Internet, la nueva era del rumor
Hans Joachim Neubauer aborda la problemática de la habladuría a lo largo de los siglos
Poder. Secreto. Seductor. La habladuría, escurridiza e incontrolable, no solo sigue existiendo, cuenta el alemán, sino que recobra fuerza ante las nuevas tecnologías. El ser humano no es capaz de escapar de la tentación del poder que confieren la información y el rumor.
Lejos de la idea de que una sociedad desarrollada y civilizada está a salvo del rumor, Neubauer advierte de que la habladuría ha encontrado cobijo en las nuevas formas de comunicación. Estas herramientas contribuyen a su difusión, entendido como una voz "tan relevante como imposible de corroborar" que se propaga de forma autónoma y rápida. Para ello, Internet y las nuevas tecnologías fomentan dos aspectos vitales: llegar a un grupo numeroso de personas y que se apele a sentimientos fuertes como el miedo, el odio o la incertidumbre –algo de actualidad ante el escenario de crisis–. "Internet es muy rápido y cualquier desmentido llega siempre tarde. Estamos ante una nueva era del rumor".
Neubauer: "El rumor permite a cualquiera formar parte de una discusión moral sin ser la persona que opina"
Algunos ejemplos
Neubauer proporciona numerosos casos a lo largo del libro. Uno de ellos se remonta al comienzo de la I Guera Mundial en verano de 1914 al sur de Inglaterra, cuando se difundió que tropas rusas se desplazaban por la zona. El rumor aseguraba haberlos visto en trenes, estaciones y hasta destrozar una máquina en Carlisle. Así, el escritor muestra como la habladuría no es más que un reflejo de los miedos e inquietudes de una sociedad con los que, a través de su “interpretación, pueden aportar coherencia a situaciones de gran inseguridad”.Pero los rumores encierran también un lado positivo. En el campo de concentración de Sachsenshausen al norte de Berlín, el preso polaco Jakob Heym presumía de tener una radio por la que escuchó el avance de las tropas soviéticas que vaticinaban la liberación inminente. La supuesta noticia real se propagó por todo el campo convirtiendo a la habladuría no confirmada en motivo de esperanza.
Más recientemente muchos recordarán aún el famoso rumor que protagonizó el programa Sorpresa sorpresa de Antena 3, un espacio de entretenimiento basado en ayudar a ver sueños cumpldos como conocer a un músico. En aquella ocasión, la habladuría aseguraba que en el momento en el que la presentadora Isabel Gemio conectó en directo con la casa de una chica a la que iban a presentar al cantante, la joven apareció practicando sexo con su perro. Todo el mundo lo oyó pero nadie lo vio. Eso sí, el rumor corrió como la pólvora.
A lo largo de los siglos, pheme –la personificación del rumor en la mitología griega– o fama, ha sido representada de diferentes maneras: como una mujer con una o dos trompetas, un hombre armado –por Cesare Ripa– o, incluso, como un monstruo de muchas cabezas. En un texto de Shakespeare que recoge Neubauer, el rumor es definido como "una flauta donde soplan las sospechas, los recelos, las conjeturas, y tan sencilla y fácil de toca, que ese monstruo sin arte, de cabezas innúmeras, la multitud eternamente discordante y bullidora, puede hacerla resonar".
¿Y por qué tanto interés por el rumor y el cotilleo? "Es una cuestión de poder, permite a cualquiera formar parte de una discusión moral sin ser la persona que opina", ríe Neubauer. "La habladuría se centra en el secreto, en lo escondido, que suele ser algo negativo. Las personas ocultan su lado oscuro de otros (...) Contar algo te mete en el papel de alguien que sabe lo que hay detrás, has descubierto algo. A los rumores les gusta descubrir algo, es sexy y todos quieren tenerlo".
*Fama: Una historia del rumor, de Hans-Joachim Neubauer.
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