El asedio al Congreso termina con 15 detenidos y 14 policías heridos leves
La amenaza de violencia despuebla la convocatoria de la plataforma ¡En Pie! para forzar la dimisión del Gobierno. Grupos antisistema protagonizaron enfrentamientos con la policía
El asedio indefinido al Congreso de los Diputados convocado por la autodenominada Plataforma ¡En Pie!,
una amalgama de grupos antisistema sin líderes ni estructura, ni fue
asedio ni fue indefinido, pero terminó, como se temía, con escenas de
violencia en el centro de Madrid. 15 personas fueron detenidas y hubo 29
heridos, 14 de ellos policías que sufrieron lesiones leves en los
disturbios que se registraron al caer la tarde en la plaza de Neptuno,
junto a la valla que impedía el acceso al palacio de la Carrera de San
Jerónimo.
La plataforma pretendía la dimisión del Gobierno, la disolución de las Cortes y la apertura de un nuevo proceso constituyente, y, a las ocho de la tarde, tres horas después de iniciarse la manifestación, apenas habían logrado congregar a 1.500 personas en la Plaza de Neptuno y provocar un leve atasco en el Paseo de Recoletos. Lo poco nutrido de la masa impedía el objetivo primordial de asediar el Congreso, pero no evitó que la convocatoria acabara de forma violenta. Alrededor de las 20.30, un grupo de manifestantes, que habían pasado la mayor parte del tiempo insultando e increpando a la Policía, comenzaron a arrojar piedras y petardos al otro lado de la valla. En ese momento, la tarde, que había permanecido en una especie de calma crispada, dio paso a los temidos enfrentamientos y carreras con la Policía. Las cargas se iniciaron en la plaza de Neptuno, pero, enseguida, los manifestantes violentos se dispersaron por distintos puntos del centro, como la calle Alcalá, la Gran Vía o el barrio de Chueca, donde se produjeron algunos enfrentamientos. A última hora de la noche, todavía una veintena de personas permanecía en Neptuno, vigilada por numerosos agentes policiales.
La amenaza de violencia que impregnaba la convocatoria de “asedio al Congreso” sumada a un imponente despliegue de policías antidisturbios –más de 1.400 agentes- convirtió la iniciativa de marcado carácter antisistema en un fracaso reconocido incluso por algunos de los propios asistentes. Numerosos colectivos habituales en otras jornadas de protesta, como el 15-M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se desmarcaron en los últimos días de la cita de este jueves.
La Plataforma ¡En Pie!, sin cabezas visibles y cuya página de internet se aloja en un servidor extranjero, había convocado el asedio al parlamento a partir de las 17.00, aunque optaron por no comunicar oficialmente la manifestación a la Delegación del Gobierno en Madrid. En su documento de “estrategia y táctica”, un manual de una veintena de páginas que contiene numerosos consejos de guerrilla urbana, los convocantes buscaban una “masa enfurecida” lo bastante numerosa para rodear el palacio de la Carrera de San Jerónimo y desbordar a las fuerzas antidisturbios.
Al comienzo de la convocatoria, había en la Plaza de Neptuno tantos periodistas como manifestantes. Y ambos colectivos eran claramente superados en número por los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP). Los agentes habían cortado tanto las vías principales como las calles adyacentes al Congreso y registraban las mochilas y pedían la documentación de quienes pretendían acceder a la zona. En esta labor, fuentes policiales informaban de que cuatro personas habían sido detenidas –tres por llevar elementos que podían ser usados como arma- y otro que se encontraba en busca y captura por violencia de género. En los disturbios posteriores fueron arrestadas al menos otras 11 personas, informa Francisco Javier Barroso.
Los primeros manifestantes eran en su mayoría personas adultas, algunas con banderas republicanas y otras con camisetas verdes a favor de la educación pública. Poco a poco, un goteo de manifestantes más jóvenes y con estética antisistema –ropas negras con lemas políticos, zapatillas de deporte y piercings- fueron llegando como con cuentagotas y ocupando su sitio en la primera fila junto a la valla. Mientras en la retaguardia los más mayores cantaban La Internacional o Grándola Vila Morena –el himno oficioso de la revolución de los Claveles portuguesa- en la vanguardia, los jóvenes proferían gritos contra el sistema, y muy especialmente, contra la policía, que casi les igualaba en número. La llegada, a las 18.45, de una columna de manifestantes procedentes de la Puerta del Sol, encendió los ánimos de los congregados, un tanto apagados hasta entonces.
El ambiente, ya de por sí enrarecido, se encrespaba cada vez que los manifestantes creían ver a un policía camuflado de paisano entre ellos. En una ocasión, casi la mitad de los congregados se desplazó para acorralar a un supuesto agente. Antes de que llegaran más manifestantes con ánimo agresivo, esa persona se vio rodeada por un escudo de cámaras de televisión y fotógrafos pendientes de grabar la escena.
La plataforma pretendía la dimisión del Gobierno, la disolución de las Cortes y la apertura de un nuevo proceso constituyente, y, a las ocho de la tarde, tres horas después de iniciarse la manifestación, apenas habían logrado congregar a 1.500 personas en la Plaza de Neptuno y provocar un leve atasco en el Paseo de Recoletos. Lo poco nutrido de la masa impedía el objetivo primordial de asediar el Congreso, pero no evitó que la convocatoria acabara de forma violenta. Alrededor de las 20.30, un grupo de manifestantes, que habían pasado la mayor parte del tiempo insultando e increpando a la Policía, comenzaron a arrojar piedras y petardos al otro lado de la valla. En ese momento, la tarde, que había permanecido en una especie de calma crispada, dio paso a los temidos enfrentamientos y carreras con la Policía. Las cargas se iniciaron en la plaza de Neptuno, pero, enseguida, los manifestantes violentos se dispersaron por distintos puntos del centro, como la calle Alcalá, la Gran Vía o el barrio de Chueca, donde se produjeron algunos enfrentamientos. A última hora de la noche, todavía una veintena de personas permanecía en Neptuno, vigilada por numerosos agentes policiales.
La amenaza de violencia que impregnaba la convocatoria de “asedio al Congreso” sumada a un imponente despliegue de policías antidisturbios –más de 1.400 agentes- convirtió la iniciativa de marcado carácter antisistema en un fracaso reconocido incluso por algunos de los propios asistentes. Numerosos colectivos habituales en otras jornadas de protesta, como el 15-M o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) se desmarcaron en los últimos días de la cita de este jueves.
La Plataforma ¡En Pie!, sin cabezas visibles y cuya página de internet se aloja en un servidor extranjero, había convocado el asedio al parlamento a partir de las 17.00, aunque optaron por no comunicar oficialmente la manifestación a la Delegación del Gobierno en Madrid. En su documento de “estrategia y táctica”, un manual de una veintena de páginas que contiene numerosos consejos de guerrilla urbana, los convocantes buscaban una “masa enfurecida” lo bastante numerosa para rodear el palacio de la Carrera de San Jerónimo y desbordar a las fuerzas antidisturbios.
Al comienzo de la convocatoria, había en la Plaza de Neptuno tantos periodistas como manifestantes. Y ambos colectivos eran claramente superados en número por los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP). Los agentes habían cortado tanto las vías principales como las calles adyacentes al Congreso y registraban las mochilas y pedían la documentación de quienes pretendían acceder a la zona. En esta labor, fuentes policiales informaban de que cuatro personas habían sido detenidas –tres por llevar elementos que podían ser usados como arma- y otro que se encontraba en busca y captura por violencia de género. En los disturbios posteriores fueron arrestadas al menos otras 11 personas, informa Francisco Javier Barroso.
Los primeros manifestantes eran en su mayoría personas adultas, algunas con banderas republicanas y otras con camisetas verdes a favor de la educación pública. Poco a poco, un goteo de manifestantes más jóvenes y con estética antisistema –ropas negras con lemas políticos, zapatillas de deporte y piercings- fueron llegando como con cuentagotas y ocupando su sitio en la primera fila junto a la valla. Mientras en la retaguardia los más mayores cantaban La Internacional o Grándola Vila Morena –el himno oficioso de la revolución de los Claveles portuguesa- en la vanguardia, los jóvenes proferían gritos contra el sistema, y muy especialmente, contra la policía, que casi les igualaba en número. La llegada, a las 18.45, de una columna de manifestantes procedentes de la Puerta del Sol, encendió los ánimos de los congregados, un tanto apagados hasta entonces.
El ambiente, ya de por sí enrarecido, se encrespaba cada vez que los manifestantes creían ver a un policía camuflado de paisano entre ellos. En una ocasión, casi la mitad de los congregados se desplazó para acorralar a un supuesto agente. Antes de que llegaran más manifestantes con ánimo agresivo, esa persona se vio rodeada por un escudo de cámaras de televisión y fotógrafos pendientes de grabar la escena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario