El paro que más quema
El desempleo supera el 44% entre los menores de 30 años
La evolución de la cifra pone en peligro a casi un millón de jóvenes con baja cualificación
Mañana, lunes, una delegación de eurodiputados llegará a Madrid para
examinar el plan de lucha contra el desempleo juvenil al que Europa va a
destinar cerca de 1.000 millones de euros. Se encontrarán con una
encuesta de población activa (EPA) recién salida del horno que dice que
más de seis millones de españoles están en paro, más del 27% del
conjunto de la población activa, unas cifras nunca vistas y que los
analistas vaticinaban para finales de 2013.
También verán cómo el desempleo entre los menores de 25 años (el colectivo que les interesa) afecta ya a casi seis de cada diez, tras colocarse la tasa de paro en el 57,2%. Es un incremento superior a 30.200 personas sobre el trimestre anterior e ilustra una escalada que no encuentra freno desde 2007. España se ha situado a la cabeza del índice de desempleo juvenil, duplicando con creces la media de los 27 (el 23,2%) y poniendo en riesgo el futuro de una generación, según alerta repetidamente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Estas cifras son un drama”, opina José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), “sobre todo el de los menores de 24 años, que están estudiando y se desaniman a buscar trabajo ante su inexistencia”. Pero también entre el colectivo de 25 a 29 años, cuya tasa de paro rondó el 36% en el primer trimestre de 2013, rozando los dos puntos de incremento sobre finales de 2012, como los menores. Son 1,8 millones de jóvenes parados en total, el 44,5% de la población activa menor de 30 años.
Los delegados del Parlamento Europeo se encontrarán también con un Gobierno que tiene pocas estadísticas positivas que exhibir. Los resultados de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016, aprobada el pasado 22 de febrero tras su escenificación con los agentes sociales, se traducen por el momento en que casi 20.500 jóvenes se han dado de alta como autónomos desde entonces, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
El secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA), Sebastián Reyna, mantiene que los únicos datos favorables que ha arrojado la EPA del primer trimestre son los trabajadores por cuenta propia sin asalariados que se han dado de alta, 22.000, muy probablemente animados por la tarifa única de 50 euros; y que coincide con los aportados por el ministerio de Fátima Báñez, que prevé poner en marcha unas 213.000 acciones en los cuatro años de duración de este plan, cuya dotación presupuestaria es de 3.500 millones de euros y que ha arrancado con 100 medidas.
El ministerio podrá exponer las medidas, aunque le resultará muy difícil presentar evoluciones positivas ante la contundencia de los datos del desempleo, la reducción de la población activa y el desmesurado aumento que está apuntándose en los últimos seis meses el volumen de inactivos, que desisten en su empeño de buscar trabajo ante la desesperación de no encontrarlo: ya son cerca de 2,8 millones de menores de 30 años. Porque, pese a que la pelota esté en el tejado del Gobierno, la contundencia de las decisiones europeas sobre la relajación del pago de la deuda es tal que tampoco deja gran capacidad de maniobra. Al menos hasta que se celebren las elecciones alemanas de septiembre y la canciller Angela Merkel sea reelegida por unos votantes que no están dispuestos a pagar por los desequilibrios de otros países. Si así fuera, se relajaría la presión sobre el déficit, algo que podría dar un respiro a la inversión, opinan los expertos consultados.
Porque, incluso para quienes consideran apropiadas las acciones contenidas en el plan de lucha contra el desempleo juvenil, como Gayle Allard, profesora de economía de IE Business School, “es comparable a poner tiritas a un problema estructural”. “No hay economía que cree empleo sin crecimiento”, sostiene, en la esperanza de que a finales de 2013 empiecen a darse los primeros síntomas de que la economía se levanta. “No mucho, pero algo”, sostiene, consciente de que el consenso de los analistas prevé que el PIB caiga un 1,5% este año y la tasa de paro se sitúe en el 26,8%, que se ha rebasado en el primer trimestre del año y que solo podría recortarse si la población activa continuase cediendo terreno a pasos más agigantados que los actuales, ya de por sí elevados, según Herce. “Ojalá no supere el 27,5% a finales de año”, exclama el socio de AFI, que prevé que el desempleo entre menores de 25 años suba hasta el 60%.
Allard señala que con un aumento del PIB del 0,8% ya se puede generar trabajo, un objetivo quizás más alcanzable el año que viene, de concretarse las estimaciones recogidas por el panel de expertos que elabora la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que fijan el crecimiento medio del PIB en el 0,7%. El Gobierno espera un 0,5%
“Para resolver el problema del desempleo juvenil no se puede esperar más tiempo. Y las soluciones instrumentadas a corto plazo no sirven de nada. Tienen que ser a largo plazo, cuando tengamos crecimiento y haya una reforma seria de la educación que reequilibre el exceso de universitarios y la escasez de estudiantes de formación profesional, cuyas necesidades se van a duplicar en el futuro. Los jóvenes necesitan un plan de choque con fondos suficientes y que provoque efectos desde el principio. Tenemos que ser conscientes de la gravedad del problema, del peligro que corremos de que haya una generación perdida, de individuos que a los 30 o 40 años tengan trabajos precarios y malvivan dentro de una década”, opina Agustín del Valle, profesor de Economía de la Escuela de Organización Industrial (EOI).
En su opinión, los contratos con vinculación formativa, los contratos en prácticas o los de formación introducidos por la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven van en la buena dirección, pero no son suficientes. Algo que demuestra su escasa utilización. A falta de información del Ministerio de Empleo (que ha descartado facilitarla), empresas de trabajo temporal, como Adecco, los autónomos agrupados en UPTA o la empresa líder de búsqueda de empleo online, Infojobs, niegan que haya aumentado su utilización a la vista de sus propios datos.
El segundo mito con el que trata de acabar Garrido es ese que se está extendiendo entre la población, preocupada por un éxodo masivo de jóvenes. Con los últimos datos disponibles, de los 114.400 que empezaron a vivir en otros países en 2012, tan solo 3.900 son españoles y están en edad de trabajar. Las salidas de españoles autóctonos en edad laboral han sido de 28.600 personas, y los retornos de 24.700. Los datos no muestran tal éxodo por ahora.
Lo que sí se comprueba, señala el catedrático, es que la edad de la juventud se prolonga, pues está en relación con el trabajo, el domicilio propio y la pareja; es decir, con la independencia. Según las estadísticas, son pocos, muy pocos, quienes viven fuera del hogar paterno, con lo que quizás fuese más aconsejable llevar el concepto de juventud adulta hasta los 34 años.
Garrido ha analizado a los jóvenes de entre 20 y 34 años. Y sus conclusiones son las siguientes. Aquellos de entre 20 y 24 años que trabajaban en 2000 se han reducido a la mitad. Entre este colectivo nunca hubo más de un 8% que dispusiese de casa propia y más de un 6% que tuviese casa y pareja. Los jóvenes de entre 25 y 29 años son otro cantar. Su ocupación ha bajado tanto en hombres como en mujeres (en menor proporción). Pero mientras que un 23% de ellos iniciaba 2000 con casa, hoy ya solo es un 21,5% quienes la poseen. También han bajado los jóvenes con pareja. Justo al contrario que en el caso de las mujeres, que han aprovechado la crisis para independizarse. Han pasado del 23% al 29% las que cuentan con casa y del 21% al 23% las que tienen también pareja. Una evolución que se acrecienta en el caso de las mujeres entre 30 y 34 años, de ellas, cerca del 60% trabaja (frente al 57% de 2000), mientras la ocupación de los hombres de esta franja ha caído, lo mismo que su posesión de domicilio propio y pareja, que para las féminas ha subido del 40% al 53% y del 35,8% al 46,4%.
Del Valle recuerda que en la crisis de los años ochenta, cuando los
índices de paro eran similares a los actuales, también se habló de una
generación perdida que el futuro no vio nacer. Pero esta crisis es más
prolongada y ya ha destruido mucho más empleo, las dos terceras partes
entre menores de 30 años, indica.
El colectivo joven es el más afectado por la crisis, con las tasas de actividad y empleo que más han caído y la tasa de paro que más ha crecido desde 2007, señala Carlos Martín, economista de Comisiones Obreras (CC OO). Sin embargo, desde su punto de vista, es más acuciante centrar las acciones y los fondos públicos en los colectivos más vulnerables para que el grado de desigualdad (en cuyo avance España se ha puesto a la cabeza europea) deje de aumentar. Y estas personas son las que cuentan con menos formación (especialmente mayores de 45 años), que corren el riesgo de convertirse en paro estructural. En el caso de los menores de 30 años, cerca de un millón de personas tienen un nivel de estudios bajo. Una cifra muy parecida constituyen los que engrosan el paro de larga duración en el primer trimestre del año. “Hay que definir un programa de recualificación para estos desempleados con urgencia”, defiende.
Martín critica al Gobierno porque cree que este ha impulsado la estrategia contra el paro juvenil porque Europa ha destinado fondos para evitar la escalada del desempleo que vive este colectivo en la UE. “El plan se ha montado para gastar ese dinero. Sin ningún estudio previo. El Ministerio de Empleo está perdido y lo demuestra aprobando un plan que incluye nada menos que cien medidas, que son meramente paliativas”, afirma.
En Comisiones Obreras están preocupados porque el dinero de las bonificaciones, “cuyo fin es proteger a los colectivos más vulnerables”, se destine a los menores de 30 años, que no lo son precisamente por su edad y su capacidad de remontar en el futuro. Algo en lo que coincide Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III.
Dolado hace un retrato de los menores de 30 años, un colectivo de siete millones de personas, de las cuales cuatro millones forman parte de la población activa y el resto son estudiantes (casi dos millones) y ninis, que ni estudian ni trabajan. De los cuatro millones que participan en el mercado laboral, explica, 2,2 millones conservan su empleo y 1,9 millones se han quedado sin trabajo desde 2007. “Y cerca de un millón de estos jóvenes apenas si cuentan con formación (no han acabado la etapa de secundaria obligatoria) porque dejaron sus estudios al calor del boom de la construcción de la primera década del siglo. Ellos son el verdadero problema. Ya que los formados protagonizarán un proceso de migración masiva que todavía no se refleja en las estadísticas. Los jóvenes con estudios básicos necesitan formación dual, no solamente formación, sino empleo asociado a formación para poder mejorar su cualificación al tiempo que disponen de unos pocos recursos”, afirma tajante. A sabiendas, eso sí, de lo costoso que es para las empresas contratar a aprendices.
No en vano, recientemente la CEOE recomendaba a sus empresarios que se abstuvieran de apuntarse al impulso que el Gobierno pretende dar a la formación dual por resultar muy cara su implantación para las compañías. El Ejecutivo tiene que incentivar a los empresarios en esta línea en lugar de hacerlo a través de las bonificaciones a la contratación, que se ha demostrado que son pan para hoy y hambre para mañana, opinan Dolado y Herce.
“Es necesario flexibilizar la entrada a los programas educativos, especialmente la formación profesional, y diseñarlos sobre todo para las necesidades de este colectivo, con menor hábito de estudio, incrementar las prácticas, reconociendo la experiencia laboral...”, aboga Elisabet Motellón, profesora de Economía Laboral de la UOC.
El catedrático de la Universidad Carlos III considera que la solución al desempleo juvenil (que tradicionalmente ha duplicado la tasa general) es acabar con la dualidad del mercado laboral, uno de los objetivos de la reforma llevada a cabo en febrero del pasado año, que no se ha producido. Salvo si se mira la tasa de temporalidad, actualmente en el 22,12%, frente a porcentajes por encima del 35% en 2007. La crisis se ha cebado con los contratos temporales, mayoritariamente de jóvenes. Para ello propone, una vez descartado por el Gobierno el contrato único por considerarlo inconstitucional, la existencia de dos contratos, con indemnizaciones por despido crecientes en función de la antigüedad, uno para despidos procedentes y otro para improcedentes. Además de a través de una reforma de las prestaciones por desempleo, de manera que sean más generosas que en la actualidad (su cobertura ha pasado del 78,4% al 63,4% actual, según CC OO), pero duren menos tiempo, hasta año y medio en vez de dos años. “Justo lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno”, dice el catedrático.
Dolado no cree en la generación perdida, al igual que Allard. Son partidarios del éxodo de trabajadores bien formados (especialmente ingenieros) hacia otros países como salida para encontrar trabajo y mejor calidad de vida. Volverán a España con mayor experiencia y formación. Aunque no hay que olvidar, señala la profesora de Economía de IE, “que España ha formado a unos jóvenes que no pueden trabajar aquí, que no pueden independizarse ni formar hogares y ahorrar. Y el país lo va a pagar porque eso supone frenar el crecimiento económico futuro”. Pero no le sorprende porque “España lleva desperdiciando mucho tiempo a sus jóvenes por culpa de las rigideces del mercado laboral” y tampoco cree que haya cambiado nada (salvo los despidos) tras la última reforma laboral. Como tampoco se ha dado el salto a una economía de alta productividad.
La temporalidad y el abandono escolar, cree firmemente Agustín del Valle, son el origen del problema. Y donde se tiene que poner la solución que, desde luego, pasa por la inversión. “En economía no existe la palabra austeridad. Solo existen las políticas fiscales expansivas y contractivas”, zanja.
También verán cómo el desempleo entre los menores de 25 años (el colectivo que les interesa) afecta ya a casi seis de cada diez, tras colocarse la tasa de paro en el 57,2%. Es un incremento superior a 30.200 personas sobre el trimestre anterior e ilustra una escalada que no encuentra freno desde 2007. España se ha situado a la cabeza del índice de desempleo juvenil, duplicando con creces la media de los 27 (el 23,2%) y poniendo en riesgo el futuro de una generación, según alerta repetidamente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Estas cifras son un drama”, opina José Antonio Herce, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), “sobre todo el de los menores de 24 años, que están estudiando y se desaniman a buscar trabajo ante su inexistencia”. Pero también entre el colectivo de 25 a 29 años, cuya tasa de paro rondó el 36% en el primer trimestre de 2013, rozando los dos puntos de incremento sobre finales de 2012, como los menores. Son 1,8 millones de jóvenes parados en total, el 44,5% de la población activa menor de 30 años.
Los delegados del Parlamento Europeo se encontrarán también con un Gobierno que tiene pocas estadísticas positivas que exhibir. Los resultados de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016, aprobada el pasado 22 de febrero tras su escenificación con los agentes sociales, se traducen por el momento en que casi 20.500 jóvenes se han dado de alta como autónomos desde entonces, según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
El secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA), Sebastián Reyna, mantiene que los únicos datos favorables que ha arrojado la EPA del primer trimestre son los trabajadores por cuenta propia sin asalariados que se han dado de alta, 22.000, muy probablemente animados por la tarifa única de 50 euros; y que coincide con los aportados por el ministerio de Fátima Báñez, que prevé poner en marcha unas 213.000 acciones en los cuatro años de duración de este plan, cuya dotación presupuestaria es de 3.500 millones de euros y que ha arrancado con 100 medidas.
El ministerio podrá exponer las medidas, aunque le resultará muy difícil presentar evoluciones positivas ante la contundencia de los datos del desempleo, la reducción de la población activa y el desmesurado aumento que está apuntándose en los últimos seis meses el volumen de inactivos, que desisten en su empeño de buscar trabajo ante la desesperación de no encontrarlo: ya son cerca de 2,8 millones de menores de 30 años. Porque, pese a que la pelota esté en el tejado del Gobierno, la contundencia de las decisiones europeas sobre la relajación del pago de la deuda es tal que tampoco deja gran capacidad de maniobra. Al menos hasta que se celebren las elecciones alemanas de septiembre y la canciller Angela Merkel sea reelegida por unos votantes que no están dispuestos a pagar por los desequilibrios de otros países. Si así fuera, se relajaría la presión sobre el déficit, algo que podría dar un respiro a la inversión, opinan los expertos consultados.
Porque, incluso para quienes consideran apropiadas las acciones contenidas en el plan de lucha contra el desempleo juvenil, como Gayle Allard, profesora de economía de IE Business School, “es comparable a poner tiritas a un problema estructural”. “No hay economía que cree empleo sin crecimiento”, sostiene, en la esperanza de que a finales de 2013 empiecen a darse los primeros síntomas de que la economía se levanta. “No mucho, pero algo”, sostiene, consciente de que el consenso de los analistas prevé que el PIB caiga un 1,5% este año y la tasa de paro se sitúe en el 26,8%, que se ha rebasado en el primer trimestre del año y que solo podría recortarse si la población activa continuase cediendo terreno a pasos más agigantados que los actuales, ya de por sí elevados, según Herce. “Ojalá no supere el 27,5% a finales de año”, exclama el socio de AFI, que prevé que el desempleo entre menores de 25 años suba hasta el 60%.
Allard señala que con un aumento del PIB del 0,8% ya se puede generar trabajo, un objetivo quizás más alcanzable el año que viene, de concretarse las estimaciones recogidas por el panel de expertos que elabora la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), que fijan el crecimiento medio del PIB en el 0,7%. El Gobierno espera un 0,5%
“Para resolver el problema del desempleo juvenil no se puede esperar más tiempo. Y las soluciones instrumentadas a corto plazo no sirven de nada. Tienen que ser a largo plazo, cuando tengamos crecimiento y haya una reforma seria de la educación que reequilibre el exceso de universitarios y la escasez de estudiantes de formación profesional, cuyas necesidades se van a duplicar en el futuro. Los jóvenes necesitan un plan de choque con fondos suficientes y que provoque efectos desde el principio. Tenemos que ser conscientes de la gravedad del problema, del peligro que corremos de que haya una generación perdida, de individuos que a los 30 o 40 años tengan trabajos precarios y malvivan dentro de una década”, opina Agustín del Valle, profesor de Economía de la Escuela de Organización Industrial (EOI).
En su opinión, los contratos con vinculación formativa, los contratos en prácticas o los de formación introducidos por la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven van en la buena dirección, pero no son suficientes. Algo que demuestra su escasa utilización. A falta de información del Ministerio de Empleo (que ha descartado facilitarla), empresas de trabajo temporal, como Adecco, los autónomos agrupados en UPTA o la empresa líder de búsqueda de empleo online, Infojobs, niegan que haya aumentado su utilización a la vista de sus propios datos.
Desmitificar algunos mantras
A Luis Garrido, catedrático de Sociología de la UNED, le gusta hablar con propiedad, como ideólogo de la EPA que fue en su día. E intentar desmontar mantras que se instalan en el imaginario popular. No cree que España vaya a tener una generación perdida, ya que las estratosféricas tasas de paro, que superan el 57% para los más jóvenes, apenas afectan a una quinta parte de quienes tienen menos de 25 años.El segundo mito con el que trata de acabar Garrido es ese que se está extendiendo entre la población, preocupada por un éxodo masivo de jóvenes. Con los últimos datos disponibles, de los 114.400 que empezaron a vivir en otros países en 2012, tan solo 3.900 son españoles y están en edad de trabajar. Las salidas de españoles autóctonos en edad laboral han sido de 28.600 personas, y los retornos de 24.700. Los datos no muestran tal éxodo por ahora.
Lo que sí se comprueba, señala el catedrático, es que la edad de la juventud se prolonga, pues está en relación con el trabajo, el domicilio propio y la pareja; es decir, con la independencia. Según las estadísticas, son pocos, muy pocos, quienes viven fuera del hogar paterno, con lo que quizás fuese más aconsejable llevar el concepto de juventud adulta hasta los 34 años.
Garrido ha analizado a los jóvenes de entre 20 y 34 años. Y sus conclusiones son las siguientes. Aquellos de entre 20 y 24 años que trabajaban en 2000 se han reducido a la mitad. Entre este colectivo nunca hubo más de un 8% que dispusiese de casa propia y más de un 6% que tuviese casa y pareja. Los jóvenes de entre 25 y 29 años son otro cantar. Su ocupación ha bajado tanto en hombres como en mujeres (en menor proporción). Pero mientras que un 23% de ellos iniciaba 2000 con casa, hoy ya solo es un 21,5% quienes la poseen. También han bajado los jóvenes con pareja. Justo al contrario que en el caso de las mujeres, que han aprovechado la crisis para independizarse. Han pasado del 23% al 29% las que cuentan con casa y del 21% al 23% las que tienen también pareja. Una evolución que se acrecienta en el caso de las mujeres entre 30 y 34 años, de ellas, cerca del 60% trabaja (frente al 57% de 2000), mientras la ocupación de los hombres de esta franja ha caído, lo mismo que su posesión de domicilio propio y pareja, que para las féminas ha subido del 40% al 53% y del 35,8% al 46,4%.
El colectivo joven es el más afectado por la crisis, con las tasas de actividad y empleo que más han caído y la tasa de paro que más ha crecido desde 2007, señala Carlos Martín, economista de Comisiones Obreras (CC OO). Sin embargo, desde su punto de vista, es más acuciante centrar las acciones y los fondos públicos en los colectivos más vulnerables para que el grado de desigualdad (en cuyo avance España se ha puesto a la cabeza europea) deje de aumentar. Y estas personas son las que cuentan con menos formación (especialmente mayores de 45 años), que corren el riesgo de convertirse en paro estructural. En el caso de los menores de 30 años, cerca de un millón de personas tienen un nivel de estudios bajo. Una cifra muy parecida constituyen los que engrosan el paro de larga duración en el primer trimestre del año. “Hay que definir un programa de recualificación para estos desempleados con urgencia”, defiende.
Martín critica al Gobierno porque cree que este ha impulsado la estrategia contra el paro juvenil porque Europa ha destinado fondos para evitar la escalada del desempleo que vive este colectivo en la UE. “El plan se ha montado para gastar ese dinero. Sin ningún estudio previo. El Ministerio de Empleo está perdido y lo demuestra aprobando un plan que incluye nada menos que cien medidas, que son meramente paliativas”, afirma.
En Comisiones Obreras están preocupados porque el dinero de las bonificaciones, “cuyo fin es proteger a los colectivos más vulnerables”, se destine a los menores de 30 años, que no lo son precisamente por su edad y su capacidad de remontar en el futuro. Algo en lo que coincide Juan José Dolado, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III.
Dolado hace un retrato de los menores de 30 años, un colectivo de siete millones de personas, de las cuales cuatro millones forman parte de la población activa y el resto son estudiantes (casi dos millones) y ninis, que ni estudian ni trabajan. De los cuatro millones que participan en el mercado laboral, explica, 2,2 millones conservan su empleo y 1,9 millones se han quedado sin trabajo desde 2007. “Y cerca de un millón de estos jóvenes apenas si cuentan con formación (no han acabado la etapa de secundaria obligatoria) porque dejaron sus estudios al calor del boom de la construcción de la primera década del siglo. Ellos son el verdadero problema. Ya que los formados protagonizarán un proceso de migración masiva que todavía no se refleja en las estadísticas. Los jóvenes con estudios básicos necesitan formación dual, no solamente formación, sino empleo asociado a formación para poder mejorar su cualificación al tiempo que disponen de unos pocos recursos”, afirma tajante. A sabiendas, eso sí, de lo costoso que es para las empresas contratar a aprendices.
No en vano, recientemente la CEOE recomendaba a sus empresarios que se abstuvieran de apuntarse al impulso que el Gobierno pretende dar a la formación dual por resultar muy cara su implantación para las compañías. El Ejecutivo tiene que incentivar a los empresarios en esta línea en lugar de hacerlo a través de las bonificaciones a la contratación, que se ha demostrado que son pan para hoy y hambre para mañana, opinan Dolado y Herce.
“Es necesario flexibilizar la entrada a los programas educativos, especialmente la formación profesional, y diseñarlos sobre todo para las necesidades de este colectivo, con menor hábito de estudio, incrementar las prácticas, reconociendo la experiencia laboral...”, aboga Elisabet Motellón, profesora de Economía Laboral de la UOC.
El catedrático de la Universidad Carlos III considera que la solución al desempleo juvenil (que tradicionalmente ha duplicado la tasa general) es acabar con la dualidad del mercado laboral, uno de los objetivos de la reforma llevada a cabo en febrero del pasado año, que no se ha producido. Salvo si se mira la tasa de temporalidad, actualmente en el 22,12%, frente a porcentajes por encima del 35% en 2007. La crisis se ha cebado con los contratos temporales, mayoritariamente de jóvenes. Para ello propone, una vez descartado por el Gobierno el contrato único por considerarlo inconstitucional, la existencia de dos contratos, con indemnizaciones por despido crecientes en función de la antigüedad, uno para despidos procedentes y otro para improcedentes. Además de a través de una reforma de las prestaciones por desempleo, de manera que sean más generosas que en la actualidad (su cobertura ha pasado del 78,4% al 63,4% actual, según CC OO), pero duren menos tiempo, hasta año y medio en vez de dos años. “Justo lo contrario de lo que ha hecho el Gobierno”, dice el catedrático.
Dolado no cree en la generación perdida, al igual que Allard. Son partidarios del éxodo de trabajadores bien formados (especialmente ingenieros) hacia otros países como salida para encontrar trabajo y mejor calidad de vida. Volverán a España con mayor experiencia y formación. Aunque no hay que olvidar, señala la profesora de Economía de IE, “que España ha formado a unos jóvenes que no pueden trabajar aquí, que no pueden independizarse ni formar hogares y ahorrar. Y el país lo va a pagar porque eso supone frenar el crecimiento económico futuro”. Pero no le sorprende porque “España lleva desperdiciando mucho tiempo a sus jóvenes por culpa de las rigideces del mercado laboral” y tampoco cree que haya cambiado nada (salvo los despidos) tras la última reforma laboral. Como tampoco se ha dado el salto a una economía de alta productividad.
La temporalidad y el abandono escolar, cree firmemente Agustín del Valle, son el origen del problema. Y donde se tiene que poner la solución que, desde luego, pasa por la inversión. “En economía no existe la palabra austeridad. Solo existen las políticas fiscales expansivas y contractivas”, zanja.
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