Es una delicia leer la novela "El cielo protector" del estadunidense Paul Bowles (Nueva York, 1910- Tánger, Marruecos 1999). Todo un personaje con una vida poco común. De abuelos alemanes por parte paterna. Bowles vivió un fuerte pleito con su padre, un dentista y músico frustrado, de quien era hijo único, tan maniático era su padre que le hacía masticar 40 veces cada bocado de comida; además, otro día le aventó un cuchillo a su madre. A los 19 años decidió abandonar a sus padres, sin terminar sus estudios.
Compró un pasaje en barco y terminó en París, donde conoció a la "generación perdida", en especial a Ezra Pound y Djuna Barnes.
Regresó a Nueva York en los años 30s e hizo varios viajes a Marruecos con el músico Aaron Copland. El inquieto de Paul Bowles decidió vivir en México 4 años, ahí se relacionó con el gran músico Silvestre Revueltas, hasta que murió éste alcoholizado.
Paul Bowles viajó por Costa Rica, Guatemala y Colombia, acompañado de Jane Auer con quien se casó en 1938. Jane se puso el apellido de su marido y de ahí en adelante se le conoció como Jane Bowles, autora de teatro y novelista, bisexual, autora de "Dos damas muy serias".
En 1947, el matrimonio se instaló en Tánger, una ciudad del entonces Marruecos moderno.
Su famosa novela "El cielo protector" (1949) fue llevada al cine en 1991 por Bernardo Bertolucci con gran éxito.
Paul Bowles murió loco, después de un encierro de 16 años.
Hay ciudades que pugnan por sacudirse el polvo de sus recuerdos. Y sucede que en ocasiones la sombra de lo que fueron ensombrece lo que serán. Tánger, urbe que presume (frente a todos los pronósticos del mito) de poseer un futuro, se ve obligada de cuando en cuando a rememorar su pasado.
Ayer fue uno de esos días. Por unas horas volvió a ser la ciudad internacional que resonaba en los anhelos de bohemios, beatniks, hippies tempraneros y otros especímenes que surcaron el siglo XX. El responsable era Paul Bowles, principal inoculador global del virus de Tánger.
El centenario del nacimiento del escritor estadounidense (Nueva York, 1910-Tánger, 1999) devolvió a la ciudad marroquí ese espíritu cosmopolita que tanto disfrutaron los Bowles (Paul y Jane), sí, pero también William S. Burroughs, Jimi Hendrix, Matisse o Fortuny. Algunos de sus viejos conocidos, como Pepe Carleton, Rachel Muyal o Tessa Codrington, asistieron el jueves a la inauguración de la exposición Los años dorados: Paul y Jane Bowles en Tánger en el Instituto Cervantes de esta ciudad.
La muestra se suma al recuerdo de la obra y la vida del autor de El cielo protector, que se instaló en la ciudad en 1947 y aquí vivió hasta su muerte.
Fotografías inéditas tomadas por sus amigos se mezclan con las imágenes más conocidas de la pareja de escritores en las que aparecen junto a Truman Capote, Burroughs o Cecil Beaton. "Paul y Jane me abrieron un mundo nuevo. Ellos fueron para mí todo un descubrimiento y me uní a sus reuniones, que siempre eran nocturnas.
Para Paul todo lo referido al Magreb era muy importante, descubrió esta región a finales de los años treinta", explica Pepe Carleton, de 85 años, el único español vivo del círculo tangerino de los Bowles. Era un adolescente cuando tuvo su epifanía de los Bowles, "nómadas de lujo".
Carleton, enciclopedia viviente de ojos intensamente azules, es además uno de los protagonistas del documental Jane Bowles, último equipaje, del malagueño Jorge Agó, que se estrenó junto a un retrato que Miquel Barceló ha hecho de la escritora. "Es un documental, pero hay también una parte dramatizada en la que dos actores encarnan a la pareja. No existen, o no las conocemos, imágenes filmadas de ellos", explica el realizador.
Desde que Bernardo Bertolucci llevó al cine El cielo protector en 1989, la novela autobiográfica de Paul Bowles, el músico y escritor dejó de ser un existencialista exótico admirado por dos generaciones, la perdida y la beat, para convertirse en "una atracción turística", como él mismo reconoció. "Los americanos llegan a Tánger y, después de visitar el palacio del Sultán y las cuevas de Hércules, vienen a verme a mí. No son mala gente, personas educadas; están un rato aquí y se van. Nunca los vuelvo a ver".
"De cuantos homenajes se están celebrando este año, Málaga y Tánger son las ciudades que más se han ocupado del Bowles expandido, es decir de su lado académico y artístico; pero también del íntimo", asegura Taján. A Tánger, la ciudad donde durmió Hércules antes de encarar sus 12 trabajos, todos esos nómadas internacionales le imprimieron carácter. "Seguirá siendo siempre cosmopolita", dice convencida Rachel Muyal, ex directora de la librería tangerina Des Colonnes y una de las amigas del escritor. El mismo que dejó dicho: "Tánger es la ciudad de un sueño, nunca le diré adiós".
Los literatos son, antes que nada, personajes fantásticos, que pueden terminar en la locura como es el caso de Paul Bowles.
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