Me instalo muy temprano en una mesa de un café de cadena, de esos que abundan por toda la ciudad de Guatemala. Tengo en mis manos un libro, de psicoanálisis por supuesto, en caso que la observación de lo que ocurre dentro de este gran centro comercial, Mall, dicen ahora mis paisanos, caiga en un bache y yo pueda continuar con esa lectura instructiva.
El centro comercial se llama "Miraflores", ya estuvo de moda para la clase alta de Guatemala, y ahora hay otros malls que atraen a los consumidores de altos ingreso, ubicados en otras zonas más elegantes de la urbe como es la zona 10 y la zona aledaña a la carretera a El Salvador.
Ahora nos referiremos a Miraflores porque es un sitio que atrae a miles de jovencitos de ambos sexos, sí a consumir poco pero sobre todo para pasear, ligar y simplemente "vitrinear". Son los chicos de las clases medias que viven en colonias populares como la Roosevelt, la Mariscal, o bien en nuevas zonas residenciales como en San Cristóbal. Es un centro comercial popular, a diferencia de Oakland, el santuario de los chicos ricos que sí van a consumir bastante a ese lugar exclusivo.
Las características de Miraflores es su grandiosidad arquitectónica, todo está hecho de forma monumental, aunque guarda similitud con otros malls locales, este centro comercial es muy espacioso, por dentro, parece una gran jaula de cristal y bajo la estructura existe gran amplitud del espacio para dar cabida a los miles de autos que los fines de semana saturan el centro comercial de personas pertenecientes a unas clases medias depauperadas por las crisis permanentes que vive el país.
El centro comercial Miraflores ocupa una extensión de unas 5 hectáreas de terreno totalmente construído, posee largos pasillos y espacios interiores amplio y luminosos por el uso del cristal en sus bóvedas. En sus dos niveles aglomera cientos de pequeños y grandes comercios con mercancías aptas y deseadas por la juventud, su mejor mercado de consumidores.
Los chicos y chicas están todos perfectamente uniformados en sus atuendos y arreglos del cabello. Hay una tendencia universal a la uniformidad de la juventud: visten de forma idéntica, escuchan la misma música, comen lo mismo en las áreas de comida rápida, ven las mismas películas, poseen laptops (porque los colegios de Guatemala de paga o públicos así lo exigen, no es algo opcional), y obviamente son usuarios de la Internet y de todas las redes sociales habidas y por haber, pero principalmente son "amigos" del Facebook, donde agendan las citas y los compromisos estudiantiles y de diversión, ahí también ligan.
Sigo observando este zoológico que se encuentra dentro de una gran caja de cristal.
Los chicos y chicas adolescentes en grandes grupos, recorren incansablemente y de forma repetida los senderos mecánicos entre un nivel y otro.
Suben y bajan por las escaleras eléctricas; bajan y suben por las escaleras eléctricas, y así hasta la saciedad. Vociferan en voz alta, ríen a mandíbula batiente, cosa que la sociedad censura demasiado, no es decente expresarse así, y mucho menos con esas palabras soeces que los jóvenes suelen emplear en cada frase.
Expresiones chapinas como "!! A la gran...(puta) ¡¡ es una de las más comunes , "Vos serote, pisado", es una forma de tratamiento entre amigos que denota gran confianza e intimidad. Hay nuevas formas gramaticales y préstamos de frases de la televisión mexicana, que ya son parte del lenguaje chapín.
Los chicos suben y bajan las escaleras eléctricas, bajan y suben las escaleras eléctricas, desde hace ya varias horas. Son los mismos, no se han ido, pues este es su centro de actividades más importante. No hay sitios para que los jóvenes se reunan y se diviertan, esos clasemedieros de Guatemala, solamente pueden disponer de los centros comerciales.
Ellos usan playeras con marcas comerciales visibles, alcanzo a leer en muchas de ellas: Aeropostale, California, o los estilos típicos de Zara, se peinan con gel y se paran los pelos un poco a la mohicana, se usa el cabello corto a los lados y alto arriba para hacerse este tipo de copete de gallo, calzan tenis o zapatillas de deporte. Las chicas usan el pelo largo y suelto, se meten en pantalones de mezclilla, lona, dicen acá, y portan blusitas sin mangas y algo escotadas, en colores claros o negras. Los zapatos son de plataforma con tacones peligrosos para controlar el equilibrio.
Son chicos y chicas con grandes deseos de poseer algo, son cien por ciento aspiracionales, quieren pertenecer a otra clase social más elevada de las que ellos provienen, y piensan que comprando los símbolos de estatus de la clase alta, lo van a lograr. Todos usan gafas para sol, aunque sea de noche, es un rasgo de elegancia que los ricos impusieron hace mucho tiempo en Guatemala. Todos quisieran tener una gafas lindas y caras, como las que usaron recientemente los chilenos rescatados de la mina, pero tienen que conformarse con los anteojos oscuros que venden en los centros comerciales a precios rídiculamente baratos, pero que parecen a los de marcas como Dior o Chanel, sin que nadie vaya a sospechar de que son auténticamente piratas, y chinos.
No puedo concentrarme en la lectura del libro sobre psicoanálisis, no puedo dejar de observar a mi alrededor a la muchedumbre que va y viene, sin ton ni son, buscando la felicidad instantanea en alguna compra o soñando con poseer algo maravillos que se exhibe en algún aparador.
Esto es la posmodernidad en vivo y a todo color, son estos ejército de uniformados por la moda mundial, que se mueven como hormigas incansables por los pasillos del mall, contagiados por una enfermedad moderna que se llama: la neomanía, ese impulso neurótico de quereer poseer lo último de la moda, el último grito o alarido de lo que se produce en EEUU o en Europa, pero que realmente se hace en otros sitios (en China). El engaño consiste en hacerle creer a las personas que ya pudieron comprar lo último, cuando lo último no ha sido producido todavía..
Han pasado 7 horas desde que llegué a mi puesto de observación, ya tengo hambre, me voy a mi casa a reflexionar, estoy agotado de ver el hiperconsumismo en plena acción demoledora de realidades. Jóvenes hiperconsumistas pero que no producen ni un peso.
Vamos bien, incursionando en la era de la posmodernidad, para que no nos digan que somos un país atrasado, pobre y premoderno. No, qué va, !somos la vanguardia de Centro América ¡, y eso ya es algo o mucho.
Los absurdos de los adolescentes y su pulular.
ResponderEliminarEn verdad que en este país solo han aprendido a hacer eso, no hay opciones, por ejemplo, parques donde puedan reunirse o lugares para jóvenes donde divertirse sanamente. En otros países hay parques donde tocan bandas diferentes tipos de música, lugares agradables al aire libre para comer o tomar un café. Acá cuentan además con el factor peligro como para caminar libremente por calles y avenidas de la cuidad.
Mas que ver vitrinas y el consumo creo que recae en que no tienen muchas opciones. Da pena la vida de los patojos de este país, tan vacía y pobre.