viernes, 3 de mayo de 2013

Barsa: revolución, no.

Renovación antes que revolución

Un sector de la directiva pide a Rosell una profunda reforma de la plantilla del Barça ● Tito y Zubizarreta prefieren un cambio menos traumático como pactaron en Nueva York hace un mes


Tito Vilanova, en el partido contra el Bayern. / M. F. (AP)

El día después de la histórica derrota contra el Bayern Múnich que confirmó la eliminación del Barcelona humeaban las hogueras que encendió la goleada de los bávaros en el ánimo culé. Messi fue a entrenarse, pero a estas alturas eso ya no es consuelo para el barcelonismo, que ayer lamía sus heridas como buenamente podía, y en general trataba de plantearse opciones de futuro como si a quien compete, básicamente a Andoni Zubizarreta, director deportivo del club, no se le hubieran ocurrido todas hace un mes. “Zubi sabe lo que hay que hacer”, dicen en el club, donde se invita a competir por el título de Liga antes que analizar la temporada, sencillamente porque no ha terminado.
El presidente, Sandro Rosell, bajó al vestuario al término del encuentro, después de advertir a los socios, vía Barça TV, que no pasaba nada por ser eliminados. Rosell dijo estar orgulloso de los jugadores, del cuerpo técnico y de la afición, mientras la hinchada sufría de vuelta a casa. El pueblo, siempre ruidoso, seguía ayer mirando al marcador y se abonaba a la idea de cambiarlo todo, en especial a Fábregas, el hombre que más kilómetros recorrió contra el Bayern (12.370 metros), convertido en paradigma de todos los males del equipo, irreconocible incluso al compararlo con el de principio de temporada.
En medio del vendaval, en las oficinas, los responsables de la parcela deportiva se empeñaban ayer en separar el ruido de las nueces. La experiencia deja poso y se recuerda que hace solo un año, el Barcelona perdió la Liga tras ser derrotado por el Madrid en el Camp Nou, la Champions cuatro días después siendo ajusticiado por el Chelsea en semifinales, y a las 48 horas, despedía a Guardiola y presentaba a Vilanova en una transición elogiada entonces y que el paso del tiempo ha convertido en traumática.
Zubi y Tito quieren un año más a Valdés; algunos directivos ni a él ni a Cesc
Llegados a este punto, en la entidad se ve el panorama más despejado que entonces porque el club tiene entrenador para la próxima temporada y está a punto de ganar la Liga ante el poderoso Real Madrid de Mourinho. De peores han salido. Pero la humillante derrota ante el Bayern Múnich ha disparado las alarmas, un ruido contra el que lucha el club, empeñado en que la pelota caiga al suelo para jugarla al pie y en su momento.
“No miramos a otro sitio”, justifican los que tienen voz y mando. “Sabemos qué hacer y lo haremos, pero no toca ahora”, filtran desde la junta, donde se da por hecho que los 40 millones presupuestados para fichajes se van a quedar cortos este verano: solo por Neymar pagarán 30.
El plan de futuro, la hoja de ruta que Rosell, Zubizarreta y Vilanova pactaron en Nueva York no se ha visto afectada por la derrota contra el Bayern. “Por lo menos para mí”, ha dicho Vilanova. El guion parece escrito a dos manos entre el director deportivo y el entrenador y, presumiblemente, fue aceptado por Rosell en Manhattan y remite antes a una remodelación que a una revolución.
En el club se cree que los 40 millones previstos para fichajes se quedarán cortos
Siendo cierto que se acepta que deben salir jugadores la pregunta es si será posible colocarlos y siendo cierto que el equipo necesita refuerzos, la duda es quién, más allá de Neymar, tiene nivel para subirse al carro del equipo. Las grietas entre la idea de algunos directivos y la de los ejecutivos la simbolizan como nadie dos nombres: Zubizarreta y Vilanova cuentan con Valdés para el año próximo, pero la junta no le quiere ni en pintura; Vilanova piensa en Fàbregas para darle una vuelta de tuerca al juego del equipo y en la sala de juntas lo venderían a peso en el mercado este verano. En esas dicen que Rosell anda loco por sacar la chistera de los fichajes mágicos, y resiste como puede a la presión de su propia junta. El miércoles, sin ir más lejos parte de sus directivos le invitaron a meterle mano a la plantilla, a “hacer algo” tras una reunión informal mantenida en el antepalco del Camp Nou al término del encuentro contra el Bayern. En la junta hay quien se plantea, incluso, si Vilanova debe continuar.
El análisis de la realidad del equipo pasa por un condicionante que no es posible obviar y remite a la ausencia del entrenador durante dos meses cruciales en los que los futbolistas han vivido sin jefe. Eso lo condiciona todo. Ya dijo el presidente que el mejor título del año era verle de vuelta. Por el camino, cerca de conseguir la Liga, la afición, golpeada por la realidad, a ratos lo quemaría todo y a ratos sigue agradecida con los futbolistas, conscientes de que han sido protagonistas de años llenos de gestas tan inolvidables como la victoria por 2-6 en el Bernabéu, de la que ayer se cumplieron cinco años.

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