jueves, 9 de mayo de 2013

El Málaga destrozado por el Madrid

Los futbolistas dan sosiego al Madrid

Los blancos, muy lúcidos, golean a un Málaga con muchas calamidades y aplazan el alirón culé

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En estos días de turbulencias en Chamartín, el Real Madrid encontró sosiego con el fútbol, con el balón por el medio, con el juego como único catalizador. La pelota por encima de los narcisos y sus cuitas. Abucheado Mourinho y ovacionado Iker Casillas, llegó el partido, lo futbolístico como relato. La hora de los futbolistas y su gente. En lo esencial, Madrid y Málaga despacharon un duelo divertido, trepidante y accidentado, sobre todo para el cuadro de Pellegrini, maltrecho por una merecida expulsión de Sergio Sánchez —y una posterior de Demichelis ya con 5-2—, la lesión de su gran guardameta Willy Caballero y la nulidad de un árbitro en la inopia. Tampoco se libró del azote de Cristiano, el lazo de un equipo que jugó bien, con un registro poco habitual: activados Modric y Özil, para lo que suele ser habitual el Madrid tiró pases hasta el delirio. Pulverizó al Málaga a la contra, como es sello de la casa, y también en los ataques estáticos. Un buen Madrid, inalcanzable para un adversario modélico por ganarse en el campo lo que le privan en los despachos.

REAL MADRID, 6 - MÁLAGA, 2

Real Madrid: Diego López; Nacho, Varane, Albiol, Coentrão (Fabinho, m. 76); Essien, Xabi Alonso; Özil, Modric (Di María, m. 64), Cristiano; y Benzema (Higuaín, m. 68). No utilizados: Casillas; Carvalho, Kaká y Callejón.
Málaga: Willy Caballero (Kameni, m. 41); Sergio Sánchez, Lugano, Demichelis, Antunes; Camacho; Portillo, Baptista (Iturra, m.27), Isco, Eliseu (Onyewu, m. 76); y Santa Cruz. No utilizados: Duda, Joaquín, S. Fernández y Saviola.
Goles: 1-0. M. 3. Albiol. 1-1. M. 15. Santa Cruz. 2-1. M. 26. Cristiano. 3-1. M. 33. Özil. 3-2. M. 36. Antunes. 4-2. M. 46. Benzema. 5-2. M. 63. Modric. 6-2. M. 91. Di María.
Árbitro: Gil Manzano. Expulsó con roja directa a Sergio Sánchez (m. 21) y por doble amarilla a Demichelis (m. 73). Amonestó a Iturra, Cristiano y Santa Cruz.
53.000 espectadores en el Bernabéu.
Protagonista sin querer por la censura del mánager a Pepe, Albiol no tardó en ponerse bajo los focos. Y para bien. A los tres minutos, este central silencioso y profesional, cumplidor cuando se le requiere, cabeceó el primer córner de los blancos, ejecutado por Modric. Un mazazo para los de Pellegrini, zarandeados todo el curso por un sinfín de calamidades. Pero Isco dio un do de pecho y el Madrid se pertrechó más a la caza de un contragolpe. Pellegrini prefirió reforzar el macizo central de su ataque con Baptista y Santa Cruz en detrimento de Joaquín. Con Isco al violín, bien auxiliado por Portillo, el Málaga encontró la recompensa por la misma vía que su oponente. Un saque de esquina lanzado por el propio Isco fue cabeceado por Lugano en el primer palo y remachado por Santa Cruz en el segundo.
La respuesta local fue contundente. Al Madrid le tocaba remar en el territorio que menos domina, medirse a un rival que le concede la iniciativa. De forma inopinada, el equipo tuvo lucidez sin necesidad de vértigo. Al toque de Alonso, Modric, Özil y Benzema, pase a pase y siempre con Cristiano a la vista, los blancos encontraron accesos hacia Caballero. Trenzaba y trenzaba el Madrid, y muy bien, y muy arriba. Hasta que Özil conectó con Cristiano, un titán, que irrumpió en el área como un regimiento y Sergio Sánchez le frenó con un enganchón. Penalti y expulsión. Ahí empezó el calvario malaguista. Una noche torcida. Para colmo, Caballero rechazó con el pie el remate centrado de Ronaldo, pero el pie izquierdo del portero, suspendido en el aire, sin apoyos, se retorció por el impacto. Willy quedó lastimado. El meta argentino reclamó al árbitro que detuviera el juego. Ni caso. Los jugadores del Madrid no se apercibieron y en la continuación de la jugada Camacho cortó una jugada de Benzema dentro del área. La pelota salió en dirección a Caballero, que se había puesto en pie a duras penas. El colegiado, el mismo que no había indultado a Willy, le castigó con un libre indirecto por una cesión que no fue tal y que se lanzó donde no se debía. Cristiano reventó la red, con la barrera dislocada, y anotó su gol 200 con el Madrid al grito de “yo aquí, yo aquí”.
Más que nunca, Alonso, Modric y Özil tiraron y tiraron pases, con CR como titán
Demasiados infortunios para los de Pellegrini, que con diez recurrió a Iturra por Baptista. Para acentuar su desconsuelo, el Madrid le pilló en una contra descomunal, con Cristiano a todo gas, inalcanzable. El portugués filtró la pelota para Özil, que resolvió en el área como si fuera un buitre. Donde abundan las tiritonas, el alemán se frenó en seco, despejó a un adversario con un recorte sigiloso y, sin precipitación, ajustó el disparo. Un golazo. Mucha clase. Como el que anotó poco después Antunes, que alivió la tormenta justo antes de que Willy no pudiera más con su tobillo y le sustituyera Kameni, que se tomó lo suyo para acicalarse como portero. Todo lo contrario que Cristiano, que no se demora casi nunca. En un suspiro, mientras los malaguistas reclamaban un fuera de juego que no pareció, retó cara a cara a Kameni, vio por el rabillo a Benzema y generoso le invitó al gol.
Los de Pellegrini acabaron con nueve y su guardameta titular lesionado
Destartalado el Málaga, el segundo tiempo fue una fiesta para los madridistas, que se dieron un festín muy democrático, con goles de seis jugadores diferentes, solo alterado por la lesión de Özil a última hora. Nada le hacía más falta al club que un banquete de fútbol, lo que de verdad le da sentido y le puede garantizar un futuro prometedor. El fútbol de los futbolistas, los que anoche dieron sosiego a una institución desquiciada por un entrenador de salida, convertido en sí mismo en un campo de minas. Con Mourinho a otra cosa, los jugadores brindaron con su público y aplazaron el alirón azulgrana. No hay mejor discurso que el buen fútbol.

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