Guatemala fue por mucho tiempo el país de la eterna primavera, ahora es el país de la eterna balacera. Esta mudanza de la paz social a la violencia generalizada, a manos del crímen organizado y de los carteles de la droga, tiene de cabeza a la sociedad entera. El miedo y el temor de los ciudadanos no se ven aliviados por ninguna acción de gobierno. Cuando la primera obligación de un Estado es proteger a sus ciudadanos y eso no se cumple, la desesperanza y el desánimo invade a todos.
Vienen tiempos electorales y la tentación de algunos candidatos será la de ofrecer "mano dura" contra la inseguridad que vive la ciudadanía. Es una promesa de campaña que no tiene ninguna posibilidad de resolver la crisis de la violencia, porque las raíces y sus consecuencias no han sido todavía analizadas. Se parten de diagnósticos políticos interesados que solo aspiran a la toma del poder y repartir las cuotas correspondientes entre sus patrocinadores.
También la inseguridad es un tema fomentado por algunos empresarios dedicados a ofrecer seguridad: policías privados, guardaespaldas, sistemas de circuitos cerrados de televisión en casas y oficinas, perros amaestrados, cercas electrificadas, blindaje de autos, arcos detectores de metales, etcétera. Hay toda una industria de la seguridad en el mundo, Guatemala no es la excepción. Se pueden hacer jugosos negocios multimillonarios basados en el temor de una sociedad que se aisla cada vez más porque no confía en sus autoridades.
El encierro de esta sociedad atemorizada es patético, los niños ya no juegan en los parques y jardines públicos, los adolescentes carecen de sitios de reunión que no sean los centros comerciales, verdaderas fortalezas del consumo donde todos se sienten a salvo. Y sin embargo, ahí también ocurren hechos de violencia paradójicamente. Los que pueden pagarlo lo hacen: polarizan los vidrios de sus automóviles para ocultarse del mundo externo, que se vive amenazador todo el tiempo.
La vida nocturna en la cual el ocio pueda vivirse relajadamente, se va haciendo cada vez más reducido y se vive en reductos vigilados por hombres armados, que impiden disfrutar una cena o un show divertido.
Lo más importante de esta reflexión a mi parecer, es que el crímen organizado ya se incautó de nuestro país, de nuestras ciudades, ya nos expulsaron de lo que es nuestro, de lo que siempre ha sido nuestro. Ellos son ahora los dueños ilegítimos de nuestra patria, controlan territorios geográficos extensos, donde las acciones del Estado no representan nada; también disponen del control de las autoridades judiciales y policiacas para cometer sus fechorías. El ejército tampoco se escapa de este involucramiento con lo ilícito de estos grupos de antisociales.
Estamos copados por todos lados, pero no se olviden que los buenos somos más que los malos, pero necesitamos organizarnos al margen de los partidos políticos, porque la fuerza ciudadana es superior a todos ellos.
Vamos a ciudadanizar la protesta social sin banderas políticas de ningún color. Vamos a exigir al gobierno nuestro derecho a la vida en paz. Esa poderosa fuerza y energía social nunca se ha ocupado para fines del bienestar de la sociedad. !Hagámoslo pronto¡
Unas semanas atrás, el periodista Gustavo Berganza, escribía en su columna de un estudio hecho en este país enfocándose en un futuro presidente y qué candidato sería el que llenaría las expectativas de la población. El resultado, casi inverosímil, fué el de un Ubico. Me fue difícil creerlo por lo que le envié un comentario. Amablemente me refirió al estudio hecho.
ResponderEliminarCómo estaremos como para que un Ubico sea el alivio y lo que se quiere.
Triste? Lamentable? Hasta irracional.
La idea de poder hacer y formar parte de una organización que luche por el bienestar de mi país me encanta! Pero ¿cómo?, ¿cómo lograr la inclusión de la ciudadanía? ¿Qué debemos de hacer para volver a confiar y creer que sí, se puede? Nosotros los guatemaltecas y las guatemaltecas tenemos en nuestras manos la historia de nuestro país, el futuro de nuestros hijos e hijas…… ¿Qué vamos a hacer?, Es tiempo de reflexión, de introspección, es tiempo para nuestra patria, para las futuras generaciones.
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