Lo más socorrido como noticia es que los hombres golpeen, castiguen, violen y maten a sus esposas. Es parte de una "normalidad" cultural que acepta que la mujer es un objeto, que le pertenece a su marido o pareja conyugal.
En otros casos, a las mujeres se les infantiliza, se le considera como menores de edad, incapaces de tomar decisiones correctas, por ello los hombres hablan por ellas y deciden todo, por su bien.
Este no es el caso de María del Pilar, que pasa a formar parte de las estadísticas como homicida de su marido, cosa poco frecuente en las sociedades machistas.
Maltratada física y psicológicamente durante los 39 años de matrimonio, María Pilar, de 64 años, afrontó en su domicilio de la localidad navarra de Tafalla la que sería la última discusión con su marido, José Antonio, de 77. Tras recibir una bofetada, perder el equilibrio y golpearse con la mesa, cogió un cuchillo de cocina y el forcejeo acabó en tragedia.
El marido falleció acuchillado en el pecho. Finalmente, y tras una larga deliberación, un jurado popular absolvió ayer a la acusada al considerar que "no tuvo intención de matar". El fiscal había solicitado 11 años de cárcel por homicidio.
El veredicto desató los gritos de alegría de los familiares de la procesada, entre ellos, los cinco hijos del matrimonio que en todo momento apoyaron incondicionalmente a su madre. Dos de ellos aseguraron que su madre había sufrido "malos tratos" de "un modo u otro, física, psíquica y verbalmente durante toda la vida", aunque "siempre nos lo ha intentado ocultar".
Además, defendieron que ellos también, excepto la hija pequeña, habían sufrido "vejaciones" por parte de su padre, al que definieron como un hombre con "carácter adusto, de malas palabras" al que tenían "miedo".
Los miembros del jurado concluyeron que desde el principio de su matrimonio la acusada había recibido de su marido múltiples agresiones físicas y vejaciones morales de todo tipo, aunque no se atrevió nunca a denunciarlo a la policía o a solicitar la separación o el divorcio debido a "la educación recibida" y sus "profundas convicciones religiosas".
Sin embargo, matizaron que en el momento de la agresión la mujer no temió por su vida porque además en los últimos años las agresiones físicas habían cesado, aunque sí cogió el cuchillo con la intención de defenderse.
Entre las atenuantes, el jurado también consideró probado que la acusada llamó al 112 para comunicar los hechos e inmediatamente taponó la herida de su marido con trapos y toallas "tratando de evitar la muerte de este".
La defensa de la acusada había solicitado la absolución al entender que su patrocinada actuó en defensa propia y argumentar que padecía "el síndrome de la mujer maltratada y un gran miedo a su marido". De hecho, durante el juicio, ella afirmó que no quiso hacer daño a su esposo, "sólo que supiera que no iba a soportar más palizas".
La educación familiar de las mujeres influyen para que ellas a lo largo de su vida acepten el maltrato como algo normal.
Es hora de cambiar el patrón de educación de las mujeres del siglo XXI, y en esa tarea estamos involucrados todos, usted y yo.
Ni una mujer maltratada más, ni mucho menos una mujer muerta más...
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