Mi pleito casado con los médicos tiene una vieja historia, por lo menos de 30 años.
El afamado ginecólogo de mi esposa, que se trasladaba de su casa a la clínica en su helicóptero particular, lo retrataba de cuerpo entero en sus ambiciones económicas desmedidas.
Cuando acompañaba a la futura madre de mi hija al consultorio de este ginecólogo, observaba que tenía una serie de cubículos en los que había una mujer en cada uno de ellos. Mujeres embarazadas a las cuales les dedicaba no más de 10 minutos, era una típica "visita de doctor", apresurada y superficial.
En una hora de consulta despachaba al menos unas 15 mujeres, eso me molestaba profundamente, lo consideraba un vil comerciante de la medicina.
Peor aún, le planteamos que queríamos un parto en casa, y nos mandó a la fregada a los dos por proponer semejante tontería aun médico como él.
Eso nos obligó a abandonarlo de inmediato y buscar el modo de parir en casa, al modo tradicional sin médico, sin inyecciones de oxitocina para dilatar el útero de manera forzada, sin la innecesaria episiotomía para facilitar que la criaturita salga con facilidad, todo por no querer esperar a que la naturaleza haga su trabajo, que por cierto lo ha hecho bien a lo largo de muchos siglos.
Gracias a la torpeza, poco tacto, y un afán desmedido por ganar dinero de este afamado médico, tuvimos a nuestros tres hijos en casa, y con costos irrisorios comparados a la esquilmada que nos tenían preparada en el hospital privado donde atendía.
¿Siempre me he preguntado el por qué tantas cesáreas en los hospitales privados?
He pensado que las cesáreas no son necesarias, sin embargo ya se convirtió en una rutina para los ginecólogos-obstetras, quienes programan sus operaciones para que no sean molestados en su sagrado fin de semana.
De ahí para el real, no he dejado de pelearme con ellos, y más aún después del asunto del cáncer. Siempre hacen operaciones innecesarias, descubrí horrorizado que la operación que me practicaron ya no es recomendable hacerla, por razones de lógica elemental.
Así que lo que acaba de ocurrir en Italia, es un eslabón más de esa infinita cadena de errores costosos para los pacientes y para el Estado.
Por ejemplo, una mujer de 88 años operada tres veces del pulmón cuando no hacía falta y una chica de 18 a la que se le practicó una mastectomía innecesaria son dos de los casos más destacados detectados en la Clínica santa Rita de Milán, llamada por los medios la 'clínica de los horrores'.
El escándalo estalló en 2008, cuando se supo que los médicos del centro realizaban más operaciones de las debidas para cobrar más de la Seguridad Social. En total, se llevaron por este sistema 2,5 millones de euros entre 2005 y 2006, después de intervenir para su propio provecho a más de 80 pacientes.
La justicia italiana ha condenado a Pier Paola Brega Massone a 15 años y medio de cárcel, y a dos de sus ayudantes -Pietro Fabio Presicci y Marco Pansera- a 10 y nueve años y medio respectivamente.
En cinco casos, enfermos de entre 65 y 85 años murieron.
El juramento Hipocrático, ¿dónde quedó?
No hay comentarios:
Publicar un comentario