sábado, 2 de octubre de 2010

La muerte llega y se va como si nada.

La muerte llega sin avisar, como un soplo, y nos deja su estela de dolor.

La pérdida es insoportable, porque el que se fue se llevó una parte de nosotros.

El recuerdo de los momentos lindos y felices que compartimos, es el único refugio seguro y alentador.

Con Shoko. Shokito, vivimos muchas batallas juntos, y las ganamos.

Ella me enseñó tantas cosas que yo ignoraba, con ella aprendí a ser padre, por ejemplo.

Su ejemplo de vida permanecerá en mi memoria eternamente, y en la de sus seres queridos, que fueron muchos también.

Descansa Shokito. Te quiero y no dejaré de extrañarte cuando vea los ojos lindos de nuestro nieto Bruno.

1 comentario:

  1. Cuando además de vida se comparten hijos (y más aún en tu caso, hasta nientos) la huella que queda en el alma es profunda y si además es hermosa, no queda más que mirar al cielo, conectar con esa alma y decir: "Gracias". Ánimo Boli!

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