"Desde que escribí mi primer cuento me han preguntado si lo que escribía "era verdad". aunque mis respuestas satisfacen a veces a los curiosos, a mi me queda rondando, cada vez que contesto a esa pregunta, no importa cuán sincero sea, la incómoda sensación de haber dicho algo que nunca da en el blanco.
Si las novelas son ciertas o falsas importa a cierta gente tanto como que sean buenas o malas y muchos lectores, consciente o inconscientemente, hacen depender lo lo segundo de lo primero.
En efecto las novelas mienten -no pueden hacer otra cosa- pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es.
Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos --ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros-- quisieran una vida distinta a la que viven. Para aplacar --tramposamente-- ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se leen y se escriben para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener.
No se escriben novelas para contar la vida sino para transformarla, añadiéndole algo.
Porque no es la anécdota lo que decide la verdad o la mentira de una ficción. Sino que ella sea escrita , no vivida, que esté hecha de palabras y no de experiencias concretas.
Al traducirse en lenguaje, al ser contados, los hechos sufren una profunda modificación. El hecho real es uno, en tanto que los signos que podrían describirlo son innumerables.
¿Qué diferencia hay, entonces entre una ficción y un reportaje periodístico o un libro de historia? ¿No están ellos compuestos de palabras? La respuesta es: se trata de sistemas opuestos de aproximación a lo real. en tanto que la novela se rebela y trasgrede la vida, aquellos géneros no pueden dejar de ser sus siervos.
Las mentiras de las novelas no son nunca gratuitas: llenan las insuficiencias de la vida."
Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010.
Así es, una novela nos hace vivir fantasías que no hay en la vida real. Nos metemos a vidas que nos llenan lo que no logramos alcanzar en esta.
ResponderEliminarSueños lejanos que talvéz nunca vendrán pero que están allí para leerse y disfrutarlos en un libro.
Nuestra vida cae, de cierta manera, en monotonía, se torna rutinaria y aburrida muchas veces. Si no es con una novela, tendrá que ser socializando aunque sea en redes sociales o irse a malls a vitriniar y gastar compulsivamente lo que no necesitamos.
Buscamos algo de adrenalina, que nos saque de esta existencia tan limitada.
El encanto de la ficción es ese que María y tu explican muy bien. Ese transportarse por un rato a paisajes divinamente descritos. Sentise participe de diálogos en donde los protagonistas derrochan expresiones de sentimientos, de intrigas, misterios. Salirse por un rato de la rutina...de una realidad que nos aburre a ratos.
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