Hoy fui al cementerio a la tumba de mis padres, cosa que hago no solo en estas fechas que marca el calendario católico para rendirles un tributo anual a los muertos, nuestros muertos; si no también en otros momentos de la vida.
Somos eslabones de una infinita cadena de ancestros, que explican cómo llegamos hasta aquí.
Me agrada tener a mis ancestros en la memoria, porque es reconocerme en ellos todo el tiempo, es bello tener pensamientos acerca de los ascendientes directos y rendirles ofrendas amorosas con el pensamiento.
Lo que yo pienso y hago, en materia de no olvidar a nuestros antepasados, se los trasmito a mis hijos y nietos, frutos maravillosos de mis descendencia o linaje.
Las enseñanzas de los abuelos guiarán nuestros pasos por este mundo, por ser ejemplos de nobleza y de servicio a los demás.
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