sábado, 27 de abril de 2013

Quince minutos de fama

La buena/mala fama de Olvido

La concejal socialista de Los Yébenes que despertó una ola de solidaridad tras difundirse un video íntimo, dimite ahora para explotar su notoriedad

Marcos Balfagón

Las vueltas que puede llegar a dar la fama. Olvido Hormigos ha vuelto al candelero mediático, pero esta vez ya no parece despertar tantas simpatías. La concejal socialista de Los Yébenes (Toledo, 6.400 habitantes) recibió una oleada de solidaridad en septiembre del año pasado después de que se hiciera tristemente famosa por la difusión ilegítima de un vídeo íntimo en el que aparecía desnuda dándose placer. El vídeo lo había grabado ella misma y lo había enviado a alguien de su confianza, pero acabó en los teléfonos y ordenadores de todo el pueblo través de WhatsApp.
Sobrepasada por la repercusión del vídeo, que rápidamente se extendió por la Red, la edil decidió dimitir, pero los muchos mensajes de apoyo que recibió, la disuadieron. Mensajes de todos los colores, desde el de su correligionaria Elena Valenciano al de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, del PP, que tuiteó: “En defensa de tu intimidad, no dimitas”. A los ojos de sus compañeros de partido y de muchas mujeres, había sido víctima de alguien que la quería muy mal, y aunque en el debate suscitado también hubo quien le advirtió de que si no quería correr riesgos, ciertas intimidades era mejor no grabarlas y menos enviarlas, Olvido Hormigos logró darle la vuelta al suceso y convertirse en un icono de la intimidad asediada.
Muchos de quienes la apoyaron se han llevado ahora un chasco, porque Olvido Hormigos ha dimitido finalmente, pero no para defender su intimidad, sino para poder explotar mejor la fama que de forma tan impúdica logró gracias a la difusión del vídeo. El pasado 15 de frebrero dejó su acta de concejal y su militancia en el PSOE para participar en un reality show.
El viraje se ha consumado con la publicación en la revista Interviúde un extenso reportaje gráfico en el que muestra sus desnudas intimidades, aunque esta vez de forma premeditada y hasta remunerada. La ola de solidaridad se ha evaporado y aunque cualquiera puede hacer con su vida y con su cuerpo lo que le plazca, siempre que no dañe a terceros, Olvido Hormigos difícilmente podrá volver a ser un símbolo que defender, aunque del episodio habrá quedado algo positivo: el debate sobre cómo tratar la difusión no consentida de imágenes íntimas.


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