miércoles, 13 de octubre de 2010

El sueño de una quinceañera.

Kandy es una chica delgada y alta, blanca como el azúcar, alegre a ratos.

Tiene catorce años y sus sueños de adolescente la hacen distraída en el día. Cierra los ojos en clase y se imagina mil historias de amor, ella sueña con un príncipe por que se siente una princesa.

Kandy es hija única y la adoración de sus padres. Quienes procuran cumplirle todos sus deseos, todos.

En la recámara de la joven hay varias colecciones de muñecas, docenas de Barbies y sus diminutos atuendos para cada ocasión, ella juega siempre con sus muñecas adoradas.

Sus padres se preocuparon por su hija, el día que escucharon voces en la habitación de la niña, ella estaba sola pero hablaba con su amiga imaginaria. Ellos no lo sabían. Ella era muy fantasiosa por lo visto, pero normal en general.

De repente le daba por invitar a un par de compañeras del colegio, para jugar a las muñecas y conversar de tantas cosas que traen en la cabeza las adolescentes, y que son sus verdaderas preocupaciones existenciales.

Las otras niñas, sus mejores amigas, María Paula y María Isabel, eran de la misma edad que ella pero más desarrolladas, ya se advertía en ellas unos cuerpos más de mujer que de niñas, además ya habían experimentado su primera regla, Kandy aun no y se sentía diferente por eso, pero mal.

Su extremada delgadez, sin ser anoréxica, inquietaba demasiado a sus padres. Médicos y nutriólogas se convirtieron en sus guardianes permanentes. Pero Kandy no engordaba ni un gramo, a pesar de las dietas altas en contenido de proteínas. Le dolía el cuerpo y notaba que cada día crecía más, era más alta que todo su grupo de la escuela, padecía el dolor del crecimiento, le dijo su médico de cabecera.

Muy alta pero con un cuerpo de una niña, plana y sin curvas.

Las fiestas para celebrar los quince años de muchas de sus amigas y compañeras, se hicieron una rutina espantosa para Kandy, ella quería ser como sus amigas de su edad, al menos en lo que al cuerpo respecta.

Estudiaba en el colegio Austriaco de la ciudad de Guatemala, habla un alemán perfecto e inglés también, era de las mejores alumnas por sus altas calificaciones, pero no era feliz. Sus padres si, muy orgullosos de su niña inteligente. Siempre la presumían ante la extensa familia, y ella se ruborizaba por completo, no deseaba ser mirada ni llamar la atención por su desempeño escolar. Quería que la dejaran de molestar con preguntas acerca de su delgadez, que era el tema inevitable de sus primas, y tías, sobretodo.

Su padre, un coronel del ejército, un hombre estricto y regañón, se suavizaba ante la presencia de su amada hija, y le decía: " A mi princesita, lo que desee, se lo cumplo".

La bromeaba mucho por su color blanco pálido, le decía, que era tan blanca que cuando bebía agua se veía como pasaba por su garganta.

La madre se dispuso enseñarle a su hija los secretos de la cocina para inducirla a comer más y mejor. Pero la niña quería que su madre le descubriera los secretos de ser mujer y cómo conquistar al hombre de sus sueños, pero su madre una mujer religiosa no tocaba temas sexuales, eso que se lo enseñen en la escuela, solía decir.

Ya se acercaba la fecha del cumpleaños número quince de Kandy, sus padres planeaban la gran fiesta en el Casino Militar, faltaban dos meses para tan importante acontencimiento familiar.

Sin que Kandy lo supiera, sus padres contrataron el banquete con la señora Mayita, la mejor banquetera de toda Guatemala. También localizaron una empresa experta en la organización de eventos como los quince años de las jovencitas y las bodas más rimbonbantes de la alta sociedad.

El sueño de la hija lo estaban cubriendo satisfactoriamente, según ellos.

La sonrisa de satisfacción de los padres era permanente, le cumplirían su sueño de la fiesta de quince años, con creces, más allá de lo imaginable. Todo les había costado una fortuna, pero valía la pena con tal de ver feliz a su flaquita, su seca.

Muy cerca de la fecha del cumpleaños de la Kandy, su madre escuchó sollozos interminables dentro de la habitación de la niña, y se preocupó demasiado por eso y quiso averiguar la causa de ese llanto lastimero de la hija.

¿Qué te sucede, flaquita linda?

Muchas cosas, mami.

Cuéntale todo a tu madre.

Yo no quiero la fiesta de mis quince.

!¿Cómo así? ¡

Yo quiero otra cosa, pero ustedes no van a querer dármelo.

¿qué cosa, dímelo?

... se van a enojar mucho por eso.

!No, te juro que no, chiquita, ya dímelo.¡

Quiero en lugar de la fiesta...!unos senos grandes¡

2 comentarios:

  1. Seguramente el diálogo entre los padres será algo así:
    Implantes para la nena. Para que no le tengamos que contradecir y explicar cosas. Así estará contenta ella. Se sentirá que encaja bien. Si todas sus amiguitas estan más desarrolladas...ella no va a desentonar. Ay...esa famosa barbie que vino a estigmatizar los cuerpos no voluptuosos. Si yo me acuerdo que mi papi decía...un busto perfecto, elegante es el que cabe en una copa de champagne...pero de las de antes ehhhhhhh.
    -Chula, pero.. ¿se puede hacer eso siendo tan jovencita ella?
    -En lo que estás, mi amor...requete se puede. Podemos aprovechar pedir un buen precio. Yo me hago un estiramiento y ella las tetas. No te va a salir mal, mijo. Voy a pedir cita.

    La sociedad posmoderna...es así. Ya parece que no nos gusta como somos sino que hay un prototipo de como se debe ser. Si no...chula ya sabes que hoy en día no hay feas...hay pobres.

    Que triste decir.

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  2. Creo que la piel tan delgada no dará para estirarse y ponerle implantes, además con lo blanquita que es, se transparentarían las bolsitas de los implantes. Pobre chica, que problema tan grande tiene!.
    Pero qué es este mundo que estamos viviendo? Menos mal y no tuve hija porque igual la hubiera mandado al chorizo si hubiese querido tal estupidéz.
    Así como a mis hijos jamás les regalamos armas como juguete, a mi hija no le hubiera comprado esa muñeca plástica gringa.
    Tiene razón Mag53, hoy solo es fea la que no tiene dinero y como leí en un libro de Aceituno que me dió mucha risa, " los ricos son mas bonitos"
    El dinero no da felicidad pero como se le parece. No es así? Para esta chica que su mundo son las barbies, sin dinero seguirá deprimida.

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