Alfonso Portillo, el expresidente de Guatemala, extraditado a EE UU
El exmandatario está reclamado por un tribunal de Nueva York por usar bancos estadounidenses para blanqueo de dinero
José Elías
Ciudad de Guatemala
24 MAY 2013 - 19:00 CET9
Alfonso Portillo Cabrera,
de 62 años, quien presidió este país centroamericano entre el 14 de
enero de 2000 y la misma fecha de 2004, fue sacado la mañana del viernes
del centro hospitalario donde estaba recluido para ser llevado hasta el
aeropuerto militar La Aurora, desde donde es trasladado hasta Estados
Unidos para responder ante un tribunal de Nueva York
que lo acusa de utilizar bancos estadounidenses para lavar unos 80
millones de dólares, malversados del tesoro guatemalteco durante su
mandato.
La sentencia de extradición de Portillo fue firme desde agosto de 2012, cuando el Constitucional rechazó un amparo de los defensores del exmandatario, que pretendían anular un decreto firmado un año antes por el entonces presidente, Álvaro Colom, donde se autorizaba su puesta a disposición de los tribunales norteamericanos.
Desde entonces, sus abogados han hecho uso de toda argucia legal a su alcance para impedir el proceso. La mañana del viernes, en las instalaciones del aeropuerto militar, Mauricio De León, uno de los defensores de Portillo calificó la acción como ilegal y como fruto de un abuso de poder. Señaló como responsable al ministro del Interior, Mauricio López Bonilla, y recordó que hay pendientes de resolver tres acciones legales destinadas, precisamente, a impedir que Portillo fuera llevado a Estados Unidos. “Es una extradición ilegal”, reiteraba ante los medios de comunicación.
Al respecto, el titular del Interior dijo que él se limitó a "brindar la custodia necesaria" para que el expresidente Portillo fuera entregado a las autoridades de Exteriores en el aeropuerto militar, donde estas pusieron al exmandatario en manos de los enviados de la justicia estadounidense.
Si el expresidente guatemalteco es hallado culpable por la justicia norteamericana, podría enfrentar una condena de hasta 20 años de cárcel para, posteriormente, ser llevado a Francia, donde también tiene una demanda por el mismo delito. Portillo sigue así un curioso paralelismo con el exdictador panameño Antonio Noriega, quien, tras permanecer encarcelado en Miami, fue enviado a París acusado de narcotráfico.
Portillo, un político carismático, despierta pasiones encontradas entre los guatemaltecos. Para los sectores “populares” ha sido un gran presidente, capaz de enfrentarse a la todopoderosa patronal y resistir a sus presiones. Para los conservadores, un irresponsable que merece el dudoso título de ser uno de los peores y más corruptos gobernantes de la historia reciente del país.
En su hoja de vida de Portillo hay incidentes increíbles, como el hecho de asesinar, en una noche de borrachera, a dos estudiantes de la ciudad mexicana de Chilpancingo, en el estado de Guerrero. El mandatario escapó y evitó una más que segura condena a prisión. Esa capacidad de huir también permitió a Portillo Cabrera evitar los tribunales guatemaltecos por delitos como peculado (hurto de caudales del erario). Tras perder su condición de aforado como miembro del Parlamento Centroamericano, huyó a El Salvador, desde donde voló a México. Extraditado a Guatemala en 2008, obtuvo libertad bajo fianza hasta que fue reclamado por la justicia estadounidense. Estuvo a punto de escapar hacia Belice, y fue detenido cuando iba a abordar una lancha tras una minuciosa labor de investigación dirigida por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), entonces presidida por el magistrado español Carlos Castresana.
La sentencia de extradición de Portillo fue firme desde agosto de 2012, cuando el Constitucional rechazó un amparo de los defensores del exmandatario, que pretendían anular un decreto firmado un año antes por el entonces presidente, Álvaro Colom, donde se autorizaba su puesta a disposición de los tribunales norteamericanos.
Desde entonces, sus abogados han hecho uso de toda argucia legal a su alcance para impedir el proceso. La mañana del viernes, en las instalaciones del aeropuerto militar, Mauricio De León, uno de los defensores de Portillo calificó la acción como ilegal y como fruto de un abuso de poder. Señaló como responsable al ministro del Interior, Mauricio López Bonilla, y recordó que hay pendientes de resolver tres acciones legales destinadas, precisamente, a impedir que Portillo fuera llevado a Estados Unidos. “Es una extradición ilegal”, reiteraba ante los medios de comunicación.
Al respecto, el titular del Interior dijo que él se limitó a "brindar la custodia necesaria" para que el expresidente Portillo fuera entregado a las autoridades de Exteriores en el aeropuerto militar, donde estas pusieron al exmandatario en manos de los enviados de la justicia estadounidense.
Si el expresidente guatemalteco es hallado culpable por la justicia norteamericana, podría enfrentar una condena de hasta 20 años de cárcel para, posteriormente, ser llevado a Francia, donde también tiene una demanda por el mismo delito. Portillo sigue así un curioso paralelismo con el exdictador panameño Antonio Noriega, quien, tras permanecer encarcelado en Miami, fue enviado a París acusado de narcotráfico.
Portillo, un político carismático, despierta pasiones encontradas entre los guatemaltecos. Para los sectores “populares” ha sido un gran presidente, capaz de enfrentarse a la todopoderosa patronal y resistir a sus presiones. Para los conservadores, un irresponsable que merece el dudoso título de ser uno de los peores y más corruptos gobernantes de la historia reciente del país.
En su hoja de vida de Portillo hay incidentes increíbles, como el hecho de asesinar, en una noche de borrachera, a dos estudiantes de la ciudad mexicana de Chilpancingo, en el estado de Guerrero. El mandatario escapó y evitó una más que segura condena a prisión. Esa capacidad de huir también permitió a Portillo Cabrera evitar los tribunales guatemaltecos por delitos como peculado (hurto de caudales del erario). Tras perder su condición de aforado como miembro del Parlamento Centroamericano, huyó a El Salvador, desde donde voló a México. Extraditado a Guatemala en 2008, obtuvo libertad bajo fianza hasta que fue reclamado por la justicia estadounidense. Estuvo a punto de escapar hacia Belice, y fue detenido cuando iba a abordar una lancha tras una minuciosa labor de investigación dirigida por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), entonces presidida por el magistrado español Carlos Castresana.
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