra el Galatasaray, y porque cumplió con solvencia en los octavos, frente al Manchester, y en los tres clásicos que disputó en febrero. Aseguran sus compañeros que sus paradas a Pedro y Xavi en las semifinales de Copa le ayudaron a liberarse de la rigidez con que llegó procedente del Sevilla en el mercado invernal. Frente al Manchester, aparte de algunos problemas para despejar la pelota, se afirmó. Van Persie le hizo hasta seis remates entre los tres palos: el portero se interpuso en todos. Ante el Galatasaray siguió respondiendo: Drogba, Eboué, Yilmaz, Inan y Sneijder pusieron a prueba sus guantes en nueve ocasiones. Salvó seis. Suficiente para pasar a semifinales.
El debate de la portería es natural porque Casillas, además de tener más experiencia, venía ofreciendo mejores resultados, a la luz de las estadísticas de Liga. El capitán disputó 1.702 minutos, le metieron un gol cada 100 minutos, hizo una parada cada 51 minutos y le remataron una vez cada 9 minutos. Con Diego López la defensa no ha funcionado mejor porque le rematan más: ha disputado 900 minutos, le meten un gol cada 90, hace una parada cada 30 minutos y recibe un tiro cada 7,5.
Casillas le ha confesado a algunos compañeros que Mourinho ya no le habla. Que cada vez que quiere transmitirle algo envía a Karanka, el auxiliar, que hace las veces de intermediario; y que hace poco le comunicó que no jugaría mientras el portugués siga siendo el jefe. Dicen en el vestuario que Mourinho no le ha hecho reproches técnicos pero que le ha transmitido que le considera jugador un desleal. Casillas, que se encuentra en la situación más desagradable de su carrera, alberga pocas esperanzas de jugar. Pero en Valdebebas circulan otras noticias desde la primera semana de abril. Entonces el mánager, seguro de que para eliminar al Galatasaray no necesitaría de grandes proezas bajo la portería, albergó la idea de reservar a Casillas como quien esconde una carta para las semifinales, en que el capitán le podría prestar un doble servicio: deportivamente no sería inferior a Diego López y socialmente le valdría de paraguas por si no gana la Champions.
Diego López, que ha sabido aislarse del ruido que genera su situación, se dispone a dar el paso decisivo hacia lo desconocido mañana en Dortmund.
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