jueves, 28 de octubre de 2010

Aura Marina, ese objeto del deseo.

Lo que sucede con Aura Marina, noche a noche, es una tortura para los amantes. Nos vemos y hablamos vía skype, pero no es igual que el estar frente a frente, con la persona real. Nos dan muchas ganas de besarnos y de hacer el amor, más aun porque donde yo estoy con la computadora es mi habitación, la biblioteca de mi padre, lo que la cámara capta detrás de mi es la enorme cama (más que) matrimonial, que actúa como un acelerador de las pasiones.

Tengo una cama gigantesca, es enorme para cobijar a una persona, es muy ancha si uno duerme solo. En ella debería estar, noche a noche, mi amada Aura Marina, ese objeto del deseo virtual.

Como caballos desbocados se comportan nuestros deseos más íntimos, saltan y no se detienen con los frenos que les ponemos, corren aceleradamente por las praderas de la pasión.

Lo cruel es que nos derretimos de pasión y deseo, y nos contentamos con vernos directamente a la cámara de la computadora, con esos ojos entornados que quieren decir muchas cosas al mismo tiempo.

En este delirio demencial que ¿vivimos? todos los días, se nos ocurre salir a toda prisa rumbo al aeropuerto y tomar el primer vuelo a Guatemala, eso se le antoja a ella, porque yo vivo en un país en donde el aeropuerto recibe unos cuantos vuelos y lo cierran temprano, y apagan las luces para ahorrar. Hasta pena me da relatar esto.

Siempre que hablamos largas horas, cerca de la media noche porque Aura Marina a esas altas horas sale de su trabajo en el periódico, generamos una corriente erótica de alto voltaje, capaz de disolver cualquier objeto sólido que se encuentre frente a nosotros.

Y las conversaciones entre Aura Marina y yo van subiendo de tono, a medida que la madrugada avanza, y todo transcurre sin un guión o bajo un esquema determinado, no hay manera de controlar las palabras que caen en cascada, ni los guiños en la pantalla que ocasionan reflejos condicionados.

Ya le dije a Aura Marina que no me provoque con esos dedos suyos acariciándose el cabello negro a cada instante, lo hace inconscientemente, es obvio, pero el mensaje semiótico es claro para mi, yo que leo los lenguajes del cuerpo por mi profesión de analista. Me excita demasiado ver esos movimientos de su cabellera y sus manos jugueteando con ella.

Cuando pensamos que ya no podemos más con esa pasión y locura por encontrarnos ya, aparece la música que ella selecciona y me la pone para escucharla mientras la conversación continúa a través de la computadora. Ya determinamos que nuestra canción, todas las parejas tienen una canción favorita que les encanta y les recuerda al ser amado, la nuestra se llama: "Un hombre y una Mujer", fue una linda película de los años setentas, y el tema musical nos puede fascinar a los dos.

Siendo ella muy joven, le encantan los Beatles como a mi, generacionalmente está muy cercana en gustos musicales. Eso me complace de manera muy especial.

Ya pronto estaremos juntos, ella viene a verme a Guatemala en noviembre. Y yo soy el hombre más feliz sobre la tierra.

Esa será mi dicha y mi regalo de la vida.

Siempre le pedí esto al Universo, como un acto de magia, y me lo concedió. Gracias a la vida que me ha dado tanto, diría Violeta Parra.

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