La muerte llega sin avisar, como un soplo, y nos deja su estela de dolor.
La pérdida es insoportable, porque el que se fue se llevó una parte de nosotros.
El recuerdo de los momentos lindos y felices que compartimos, es el único refugio seguro y alentador.
Con Shoko. Shokito, vivimos muchas batallas juntos, y las ganamos.
Ella me enseñó tantas cosas que yo ignoraba, con ella aprendí a ser padre, por ejemplo.
Su ejemplo de vida permanecerá en mi memoria eternamente, y en la de sus seres queridos, que fueron muchos también.
Descansa Shokito. Te quiero y no dejaré de extrañarte cuando vea los ojos lindos de nuestro nieto Bruno.
Cuando además de vida se comparten hijos (y más aún en tu caso, hasta nientos) la huella que queda en el alma es profunda y si además es hermosa, no queda más que mirar al cielo, conectar con esa alma y decir: "Gracias". Ánimo Boli!
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