La Brenda volvió hacer de las suyas, ahora se largó a Marruecos, a Marrakesh o Marrakech, en lugar de venir a verme a Guatemala tal como me lo había ofrecido hace un par de semanas, con la voz entrecorta y entre sollozos.
No me sorprende para nada sus arranques de chiva loca; ni voy a decir que es una hipócrita consumada, ni mucho menos. La Brenda es así, llena de impulsos hacia el placer, ella no nació para estar encerrada en una mansión de lujo, en ninguna parte del mundo, atendiendo un marido conservador y poco interesante.
Lo siento mucho por José Ignacio Urquiola, su marido vasco, el rico industrial de Vitoria, España, porque el no conoce a La Brenda como yo, e ignora que es una mujer bipolar, que tiene largas temporadas de maniaca o sea de euforia ilimitada. Hoy La Brenda está sometida a la fase de manía, por eso se lanza a las aventuras más descabelladas por todo el mundo, por donde se le dé la bendita y regalada gana.
Hay que explicar que ésta es la segunda vez que me hace lo mismo, en mayo del año pasado planeó un viaje con sus 6 mejores amigas de México, pero a Europa, básicamente iban a Francia, porque La Brenda representa a una casa de cosméticos francesa, tenía que ir a fuerzas por allá a un curso de capacitación, para introducir al mercado una línea de cosméticos especialmente diseñada para hombres, para metrosexuales, porque es un sector de altos ingresos preocupados por su apariencia personal.
Pero estando allá, La Brenda les propuso a sus amigas viajar a Egipto y Marruecos, no con fines culturales porque todas ellas son una ignorantes de primera clase, les importa un comino las Pirámides o La Esfinge, o visitar el Nilo; no, ellas querían andar de parranda y de compras en los mercados exóticos de esos países. Pues en Egipto conocieron a unos egipcios ricos que las invitaron a su yate para dar una vuelta por el Mediterráneo y visitar Marruecos, ellas gustosas aceptaron la propuesta y, finalmente, vivieron una pesadilla como esclavas sexuales de esos tipejos, que no las soltaban por nada del mundo.
En Marruecos La Brenda conoció precisamente al que hoy es su marido, y fue quien las salvó de esa banda de rufianes con dinero que estas inocentes criaturas pensaron que eran unos tipazos y no unos patanes millonarios dedicados al narcotráfico y a otras chuladas de negocios ilícitos.
Estando en Marrakesh, Marruecos, dos amigas de La Brenda enfermaron seriamente de algo que hasta la fecha desconocen que fue. Y que las retuvo en Marruecos 40 días, hasta que sanaron por completo. Y fue José Ignacio Urquiola quien pagó el sanatorio y los boletos de avión de regreso a Madrid, y ahí surgió el romance entre mi Brenda y el rico industrial vasco. Este hombre enloqueció por la Brenda y se la llevó directamente a París a comprar ropa, lencería, y ...un vestido de novia.
Una vez que La Brenda se dio gusto renovando su guardarropa completamente con el permiso y las tarjetas de crédito de American Express de su futuro esposo. Esta loca emprendió un día la fuga a México con todo y el vestido de novia y dejó al prometido sumido en la peor depresión de su vida.
Hoy está en Marrakesh, con la autorización de su esposo y con sus tarjetas de crédito abiertas ilimitadamente para sus gastos y caprichitos.
En esta ocasión la acompañan La Renata y La Beatriz, dos de sus mejores amigas, y madrinas de su boda recién pasada, que también estuvieron el año pasado en aquella aventura con los narcotraficantes egipcios.
Me habla anoche la Brenda y me dice con esa voz dulce y seductora de siempre: "Negrito lindo, ¿a qué no adivinas en donde estoy ahora?" Y ella porque piensa que yo debo adivinar sus pasos o sus planes locos: no soy adivino ni pitoniso.
"Estoy en Marrakesh en el hotel Les Jardins de la Médina, apunta negrito por si se te antoja buscarme por acá".
"Invité a cenar a mis amigas en el mejor restaurante de la ciudad el Pacha Marrakesh, ya nos tomamos las bebidas que nos gustan, estamos un poco borrachas pero felices de andar lejos de nuestros carceleros o domadores ( así se refiere ella a los esposos)".
"Por eso te llamo mi negrito adorado, me acordé mucho de ti porque el año pasado cuando el incidente aquel, tú tuviste la amabilidad de comunicarte con el embajador de México en Marruecos, tu amigo, para que nos rescatara y nos dieran protección consular y él lo hizo gracias a ti. Pero ahora todo es diferente ya no hablamos con extraños y no aceptamos viajes ni en la rueda de la fortuna. Recuerdo vagamente que quedé contigo de ir a verte a Guatemala, ya ni me acuerdo con qué motivo o razón. Me perdonas, verdad mi cielo?"
"Pero que te quede claro, nunca me olvido de ti y de lo nuestro, aunque esté amarrada en un matrimonio espantoso, y que luego te comentaré al detalle qué está pasando entre José Ignacio y yo. Pero lo nuestro es indeleble, como las pinturas de uñas que yo vendo en México. Tú lo sabes bien, tenemos una linda historia de amor que nunca caducará."
"Me harté de estar confinada entre cuatro paredes, aunque tengo un gimnasio en casa y una piscina monumental, no estoy a gusto, no soy feliz. Yo soy una mujer de aventuras no solo románticas sino de todo tipo, quiero conocer el mundo entero. ¿cómo se le ocurre a mi marido que voy a ser la cocinera o la ama de casa que fue su difunta esposa? paso sin ver, prefiero huir contigo a la aventura por El Amazonas, por cierto, ¿Guatemala tiene frontera con Brasil?"
"Negrito consentido perdóname este lapsus del olvido de mi viaje a Guatemala para consolarte, ya habrá oportunidad, otra vez será. Te mando un millón de besos para aliviar tus penas..."
!CIAO¡. (contracción italiana de un dicho de la Edad Media, que decía: Son il suo schiavo: "soy tu esclavo", eso lo ignora La Brenda).
En el inconsciente de ella quizá opere la creencia que es mi esclava, como me lo han sugerido mis amigas feministas de México.
!Vaya usted a saber¡
Bolívar, qué hacemos con la Brenda? Hay que atarla de inmediato.
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